El ocaso del cómico Conde del Guácharo

El humor, conclusión de muchos, es muy difícil de realizar. En muy menor escala lo comprobamos cuando estamos en un grupo y comienza la contadera de chistes y como siempre sale uno a echar un chiste sin ninguna gracia y peor si es un chiste malo. También todo va llegando a su final, nada es eterno salvo la buena amistad.  Más cuando la chabacanería van colocándose en posiciones fastidiosamente repetidas, me refiero en el campo de las actuaciones y con mayor razón las humorísticas que son de lo más complejo. Este género divertido requiere de una buena producción, por eso la mayoría de los programas de televisión, los de antes como Joselo, Radio Rochela, hasta Bienvenidos, y como los pocos de ahora,fueron o son buenos segúnlos llamados, creosketchs, o guiones que deben ser adaptados a cada personaje.

Trabajan varios guionistas, humoristas, que andan imaginando, escuchando, copiando situaciones o chistes para sus personajes. Es el caso de esta breve introducción que como es costumbre viajo con mi esposa a Puerto la Cruz, después de haber vivido más de 10 años allá,  a visitar a un hijo y a algunos amigos, chavistas por supuesto, por eso me entero de tantas vainas aberrantes en nuestra política. Este diciembre hicimos un obligado recorrido por Guanta donde el alcalde Marín está haciendo tradición con la iluminación decorativa desde la redoma de entrada, en la vía a Cumaná, pasando por un moderno puente nuevo y una corta avenida que desemboca en la plaza Bolívar frente a la Casa Municipal. Es un bello espectáculo nocturno.

La sorpresa fue que mi hijo y su esposa como regalo de Navidad nos compraron unas entradas para el Show del Conde el 27 de este mes, invirtieron en cuatro entradas Bs. 2.200,00 y que sería en el Club Ítalo, ubicado en la Ave. Costanera. No me sentí agradado porque, aun cuando a veces hace sus buenos chistes su presentación está cargada de vulgaridades de las más soeces y ordinarias. Claro, como muchos humoristas, sus guiones están basados en la cotidianidad ya que parece colectivo que nos guste que nos hagan ver las cosas que hacemos, cómo nos comportamos, más si es con humor, o jodedera. Nunca habíamos conocido ese club, los italo-venezolanos de allá compraron una grandísima extensión de terreno y construyeron lo de siempre una piscina (grande), un restaurant y un área de pizzas, y sus oficinas, por lo que pude apreciar. Cuando entramos al área del club unos jóvenes preguntaban si íbamos para el show y pos exigieron Bs. 50,00 por el estacionamiento. Allí nos encontramos con otras parejas de familia, 3 más, que en total habíamos gastado Bs. 5.500,00 en entradas. El estacionamiento de tierra full.

Nos dirigíamos a la entrada más bonita, epa, ésa no, es aquella.Era más alejada y pertenece a un galpón inconcluso en su construcción. Hablo de las 8:30 pm. La entrada muy fea y unos muchachos de aspecto muy popular (después explico por qué destaco esto) nos hicieron una requisa corporal, asunto que nos extrañó ya que no es frecuente para un show de este tipo. Para completar la incomodidad nos tocó una mesa l, compradas numeradas pero sin croquis de ubicaciones, lateral al escenariotapados con unas cornetotas. Bueno, como lo que vamos es a oír, qué carajo. Se comenzó a llenar. En cada mesa, mínimo para 10 personas, comenzaron a aparecer los pedidos de  botellas, desde ron a casi Bs. 1.950,00 hasta del escocés 12 años en Bs. 4.000 y su servicio: cubo de hielo, 1 soda, un refresco y un agua mineral mediana. El hielo te lo reponían sólo que cada botellita de agua costó Bs. 35; 10 tequeños tibios, y chiclosos según nos comentaron, Bs.200,00.

Como decía, es un galpón no concluido sin puertas, con unos ventiladores laterales arriba, y donde no colocaron ni el más pequeño adorno, ni saludo de 2014, nada. Como siempre los fumadores buscan su espacio, al salir de  la sala hacia un área con menos construcción, sin techo, y donde entibiaban los tequeños y hacían las parrillas, el gordo de 200 kg.,que cobraba (se ve que era su negocio) cuando salía la parrillita le agregaba con las manos unos trocitos de queso blanco mientras sujetaba los billetes.Y se iba haciendo un charquero porque estaba la cava con las bolsas de hielo. Cigarros, humo de parrilla y charco para las sandalias (los hombres  no le paraban mucho). Ah y nada que arrancaba el chou, 10.pm.

