El terrorismo legal

Los malos, quienes conformaron el mundo y sus herederos, los que continuaron gobernando, siempre han necesitado quien o quienes los protejan. Para esto recurren a todo tipo de estrategias para avasallar a los buenos que son mayoría. Una de estas maniobras es la contratación de mercenarios, es decir soldados que luchan por una paga, es decir, a cambio de dinero sin ningún tipo de motivación ideológica. Esta forma de protegerse data desde la antigüedad, durante las guerras Médicas (492 a.C - 478 a.C) el imperio persa contrató mercenarios griegos, así mismo, los papiros egipcios del siglo IV refieren la existencia de soldados mercenarios para resguardar el faraón.

La historia revela la existencia de tropas mercenarias entre estas, la conocida con el nombre de "La gran compañía" fundada en el 1342 integradas por germanos. Durante la época medieval no existía el concepto de estado o nación, por lo que no se conformaban ejércitos con sentimiento patrio para defender la tierra que los vio nacer. Lo que había eran grandes latifundios en manos de los señores feudales y de la iglesia, además, pequeños principados y reinos que necesitaban que los defendiera de otros dominios o de los otros latifundistas o para que les cobraron los impuestos o tributos a los siervos. Para tal fin contrataban mercenarios.

Los mercenarios más conocidos, desde finales de la edad media hasta mediados del siglo XVI, fueron "los condotieros". Estos eran mesnadas asalariadas al servicio de las ciudades-estados. Evidentemente, los soldados que integraban estas huestes no eran hombres formados en escuelas, en sus filas había seres de todo tipo, desde crueles asesinos, ladrones, vagos, expatriados y todo bicho que podía afiliarse a tales batallones. Muchos de ellos, transcurrido el tiempo, pasaron a formar parte de la aristocracia de la época. Otros mercenarios famosos de la antigüedad fueron los "lansquenetes", soldados alemanes que operaron entre el siglo XV y el XVII. Una de las acciones célebres de estos bárbaros fue la toma de Roma por asalto. Asesinaron con sus espadas y picas a más de 6000 hombres, saqueando y tomando todo lo que se encontraban en las iglesias. Así mismo quemaron la ciudad, arrasando y destruyendo todo.

Otros de los mercenarios famosos fue la "guardia suiza", creada en el siglo XVI, la misma que hoy vemos con uniformes muy vistosos y coloreados protegiendo a los papas. El papa Sixto IV (1506) ante la desconfianza que tenía de los romanos, franceses, españoles y germanos prefirió firmar una alianza con la Confederación Suiza para usarla contra el Duque de Milán. Estos mercenarios lucharon durante las guerras italianas teniendo protagonismos en el enfrentamiento contra las tropas del emperador Carlos V al frente de 10000 lansquenetes luteranos. Como se ve, los humanos no han cambiado.

Pareciera que aquellas épocas se había acabado y de los mercenarios no quedarían más que algunas páginas de historia universal, considerando que la pátina del tiempo se encargaría de borrar las temibles arremetidas de aquellos salvajes. Hoy, los mercenarios modernos, mejores conocidos como "perros de la guerra" aparecen cada cierto tiempo, cuando los gobiernos imperiales ambicionan destruir un pueblo para apropiarse de sus riquezas. Fueron famosos los mercenarios que pelearon en el Congo después de la descolonización. Una vez que se descubrieron las minas de diamantes en la zona de Katanga, Moishe Tshombe, el autoproclamado presidente de esa región, decidió separarla de la reciente república independiente (1961). Con la seguridad que los minas de las empresas belgas serían protegidas por el ejército mercenario constituidos por belgas y franceses. De esta turbulencia política resultó un caos absoluto que duró varios años y como siempre miles de muertos, ciudades destruidas, heridos a montón, viudas y huérfanos. Pero eso no importó, los diamantes se mantuvieron a buen resguardo y como siempre, los difuntos no importaron y más aún, eran negros africanos.

