La revolución digital

Los versados afirman que una revolución es un cambio, logrado por vía conflictiva o no, de los aspectos políticos, económicos y sociales de un grupo humano o de una nación. La historia nos pone en conocimiento de varios tipos de revoluciones, entre esta la revolución industrial, la cual surge en Inglaterra con el invento de máquina a vapor a finales del siglo XVIII. Esta invención condujo un cambio en la industria británica hasta llegar a una fase de desarrollo sin precedentes, lo que le permitió por varios siglos de crecimiento económico y de acumulación de capital que la condujo a la conocida revolución industrial.

La revolución industrial cambió el panorama de la Gran Bretaña y del mundo, una vez que otros países como Francia y Alemania se incorporan a este nuevo proceso de producción, tanto industrial como agrícola. La Revolución Industrial dejó de lado el latifundismo, el concepto de riqueza ligado a la tenencia de la tierra para la aparición de la trasformación de materia prima en productos acabados para generar riquezas para un grupo reducido o para un individuo. En este período aparecen cambios como la desaparición de la clase latifundista y el surgimiento de la clase burguesa en posición de poder, la explotación del hombre por el hombre, la aparición del proletariado o la clase obrera que trabará en las fábricas y con el tiempo, el advenimiento de los sindicatos. Así mismo, la contaminación ambiental, el despunte de la agricultura de mercado y el éxodo rural, al reemplazar la máquina las labores de los labriegos. Varios siglos de crecimiento económico y de acumulación de capital hizo posible que este nuevo panorama trajera cambios políticos, sociales y económicos que derivó en lo que se conoce hoy como capitalismo. Es decir, el sistema económico fundado en el dominio del capital, caracterizado por la propiedad privada de los medios de producción, la libertad del mercado y el afán de lucro.

Otra revolución que registra la historia es la francesa (1789), la cual marca el inicio del estado contemporáneo que consintió sentar las bases de la democracia representativa burguesa, cerrándole el camino a una democracia política y social por medio de una revolución proletaria. Tal movimiento marcó el final definitivo del feudalismo y el absolutismo del reinante en el país, el decir, de la monarquía. El siglo XIX en Francia fue muy convulsionado que osciló entre la instauración de la república, alternada con el imperio y la monarquía constitucional. Esta revolución dio luz a los burgueses de otros países europeos para socavar las monarquías y posteriormente la instauración de modernas repúblicas.

Una de las revoluciones más nombradas en el siglo XX fue la revolución comunista, cuyo objetivo fue la solución de las dificultades de los proletarios, aquellos individuos que no poseen propiedades, carecen de medios de producción y venden su fuerza de trabajo por un bajo salario. Así mismo, el fin de la coexistencia de los explotados y explotadores, de oprimidos y opresores. Como consecuencia de la aparición del capitalismo surge la lucha de clases, dado que dicho sistema fracciona a la humanidad en la llamada sociedad de clases. Es decir, la sociedad que no está determinada por diferencias de tipo jurídico y político sino por factores económicos, lo que permite una mayor movilidad social.

Como consecuencia de la explotación de los hombres, mujeres y niños en las fábricas, propiedad de los burgueses y capitalista emerge en Rusia un nuevo modelo político, resultado de la revolución, el llamado comunismo. Es decir, la doctrina social que aboga por la igualdad entre todos los seres humanos, suprimiendo la propiedad privada de los medios de producción y de consumo. El modelo social comunista parte del principio: "De cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades".

Como consecuencia de la gran acumulación de capital las antiguas monarquías convertidas en republicas necesitan materia prima y ampliar sus mercados y para esto, trasformadas posteriormente en imperios o en las grandes potencias europeas, tienen que salir de sus fronteras hacia África, Asia y Oceanía. Salvo Inglaterra, que siguió bajo el régimen de una monarquía constitucional conocida como la pérfida Albión, debido a sus procedimientos funestos para ampliar sus territorios. Como consecuencia surge el "intervencionismo", el derecho que se arrogan las potencias europeas de inmiscuirse en los asuntos internos de otros países, basándose en el que desorden interior constituye una amenaza internacional. Frases que los venezolanos escuchamos con frecuencia en boca de los funcionarios de los antiguos imperios,

