Xenofobia; Una invitación

Desde el fin de la 1era Guerra Mundial, el imperialismo ha exacerbado las pasiones tristes que anidan en el inconsciente colectivo de los pueblos, para dirigirlas en favor de sus estrategias de clase. En todo el siglo 20 el capitalismo internacional generó crisis económicas, raciales, religiosas o regionales, previas a la activación de falsos positivos o "Banderas Falsas", que iniciaron acciones bélicas de alta intensidad (La explosión del Maine, el incidente en Tonkin, o el ataque a las Torres Gemelas, son buenos ejemplos).

Los discursos y las movilizaciones antivenezolanas que están incrementandose en todo el territorio de Nuestramerica, son una muestra de esas operaciones psicológicas que, además de hablar sobre un momento muy crítico para nuestra estabilidad democrática, muestran la situación en la que se encuentra la revolución cultural en todo el continente. Los pueblos de Panamá, Brasil, colombia, perú, Argentina, Chile, están siendo víctimas de esas jugadas subjetivas y están fungiendo de público/objetivo para las acciones de laboratorios de guerra sucia, que los usa para concretar las estrategias expansionistas del imperio más hipócrita y cínico de la historia.

De allí, podemos avizorar que la actual intensificación de discursos xenófobicos y belicistas en todo el continente obedece al fracaso del proyecto neoliberal en Argentina, México y Brasil, a la derrota imperial en Siria y a la posibilidad de una segunda oleada de gobiernos democráticos y populares en Nuestramérica y a la urgencia imperial de echar mano a los recursos estratégicos del continente. Ese escenario nos muestra la feroz desesperación de un imperio herido y la amenaza que representa hoy la posible recuperación económica de la Revolución Bolivariana. Por ello, se presagia la posibilidad de una acción de falsa bandera que justifique una operación imperial de muy alta intensidad bélica, teniendo una intensificación del sentimiento antivenezolano como caldo de cultivo.

De allí que, sintonizar nuestras subjetividades en esas mismas pasiones y con esos mismos códigos, es asumirnos parte de la jugada que busca ponernos contra nuestros hermanos suramericanos y contra nuestros iguales en la clase. Plantarse en este momento a devolver, de tu a tu, xenofobia con xenofobia, odio con odio, agresión con agresión nos iguala a ellos, nos implica hacer propias las intenciones imperiales de confrontación entre los pueblos.

El imperio, en este momento, no puede generar una guerra civil en Venezuela que pueda confrontar a escuálidos contra chávistas, porque sus operadores perdieron fuerza, credibilidad, calle y votos, su última posibilidad para ello fue en las guarimbas de 2017 y fueron derrotados por los altos niveles de consciencia del pueblo... ahora la administración Trump, cambia la jugada (¡Pero no el objetivo!) y apela a una acción belicista de muy alto nivel que involucre a los países hermanos, para controlar el petróleo venezolano.

Entendamos que la guerra solo le conviene al complejo industrial militar imperial, a sus narcoparamilitares colombianos y a los vendepatrias de por aquí, por eso nos quieren llevar a ese terreno y por eso mismo debemos evitar involucrarnos en ese discurso. Entendamos que ninguna guerra ha sido ganada por los pobres, lanzarse una guerra aquí, no les hace ningún daño a los de allá (en Washington, Londres, Tel Aviv o Texas), por eso nuestra apuesta debe ser la paz. La misma paz que ha derrotado las guarimbas en todas sus versiones, esa paz militante puede neutralizar la ráfaga de odio que los hijos de santander reactivan contra la patria de Bolívar. Recordemos también que "Pan, Tierra y Paz" era la consigna bolchevique para responder a la guerra de las oligarquías europeas, en 1917; hoy esa misma consigna nos puede dar la clave para salir de esta crisis mulltiforme.

Nuestro Chávez siempre apostó por la vía pacífica para avanzar hacia la construcción de la Democracia Bolivariana y lo demostró en todos los años que duró su transcurrir por este plano. Incluso el proceso de paz que hoy se vive en Colombia, es parte del legado del Camarada Hugo y eso no es secreto para nadie; de allí el odio uribista al proceso que abrió El Arañero y que hoy, a los coñazos, continúa El Autobusero de El Valle.

Pero eso si, "Que no se equivoquen, esta revolución es pacífica pero armada", también dejaba claro nuestro Chávez, nosotros hemos enunciado que una revolución es una acto hermoso de ternura combativa, por eso el llamado a activar una actitud refractaria ante la tentación de los discursos de odio y xenofobia. Pero también debemos estar "activxs y pendientes" ante cualquier loquetera guerrerista de Trump y sus asesinos a sueldo. Entonces se trata de una exhortación a la consustanciación dialéctica de una actitud militante tan pacífica como defensiva. Para ello nos da sus luces la enseñanza del Cristo Redentor, cuando nos recomienda que "Seamos astutos como serpientes y cándidos como palomas".

No abonemos emociones que buscan confrontar pueblos contra pueblos, no seamos la piel de los discursos que pretenden usar al proletariado de distintas naciones, en favor del plan neoliberal. Allí, en la guía de nuestras referencias ideológicas, encontraremos la clave ética para surfear esta ola de odio que toca las playas de nuestra amada y choreta revolución. Que no nos conviertan en ellos, ese es el reto para la militancia de hoy. Ante el fascismo y sus discurso de guerra, xenofobia y muerte, recordemos que "El imperialismo es un tigre de papel" y que nuestro pueblo es una caja de fósforos con ganas de encender el candelero de su insurgencia.

 

robertgalban@gmail.com



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Robert Galbán


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