El dolor de migrar

El ser humano sabe dónde nace pero jamás sabrá donde reposaran sus restos mortales por los siglos de los siglos, es una decisión que la vida le da al azar. De manera que la misma; es considerada como un tren en movimiento con sus respectivamente estaciones donde entran y salen gente de todo tipo de idiosincrasia, las cuales muchas conoceremos y otras no; algunas quedaran detrás y nunca las volveremos a ver. En cualquiera de esas estaciones nos tendremos que apear, esperando que al marcharnos nos recuerden más por las acciones buenas que hicimos que por las malas. En reiteradas ocasiones; ese tren a veces nos traslada a otra patria desconocida, otro país, con su propia cultura y leyes, las cuales se deben cumplir porque somos "extranjeros" en nuestro propio mundo, en el astro vagabundo. Es el proceso migratorio que sufren los seres humanos por cualquier circunstancia que le sea onerosa en el vivir bien, este es el caso de nuestros compatriotas, quienes sufriendo una de las peores crisis de las últimas décadas se han visto en la necesidad de salir de sus raíces para encaminarse a buscar mejoras en su calidad de vida y la de los suyos, evento que los lleva a sufrir calamidades y vejaciones de sus propios congéneres, tal como ha sucedido en Chile, Colombia, Aruba, Panamá y en los mismos Estados Unidos de América entre otros países, algo inusual en un mundo pluripolar y, en pleno albor del siglo XXI. Estos hermanos venezolanos, hijos, nietos, padres y abuelos se van dejando atrás su parcela donde vivieron parte de su vida, familia, raíces y costumbres, pero jamás los buenos momentos que vivieron aquí, en su terruño, porque será savia para su espíritu aventurero. Se van a un lugar lleno de incertidumbres y peligros que tendrán que afrontar, más temprano que tarde, pero la necesidad de mejorar y salir de una atmósfera cargada de inseguridad, donde la vida de no vale ni un centavo de bolívar y otras cosas que no vale mencionar, pero de las cuales estamos conscientes. Se van llenos de ilusiones en busca del llamado "sueño americano" por ejemplo y, de una descomunal tristeza por el gran vacío que dejan entre sus seres queridos y en el propio mismo, es el sacrificio que hacen al dejar todo un tesoro de recuerdo enterrado y quizá jamás puedan algún día desenterrar. Es el despertar de un sueño intempestivamente para emprender otro sueño, un sueño lleno de sombras de incertidumbre, de vacilación ante un reto que tienen que afrontar con valentía y decisión, si quieren salir airosos en el difícil camino del vivir bien en armonía con sus nuevos vecinos. Quizás, jamás vuelvan a la patria que los vio nacer, crecer y formarse como personas para integrar una sociedad; esa patria que los educo para servirle y ayudarla en su desarrollo económico, social y político. Esa patria que hoy más que nunca necesita de sus hijos para que la enrumben hacia el camino de la prosperidad como una palanca que coadyuve superar la severa crisis que amenaza su desintegración, como pueblo, como país. En este contexto, es necesario que el gobierno venezolano reconozca este fenómeno migratorio y permita establecer puente de comunicación con esta diáspora de talentos que hoy día residen fuera de sus fronteras y que les ayuden a obtener beneficios a través de programas que favorezcan la transferencia de conocimientos y experiencias y, que eventualmente incentiven su vuelta a la patria.

