¿De cual transición estamos hablando?

Las declaraciones recientes del jesuita Luís Ugalde, exrector de la UCAB y uno de los referentes intelectuales de la oposición, son reveladoras por lo que dice y por lo que sugiere. En ellas, se afirma que “la transición” será impulsada por el chavismo. Entre líneas (y explícitamente) Ugalde da por hecho que la oposición está incapacitada, por dividida, por inepta, por no tener ni política, ni visión, ni nada. Para plantearse “la transición”. Pero también, deja entrever que aprecia en “el chavismo” la disposición y decisión (aparte de la capacidad) para transitar hacia “la democracia”, entendiendo por tal lo que entiende la oposición: que alguna figura o grupo de derecha pase a integrar el equipo de gobierno o a determinar políticas gubernamentales importantes.

Por supuesto, la fulana “transición”, dicha por un opositor furibundo como Ugalde, tiene ecos. En la entrevista en El Universal, las situaciones análogas vienen a colación” la “transición” del franquismo a “la democracia”, impulsada desde la monarquía instaurada por Francisco Franco; la “transición” desde Pinochet al régimen de la “concertación”. Nótese que en todos estos ejemplos de la fulana “transición a la democracia”, el momento clave es el de la formulación de un Pacto entre los diversos partidos. Es decir, que dicho en venezolano, sin alusiones extranjeras, de lo que está hablando Ugalde es de su percepción de que se está marchando hacia un pacto entre el chavismo y el antichavismo. Mira tú, como diría Cabrujas.

Las declaraciones de Ugalde no pueden verse aisladas, sobre todo de su contexto más próximo. Justo al día siguiente, y sucesivos, la CEV de la Iglesia Católica retomó el llamado al diálogo. Desde hace meses, Eduardo Fernández, líder de la muy menguada Democracia Cristiana, viene hablando de un Gobierno de Unidad Nacional, encabezado incluso por Nicolás Maduro, para enfrentar la grave crisis por la que atravesamos. No se me scapan las alusiones del Papa Francisco, un jesuita también, quien además ha ganado titulares criticando al capitalismo neoliberal global.

Para la izquierda, el concepto de transición tiene una historia. En la Primera Internacional, la diferencia principal entre Marx y Engels, por un lado, y los anarquistas, por el otro, era precisamente que los primeros postulaban la existencia necesaria de un periodo transicional entre el capitalismo y la sociedad sin clases ni estado, en la cual el proletario insurgente controlaría todos los mecanismos del poder, tanto para defenderse de sus enemigos, como para emprender las transformaciones de las relaciones sociales. Por supuesto, los formuladores del “socialismo científico” pensaban que el proletariado lo haría primeramente en los países más industrializados de Europa. Todos sabemos que eso no fue así. La primera revolución que se asumió como socialista y comunista, se desarrolló en el país mas atrasado, Rusia, y aunque sus dirigentes esperaban que en Alemania surgiera otra revolución en Alemania en 1918, no ocurrió, lo cual les obligó a asumir la modernización de su propio país, es decir, asumir las tareas de la industrialización, educación, urbanización, entre otras, que la burguesía rusa no había logrado hacer avanzar. Estas tareas de modernización forzada (con inmensos costos humanos, políticos, económicos, sociales, ecológicos), se consideró una “transición”, porque todavía según la teoría, se consideraba al socialismo como una transición.

El socialismo del siglo XX no resolvió este problema: el de que sus realizaciones sólo podían ser consideradas como la transición hacia la transición, y ésta, a su vez, como otra transición más. Por intereses políticos de las burocracias despóticas de aquel autodenominado “socialismo real”, no hubo desarrollo crítico de la teoría de la transición o e la “construcción del socialismo”, como se le llamó. Hubo sí, las visiones críticas trotskistas y maoístas que, unos, advirtieron sobre el peligro de la degeneración burocrática y, los otros, sobre la restauración del capitalismo por parte de los mismos dirigentes hasta ayer socialistas. Hubo además, los aportes de Marcuse y otros pensadores críticos, por los cuales se comprendió el fracaso de esa experiencia histórica que en la década de los 90, se derrumbó por los suelos, o se convirtió en una suerte de capitalismo reformulado.

Es sobre esa transición que nos interesa pensar y discutir. No en la que sueñan los voceros de la derecha opositora o algunas figuras de la Iglesia Católica, mediadora de un diálogo que no puede ser visto como antesala de un nuevo Pacto de Punto Fijo.




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Jesús Puerta


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