 Cuando acompañe a mi mujer e hija (política) al baño y  nos enteramos que tenían a la intemperie 6 baños portátiles, tres para féminas muy arregladas, hermosas casi todas con falditas y vestidos cortos suprentallados (ummm), haciendo gala de enormes bustos, y tres baños para caballeros. Se nos ocurrió ir a los del club  al lado del restaurant ya cerrando. Limpios con aire acondicionado, etc. Se  inició el espectáculo con un humorista, o contador de chistes, muy mímico, un maracucho súper jodedor (para variar) al que no se le entendía lo que decía porque la acústica era pésima. Los que estaban al frente, pegados  a la tarima escuchaban pero, incluso nosotros que nos mudamos a una mesa atrás pero céntrica, gritábamos: no se entiende, no se entiende, e interrumpimos varias veces, alguna lejana respuesta y seguía el cómico que por cierto tenía mucha gracia. Todos incómodos y comentando que erConde se presentaría como a la una (1) porque es un artificio común en todos los espectáculos para que la gente gaste más en bebida y en los varios chiclosos porque el hambre pega con la noche y con los tragos.

El hijo mío conocedor de sonido le sugirió a uno de los encargados que distribuyera mejor las cornetas y que disminuyera los bajos, con los agudos se escucharía mejor aún la pésima acústica de ese galpón, quién sabe si para deportes utilizado como sala de espectáculos. Luego se presentó otro humorista, muy de homosexual su vestimenta y estilo jodedor, que se ganó al público con sus ocurrencias,  guiones, mejor dicho. Su personaje era con voz atiplada que se escuchaba un poco mejor con los cambios propuestos, contrastando con las varoniles que de vez en cuando usaba. Y caña por ese buche, y las tarjetas a millón. Bajó la reclamadera por el sonido, aunque tuvimos que recurrir a colocarnos al lado de una de las cornetas mejor posicionada y que fue motivo de molestias ya que todos querían que se les dirigiera hacia ellos, los de pie como los sentados. Molestias innecesarias si se hubiese dispuesto todo correctamente.

Y en la proporción del consumo de líquidos aumentaba la asistencia a los portátiles, especialmente los femeninos. Permanecí un rato, que de paso se escuchaba mejor que adentro, y disfruté del lindo desfile de hermosuras. El que usé no tenía luz, como ninguno tiene, y no vi papel tualé. No sé cómo harían las damas.

Todos medio molestos buscaban dónde ubicar las sillas para escuchar mejor. A la 1 am.,  apareció erConde con sus guardaespaldas, sin ninguna vestimenta especial y se colocó el sombrerito, se le escuchaba poco y ante la llamada de los asistentes: no se entiende, no se entiende, contestó: bueno, ya yo cobré y eso es porque ustedes pagaron barato, muy mal chiste. Y comenzó sin repertorio apoyándose en los mismos esquemas, haciendo chistes burlones de Chávez (que aun cuando exista libertad total debería prohibirse, por lo menos por lo muy reciente) Y los chistes en función de su esposa. Los mismo chistes, con variantes, las mismas groserías, en fin

De pronto decidimos marcharnos, otros lo hacían, echamos un vistazo hacia los baños y bastante público había sacado sus sillas para allá  ya que como mencioné, se escuchaba mejor.Y el charquero. En el estacionamiento encontramos  a un individuo, que se identificó como el dueño de la agencia de festejos, con unos buenos palos encima vociferando con otros 5 o 6 y decía que estaba apenado porque todo era una cagada. Comentamos colectivamente  que mejor que erCondehabía estado el que hacía de maricón con los pantalones rosados.

Comenté que en ese show los cómicos habíamos sido nosotros que pagamos y pagamos y todo fue muy malo. Nos fuimos a comer unos sanduches en casa para matar el hambre al no meternos nada chicloso y especulativo.

El Indepabis debería supervisar todas las condiciones para la presentación de todos los espectáculos.



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Simón Lacise


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