Con eso de la globalización de la economía la guerra se privatizó, por lo que la "seguridad" de las avaras potencias quedó en manos, no de los ejército nacionales, si no de las empresas privadas. Esto les trae grandes ventajas a los países imperiales: no es necesario solicitar al congreso autorización para una declaración de guerra; los mercenarios no están sujetos a las leyes internacionales que norma la guerra; la responsabilidad de las consecuencias derivadas de los bombardeos no es achacable al gobierno sino a la empresa; se reduce la inversión de tiempo y dinero, dado que los gastos de entrenamiento de los soldados y las armas utilizadas no corren por cuenta del gobierno. Ciertamente, el contrato para realizar operaciones de guerra es sumamente costoso, pero a cambio de esto el gobierno que conviene y la contratista se repartirán las riquezas una vez que se rinda el país sojuzgado. En caso que no se logre el sometimiento se buscará la separación de la nación en dos o más fracciones, con la convicción de que las riquezas queden del lado donde gobernará el país invasor a través de un títere.

El mercenarismo es un buen negocio, por lo que existen numerosas empresas que cumplen estas funciones, tales como DynCorp, Aegis Defense Services, G4S, Titan Corp y otras, la mayoría de ellas de origen estadounidenses, por lo que se les considera como una prolongación de las fuerzas armadas de USA. Como las operaciones de tales empresas en los territorios que invaden no está reglamentada por la Convención de Ginebra, son notorios los excesos que cometen tales forajidos, camuflados con el uniforme militar.

Estos mercenarios, los perros de la guerra, han sido responsables de los destrozos ocurridos en el medio oriente: Irak, Libia, Siria, Afganistán, Yemen, Palestina y otros, con el agravante que entre sus acciones son notorios los actos terroristas, que parecen estar incluidos en el vil contrato. Juzgo que, según la concepción moderna de la guerra a través de la tercerización en este tipo de acciones valen los crímenes de lesa humanidad, la violación de los derechos humanos y cualquier violación que puede estar amparada en el contrato criminal, un terrorismo legal.

El día 3 de mayo la costa de Macuto recibió una visita inesperada, se trató de un grupo armado, mejor dicho mercenario, quienes venían con intenciones no santas. De esta vil operación resultaron muertos varios invasores y otros apresados por la acción del gobierno, en su obligación de defender la patria de Bolívar y la de todos los venezolanos. A raíz de esta incursión fallida se descubrió todo un plan, contemplado en un siniestro contrato, fraguado por el mamarracho Juan Guaidó, conocido por su ambición, codicia, hipocresía y estupidez, y la empresa mercenaria estadounidense SilverCorp USA, dirigida por el gringo Jordan Goudreu. El objetivo de esta incursión era asesinar el presidente MM y su esposa, al presidente de la ANC Diosdado Cabello, al general Padrino López, a la vicepresidenta Delsy Rodríguez, al ministro Jorge Rodríguez de igual modo, a altos oficiales de FANB, funcionarios del gobiernos y dirigentes del PSUV. El criminal contrato, además de estos viles asesinatos, incluye numeroso actos terroristas cuya finalidad era eliminar la Constitución, derribar el Gobierno y repartirse las riquezas del país entre el traidor Juan Guaidó y sus secuaces, el dueño de la empresa de mercenarios, los narcotraficantes que financiaron parte de la operación, el gobierno de EEUU y el de Colombia. Una vez triunfada la invasión, según sus planes y objetivos, después de asesinar al presidente MM, en Miraflores se conformaría un gobierno entreguista dirigido por el inepto de Juan Guaidó, resguardado por tropas mercenarias extranjera. Como se ve la cesión o la división de Venezuela era un buen negocio tripartito, Guaidó, Jordan y Trump y quizás un repele para porky, el presidente de Colombia y para los narcos neogranadinos.

La acción asesina contra Venezuela mostró el verdadero rostro del gobierno de EEUU. Un gobierno racista, injerencista, terrorista, genocida y criminal que pretende esconder sus verdaderas intenciones, tras las actuaciones de una impresa mercenaria ligada al Departamento de Estado. Es poco creíble que un venezolano se preste para tan vil manobra, como era la de convertirnos en una colonia de EEUU a cambio de un pobre estipendio. Por fortuna la unión cívico-militar del ejército bolivariano y el poder popular lograron derrotar, nuevamente, las pretensiones del traspaso de Venezuela al gobierno de USA. Me cuesta pensar lo que merecería un detestable ser como el traidor Guaidó, porque hasta la muerte sería un insignificante sentencia que liberaría a este canalla de tanta ignominia. Razón tuvo el argentino Juan Bautista Alberdi (1810-1884): "Es un déspota todo aquel que cree ser opositor al Gobierno es ser traidor a la patria". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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