El discurso electoral en Venezuela (II)

El discurso opositor se propone ―y está gestionando cada vez con más fuerza― demoler política, ideológica y discursivamente las principales tesis políticas enunciadas por Hugo Chávez y su legitimidad misma en tanto líder político, tramitando poner en entredicho incluso su encanto carismático.   

Lograr des-posicionar a Chávez no es tarea fácil. Pero para algo sirven los desarrollos mil-millonarios en arquitectura y gestión de campañas electorales financiadas por los grandes consorcios trasnacionales capitalistas para levantar del anonimato e insuflar de perfil vencedor a candidatos electorales prácticamente desconocidos para el electorado como fue el caso de Obama.

  La campaña electoral en que Obama resultó vencedor en 2009 resultó de una inversión total estimada en 6 mil millones de dólares, en su mayoría procedente de corporaciones trasnacionales vinculadas con el sionismo internacional, de cuyo caudal Obama obtuvo la tajada más generosa.   

Esta vasta operación de inversión en investigación de audiencias, mapeo de identidades y sensibilidades políticas e ingeniería de la propaganda y la agitación política de la mano de un manejo brillante de la vocería política por parte de Obama consiguió conjurar en buena parte el tsunami de malestar masivo y explosivo que encaraba la ciudadanía estadounidense frente a la más grave crisis financiera y socio-económica de la historia contemporánea del país. Situación que se vio además seriamente agravada por la gestión impúdica y guerrerista del gobierno de Bush frente a esta crisis.

  Amparado tras un discurso pseudo-progresista, pseudo defensor de los derechos de la clase media, de las minorías afroamericana, hispana y de los distintos géneros e identidades sexuales y etáreos, incluyendo los niños y jóvenes, Obama consiguió persuadir al electorado para llevarlo a la Casa Blanca. Para lograrlo apeló con gran destreza al discurso liberal burgués, enarbolando las voluntaristas banderas de la igualdad, la dignidad y el progreso, alcanzando así refaccionar en el imaginario de las mayorías votantes el arraigado mito del sueño americano o american dream. Objetivo que en buena parte alcanzó soportado en la complicidad acrítica de los grandes medios masivos de ideologización nacionales e internacionales que invisibilizaron toda crítica anti-sistemica a dicho discurso salvo la disputa light que formuló su hiper-derechista contendor John McCain.  

La tesis central que obtengo de nuestra investigación en el campo discursivo electoral en Venezuela es que la campaña de la oposición, ahora comandada por el candidato presidencial Capriles Radonski sigue y seguramente adoptará un perfil bastante semejante al exitosamente seguido en EE.UU. por Obama.

  Chávez cuenta en favor de su aspiración releccionista con los indicadores de legitimidad democrática tras 13 elecciones al hilo, inclusión social y recuperación económica más progresistas y revolucionarios de toda la historia de Venezuela y de la región. La afirmación de Fidel Castro según la cual nunca en la historia de la región indo-afro-latino-caribeño-americana un gobernante hizo tanto por su pueblo en tan poco tiempo como lo ha hecho Chávez no es mera exageración.   

Los indicadores de supresión del analfabetismo en adultos, de reducción de la pobreza extrema del 21% (12 millones 250 mil personas) para 1998 al 7% para 2012 (900 mil personas), de incremento de la matricula universitaria de 28,3% en el 2000 a 78% en el 2010 (la 5ta mayor matrícula universitaria del mundo), de inversión en salud de 752 millones de Bs. en 1998 (6,3% del PIB) a 12 millones 430 mil Bs. en 2010 (7,8 del PIB), de disminución de la tasa de mortalidad infantil en niños menores de 1 año, de 21,36% en 1990 a 13,95 % en 2010, de mejora en el Desarrollo Humano de una valoración de desarrollo medio calculado por el PNUD en 0,7% durante el periodo del 1980 a 1998 a un Desarrollo Humano calificado como alto con un valor de 0,845 para 2012, de un incremento del empleo formal que se ubicaba para  1999 en 53% a 58,4% en 2012, lo que ha supuesto generar 2.344.440 nuevos empleos en 12 años, a razón de un promedio de casi 200 mil nuevos empleos por año durante dicho periodo.

  Pero la pregunta clave a formularse es: ¿serán estos logros espectaculares e incuestionablemente revolucionarios, —además del nuevo nivel de inclusión que resulte de los nuevos y masivos programas Vivienda Venezuela, Agro Venezuela, Misión en Amor Mayor y Niños de la Patria― suficientes para asegurar la victoria en la venidera justa electoral a escasos 7 meses de su celebración? Y tan importante como esto resulta plantearse: ¿se puede garantizar ganar con un ventaja cómoda que viabilice además alcanzar un escenario general de importantes victorias electorales del Polo Patriótico en las sucesivas elecciones de poderes regionales y locales, sin cuyo éxito probablemente encararíamos graves escenarios de ingobernabilidad e intentonas de secesión?  