En consecuencia, el surgimiento de una nueva sociedad está a la vuelta de la esquina debido a la metamorfosis política se está gestando en Venezuela, derivado de la instauración de un nuevo sistema de gobierno que muchos no han compatriota no han asimilado ni asimilaran, y se marchan; en cambio, otros si han digeridos estos cambios y trasformaciones y, se quedan. Les deseo suerte a todos aquellos que han tenido que ausentarse por los diversos motivos que pudieran tener, pero les recuerdo que aquí está nuestra patria Venezuela con los brazos abiertos para recibirlos cuando quieran volver; para reconstruirla y hacerla digna de ser el país donde nació el genio de América: SIMÓN BOLÍVAR. Estas reflexiones van en honor a todas aquellas familias que han emigrado en busca de un mejor futuro y que hoy día se sienten atribulados por todo lo que dejaron a un lado para abrirse paso en un mundo ajeno a su idiosincrasia. Si bien es cierto, que en ocasiones, los califican de cobarde el que se marcha y, de valiente el que se queda. En ambos casos, son valientes, el que se va y el que se queda. Veamos el porqué de esta afirmación tan taxativa. .

El primero; el emigrante, se va a un mundo desconocido, tendrá que empezar de cero así tenga estudios universitarios de cualquier nivel. No obstante, si tiene algún amigo o familiar en el sitio a arribar, el panorama se ve más claro en comparación con los demás. Pero todo comienzo es duro, se está en territorio desconocido, lleno de obstáculos que hay que sortear y, donde el esfuerzo debe ser mayor para demostrar que son mejores que los nativos.

El segundo; el que se queda, vivirá en un país cercado por una crisis económica, social y política. Donde el dinero que se obtiene por efectos su fuerza de trabajo no le alcanza para cubrir sus necesidades de alimentación, vestido, vivienda y transporte entre otros rubros; es un soñador empedernido, sueña que va a comer en el día de mañana, sueña con el quince y ultimo de cada mes y, sueña como caulaculo va a hacer magia para rendir el dinero que le permita para cubrir estas obligaciones.

Por supuesto que este fenómeno, migratorio es considerado algunos articulistas de este sitio como una traición a la patria, otros pseudos políticos los califican de imbéciles porque según ellos aquí se tiene una inmensa riqueza natural, algunos le lanzan misiles detractores porque se van en avión u otros medios de transporte, a estos colegas les recuerdo que Venezuela es un país rico de nacimiento y todo venezolano tiene derecho a usufrutuar de esta cosecha de dividendos, recordándole que antes de esta grave recepción con inflación se podía ahorrar, se podía invertir, se podían comprar bonos de PDVSA en ¡dólares!, se podía viajar a comprar en los Miamis, a disfrutar en Orlando de vacaciones en Disneylandia, a comer bien, a vestir ropa de marca, a disfrutar en familia un fin de semana en el Junquito, en la isla de Margarita, en Morrocoy, la Orchilla etcétera. Entonces, ¿Por qué se critica y mal pone a estos compatriotas? ¿Acaso no tienen los ahorros y haberes para disponerlos consideren pertinente? Y, ¿Qué de la solidaridad de su entorno familiar? Es evidente entonces, que de cualquiera de estas posturas pudieran haber obtenido para comparar su ticket de viaje. O es que acaso, ¿se tienen que ir sufriendo todo tipo de calamidades para dar más pena que gloria en otras latitudes? Cabe agregar, que usted amigo lector va al mercado popular a observar y preguntar para considerar que puede comprar o a visitar a la vecina de enfrente o de al lado para criticar a los demás menos a ustedes. Además, existe un toque de queda tácito o sobreentendido a las siete de la noche, después de esa hora su seguridad personal y la de los suyos corre peligro. Entonces, porque se critica al compatriota que emigra como un mecanismo de supervivencia, ¡déjenlos tranquilos! que vivan su vida como ellos prefieran. Aquí se vive en democracia, somos un país libre.

"Venezolano aunque me dejes sola y triste, yo siempre estaré contigo, en cualquier lugar que estés ahí estaré a tu lado para ayudarte, para darte ánimo para que lo hagas mejor, estaré en tu forma de actuar y de hablar y, sobre todo por tu estas casado conmigo y nuestro matrimonio es indisoluble". Atte.: Tu amada Venezuela.

¡Compatriota emigrar no es fácil!

¡Suerte!



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