Poesía y Revolución

La poesía del rostro de Bolívar

Nadie tan amante de la verdad ―y contrario al disfraz― como El Padre de la Patria. Bolívar siempre supo tasar que el sitial inmenso que ganó a pulso en la historia germinó de su condición mestiza.

El Libertador ninguna vez desdeñó de su origen ni de su suerte de pardo. Al contario, valoró y empleó en favor de la Independencia de la América Meridional su condición “café con leche”.

Bolívar danzaba con maestría casi todos los ritmos de su época. Zapateaba los compases europeos, pero también los africanos. Sabemos que celebraba a diario nuestros platillos y bebidas, herederos de nuestra suculenta culinaria híbrida indo-afro-europea.

Porque entendía la identidad como un sancocho y como una velocidad más que como una mismidad estéril, hizo de la plasticidad su método. Y de la dialéctica para sopesar cada coyuntura, su arma más peligrosa.

Bolívar fue un hombre de allá y de acá. Como la hayaca. Asumir una condición mezclada y en trámite de llegar a devenir otra cosa le permitió pulsar y avivar nuestro brío subversivo.

Clarividencia que le facilitó encaminarnos hacia una revolución sin paralelo y cuya onda expansiva y quiebre civilizatorio sigue hoy vivo, como muestra el arresto neo-bolivariano re-germinando en todo el continente.

Refiriéndose a la revolución bolchevique, Lenin decía: “…la hicimos porque no sabíamos que era imposible”. Bolívar, en cambio, sabía que la revolución del Nuevo Mundo contra el Imperio Español era imposible, pero precisa.

Consiente de que no éramos ni Europa ni podíamos encarar el pasado indígena con melancolía sino con pasión transformadora, Bolívar asumió en todos los planos el precepto de su maestro Simón Rodríguez: O  inventábamos… o de seguro erraríamos.

“Yo moriré como nací: desnudo” confesaba proféticamente Bolívar a don José Ángel Álamo un año antes de morir. Este orgullo ante la figuración de su propio cuerpo desnudo en muerte, es el que sentimos que revive hoy al resucitar su rostro mestizo.

Semblante brillando ante sus hijos. Pero ahora sin retoques imberbes, blanqueados o europeizantes. Épica parda ante un mundo dizque “civilizado”. Pero todavía discriminatorio y endo-racista.

delgadoluiss@gmail.com



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Luis Delgado Arria


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