 El objetivo ideal a alcanzar por el Polo Patriótico sería una clara victoria electoral durante las elecciones presidenciales con 15 o más puntos de ventaja, o cuando menos con 10 puntos de delantera. No alcanzar una victoria resonante entraña graves riesgos. Uno de ellos sería encarar masivas revueltas producto de sistemáticas denuncias de fraude y llamados a la rebelión en un predecible entorno de desestabilización interna, además de avivada desde el exterior.

  Independientemente de los discursos y contra-discursos electorales ya formulados —y los que se van a ventilar de ahora en adelante durante la presente campaña electoral en Venezuela— un discurso fuerte ya signa y creemos sellará a fuego todo el debate. Este discurso fuerte podríamos resumirlo en la siguiente tesis: ¿El proyecto que promete descolonizar la mediación entre gobernados y gobernantes, que propugna emancipar la dependencia de Venezuela de potencias extranjeras; y que conjetura avanzar a grandes y rápidos pasos en la realización de la máxima inclusión socio-política-cultural posible de la mayoría de los venezolanos, delineado a grandes pinceladas por Simón Bolívar durante el primer tercio del siglo XIX, será confiado de nuevo al comandante Hugo Chávez, incuestionable discípulo, rescatador y aclimatador del ideario antiimperialista y nuestro-americano bolivariano? O si, por el contrario, ¿dicha tarea será entregada a Enrique Capriles Radonski, desde hace días nuevo supuesto fiduciario del ideario bolivariano y de la aguerrida praxis política descolonizadora por la que luchó y ofrendó su vida el padre Libertador y nuestros próceres de la emancipación?   

Intentaremos abordar algunos de los intríngulis teórico-críticos que articulan los campos discursivos y los imaginarios colectivos que se articulan alrededor de las ideas fuerza: neo-bolivarianismo democrático radical popular liderado por el comandante Hugo Chávez vs. neo-bolivarianismo liberal burgués “modernizador” encarnado por el candidato Capriles Radonski.

   Partiendo de la premisa de que existe una relación dialéctica (simultáneamente de causa y efecto) operante entre práctica política y práctica discursiva examinaremos la esgrima electoral como un escenario en que es predecible que se re-politice y profundice la lucha de clases.  Este nuevo escenario incluye una nueva centralidad de sectores táctica o estratégicamente alejados de la participación política (abstencionistas blandos y duros, resentidos blandos y duros apostados en uno y otro extremo, e indecisos blandos y duros), emplazando así el surgimiento de nuevos contratos discursivos y nuevos pactos de gobernabilidad entre clases y fragmentos de clase, cuya observancia/ inobservancia creemos que virtualmente signará los nuevos modos de hacer política así como las nuevas instituciones a ser creadas —o demolidas— en las próximas décadas.   

Desde luego resulta clave incluir en el análisis el impacto discursivo/ electoral y otras derivaciones políticas en contexto venezolano y regional del discurso contenido en la Doctrina de Seguridad y Defensa de EE.UU. publicada recién el pasado mes de enero de 2012 la cual literalmente afirma:

   “Estados Unidos continuará efectuando las inversiones necesarias para garantizar que mantendremos el acceso a la región (latinoamericano-caribeña) y autonomía para actuar libremente en esta región a objeto de hacer cumplir nuestras obligaciones derivadas de tratados internacionales y del derecho internacional. Trabajaremos en estrecha colaboración con nuestra red de aliados y socios (en la región) para continuar promoviendo un orden internacional basado en normas que garanticen el estatus quo existente, y que alienten el crecimiento pacífico de nuevos poderes, el dinamismo económico y la cooperación constructiva en lo relativo a defensa.”  (…) En todo el mundo buscaremos ser el socio de seguridad a escoger, buscando nuevas asociaciones con un número creciente de naciones incluyendo las de África y América Latina cuyos intereses y puntos de vista están emergiendo en una visión común de libertad, estabilidad y prosperidad. Siempre que sea posible, desarrollaremos soluciones innovadoras de bajo costo, y aproximaciones cercanas para alcanzar nuestros objetivos de seguridad, apoyándonos en ejercicios militares, presencia militar rotativa y capacidades de asesoramiento.” Tomado de: http://www.defense.gov/news/Defense_Strategic_Guidance.pdf


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Luis Delgado Arria


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