Ocho tesis sobre el 04-F de 1992

Primera tesis: La vieja clase política sataniza al MBR-200 para sortear su propia extinción

La versión dominante difundida respecto del 04-F por la gran prensa nacional e internacional ―y por los principales partidos políticos venezolanos por la época― fue esta: apenas fracasó la rebelión, se la condenó, satanizó e incluso se intentó criminalizarla.

La infeliz expresión “muerte a los golpistas” lanzada por David Morales Bello, diputado por AD, en el Congreso Nacional y ante todo el país que asistía a los sucesos en vivo por TV tuvo al menos este mérito: resumió en tres palabras la política de exclusión y persecución ―inclusive a muerte― de la disidencia socio-política practicada por décadas por los guardianes de los intereses de la dictadura gansteril-burguesa disfrazada de democracia.

Se buscó despachar la insurrección tildándola de clásico golpe de Estado militar latinoamericano. Es decir, una asonada propinada por un minúsculo y ambicioso grupo de militares atolondrados e inexpertos quienes se insubordinaban en contra de los intereses de su pueblo, hiriendo de muerte a la “más estable, humanitaria y progresista democracia de la Región”.

Para lograrlo se alegó que el objetivo de la rebelión era instaurar en Venezuela una dictadura militar más. Muy al estilo de los muchos, siniestros e interminables regímenes de facto que ya habían asolado a la Región.

A la luz de los zarandeados acontecimientos sucedidos desde ese momento hasta el presente, la historia esclarece:

La del 04 de febrero fue una rebelión atípica en la historia de la Región. Su objetivo estratégico fue deponer no solo a un gobierno cuanto un sistema corrupto, criminal y entreguista de la soberanía del país, incluyendo sus recursos naturales y humanos. El fin último de la rebelión fue intentar fundar una democracia renovada y radical, y un movimiento patriótico y soberano en la población, inspirado en un ideario socio-político neo-bolivariano, zamorano y robinsoniano que a la vez ayudara a re-crear a la postre un nuevo y más justo orden regional y mundial en contra de la sujeción neo-colonial respecto de EE.UU. y por extensión, del sistema capitalista.

Segunda tesis: Chávez palpa el vacío político: acelera, organiza y comanda la rebelión

Ríos de tinta han corrido que buscan sentar la tesis según la cual el intento de golpe fue asestado por inhábiles pero ambiciosos militares, además carentes del más mínimo respaldo del alto mando, los partidos políticos y otros sectores civiles.

Se ha buscado hacer creer que la rebelión respondía a una lógica neo-tribal/ castrense que ambicionaba confiscar en beneficio de sus cuadros todo el poder político, que planeaban inhabilitar los partidos políticos opositores, y ajusticiar en plaza pública o freír en sartenes a quienes consideraban sus enemigos políticos. La operación de razzia política se haría básicamente para apostar en el poder a una nueva clase política integrada básicamente por militares que se tildaba de tan ambiciosos como sórdidos, ineptos y autoritarios.

Exploraciones lanzan nueva luz sobre el tema. No sólo hubo movimientos, partidos y sectores políticos e intelectuales que respaldaban con anterioridad la rebelión sino que, desde el mismo 04-F, vastos sectores populares implícitamente la respaldaron. Tras el suplicio infligido contra los sectores populares por órdenes de Carlos Andrés Pérez tras el 27F era impensable desde luego que los respaldos populares pudieran ser desarmados y frontales. Pero el clima general, incluso antes de la rendición táctica televisada asumida por Chávez fue notoriamente de bienvenida.