De lo anterior surge el concepto de imperialismo y consecuencia de este el colonialismo y las colonias, el cual supone la explotación de un territorio en beneficio de otro. Durante el siglo XIX, el XX y actualmente en el XXI el colonialismo significó la explotación y el control de una gran parte del mundo, técnicamente más atrasada, por parte de las potencias capitalistas. Sin embargo, aquellas revoluciones burguesas que derivó en capitalismo no resolvieron los problemas más elementarles de la humanidad como la miseria en la que viven miles de millones de seres humanos. Como resultante de estas asimetrías surge la división del planeta en países desarrollados y países subdesarrollados o del tercer mundo, con una característica geográfica significativa, los primeros ubicados en el polo norte geográfico y los segundos en el sur. Planteándose la separación norte-sur entre riqueza-miseria.

Todo lo anterior trajo trágicas implicaciones para la humanidad. El norte logro acumular grandes capitales fruto del robo de materia prima de los países colonizados, de la mano obra casi esclava de los obreros y campesinos. Así mismo, de los mercados cautivos de las colonias, a quienes obligaban a comprar los productos acabados con la materia prima saqueada. Esto les permitió a los países imperialistas de Europa y EEUU alcanzar un inusitado desarrollo industrial y hoy tecnológico, muy distante a los países del tercer mundo. En todo caso, estos están obligados a comprarle sus mercancías y maquinarias para poder producir, siempre y cuando no choque con los intereses de las grandes compañías. Estos países se convirtieron en naciones funcionalmente dependiente del mercado capitalista cada vez más imperfecto, asimétrico, anárquico, monopolizado y transnacionalizado.

Pero la vida me enseñó que los acontecimientos de la historia estás concatenados y lo que sucede hoy es consecuencia del pasado y lo que hagamos al presente definirá el futuro. Así como la aparición de la máquina a vapor definió el futuro del mundo, el descubrimiento de un artilugio puntualizó el inicio de una nueva era que está generando la llamada revolución digital. Este artefacto se llama chip, es decir, la placa de silicio que contiene un gran número de microcircuitos electrónicos que constituye un circuito integrado. Ciertamente, la invención del chip está cambiando la existencia de los seres humanos.

Es sorprendente todo lo que se puede hacer con los aparatos basados en la moderna tecnología. Los celulares redefinieron las relaciones interpersonales, la comunicación entre los seres humanos, la capacidad para lograr una información en muy poco tiempo, la velocidad de las relaciones financieras, la robótica incorporada a las fábricas, el surgimiento de las redes sociales, la incorporación de la tecnología a las redes ferroviarias, las nuevas técnicas fotográficas, en fin, no existe en la actualidad alguna actividad donde la tecnología digital no esté incorporada. Si a esto le agregamos la nanotecnología y la tecnología 5 G, nos daremos cuenta que el mundo se está transformando velozmente y lamentablemente, los países subdesarrollados se mantienen a la saga de tales adelantos. Solo que hay una diferencia, en el pináculo de esta la revolución digital no está ni EEUU ni ninguna potencia imperialista europea, está la República Popular China, un país comunista, gobernado por Xi Jinping y esto es lo que le molesta y le preocupa al rubicundo y perdedor Donald Trump y también a las viejas potencias imperiales.

Es por esto que para lograr superar tantas adversidades los países no desarrollados deberán generar profundas transformaciones en el ordenamiento económico, político, militar, cultural y social para generar un cambio en la naturaleza del estado que conduzca al control de la economía, con miras a incorporarnos al mundo moderno de la industrialización y la digitalización. Tal giro nos asegurará la supervivencia, un trato justo y la soberanía de sus países. Y esto solo se logra con un gobierno socialista con las características propias de nuestras necesidades, nuestros recursos e idiosincrasia, como único medio imprescindible para acabar con la cultura de la dominación y la trasformación de nuestras instituciones. Tuvo razón Alexander Berkman el escritor anarquista lituano: "El capitalismo no es libertad. Te roba y te hace esclavo de un salario". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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