Respecto de las distintas posiciones y lógicas militares en oposición a las civiles se mantiene un esquematismo grosero que poco ayuda a entender la compleja dinámica dialéctica que operó en la sedimentación de fuerzas del movimiento que lideró la rebelión. Marx decía que el motor de la historia es la lucha de clases y que los hombres hacemos nuestra historia pero nunca a nuestro personal antojo. La hacemos pero siempre influidos y signados por múltiples determinaciones y contradicciones provenientes del pasado. La historia de la conformación secreta de organizaciones como el Ejército Bolivariano Revolucionario (EBR), la Asociación Revolucionaria de Militares Activos (ARMA), el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200) y las vinculaciones con el PRV de Douglas Bravo, propulsor de la tesis de la insurrección cívico-militar-religiosa, y además la formulación de la tesis del árbol de tres raíces, evidencian que el 4-F no fue sino la concreción en la historia de una yuxtaposición de praxis ideológico-políticas tan plurales como heterogéneas.

Pero como en política importan ―y la historia registra más― los consecuencias de las acciones colectivas que las teorías aisladas o los protagonismos particulares, lo que debemos resaltar y valorar es que en cada coyuntura del nuevo proceso constituyente del 04-F a la fecha siempre se ha conseguido imponer una posición de madurez política sin sombra de duda democrática y defensora del campo popular que ha sorteado remedar los traspiés de la izquierda de aparato o insurreccional de la década del 60 o los calamitosos desvíos del mal llamado “socialismo del campo soviético”.

Tercera tesis: la historia emancipadora es siempre hechura heroica de hombres y mujeres; nunca azar

Se ha intentado de mil maneras convencer sobre que el comandante Hugo Chávez no era más que un humilde y políticamente iletrado soldado de origen campesino, del todo carente de liderazgo, madurez y proyecto político. Al efecto se propagó la tesis según al cual Chávez fue un sujeto sortario quien tuvo la buena estrella de haber sido encomendado casualmente por el movimiento insurrecto para tomar por asalto el Palacio de Miraflores, objetivo que, por cierto, no habría logrado.

El buen hado de este soldado además se habría multiplicado gracias al desliz del “sistema democrático” de haberlo ponchado en cadena nacional, ante la nación entera a objeto de ofrecer una ignominiosa rendición incondicional; y llamar a los compañeros alzados a deponer las armas.

Documentos tales como los revelados en el artículo publicado por José Sant Roz bajo el título: “Estremecedoras revelaciones jamás narradas sobre el 4-F” y diferentes declaraciones de los principales comandantes de la rebelión ayudan a desentrañar no sólo que la rebelión fue larga, minuciosa y profesionalmente planificada y comandada por Hugo Chávez sino que incluso, tras una delación, pudo ser emprendida, incluso pese a los mil inconvenientes logísticos y desafecciones que esta situación de última hora desencadenó.

Queda claro que Hugo Chávez fue el autor y líder máximo de la insurrección y se esclarece que no tomó Miraflores por la sencilla razón de que esa no era su misión. El mismo Chávez ha ventilado que la rebelión no hizo sino adelantarse tácticamente a una asonada miliar de ultra derecha que estaba ya en marcha. Asonada naturalmente cobijada desde los EE.UU.

Se aclara que Chávez y el MBR-200 organizaron por largos años un movimiento con capacidad para inspirar y activar a las tropas y a movimientos y personalidades civiles para librar una batalla de varios días o incluso semanas contra un ejército oficialista que a la fecha lucía deprimido, carente de ascendencia moral sobre los mandos altos y medios activos y los líderes naturales entre la tropa. Para el 04-F el MBR-200 era tenido al interno de las FAN como la antítesis del grupo desclasado, antipatriota y pitiyanqui que había respaldado de facto la adopción del recetario fondo-monetarista comandado por el gran capital, responsable del genocidio contra sectores populares desatado tras el 28 de febrero, una vez controlada la ciudadanía desbordada por el toque de queda en el marco del Caracazo.

Cuarta tesis: de cómo una rebelión cívico-militar es convertida en democracia radical y germen de socialismo

Se intentó reforzar de mil maneras la versión según la cual Hugo Chávez y el MBR-200 comandado por él no constituían sino un pequeño y trasnochado grupo fundamentalista con sospechosos nexos con el destartalado comunismo internacional.

Se decía ―y todavía se repite― que era un grupillo que, de alzarse con el poder de seguro llevaría al país a una grave situación de ingobernabilidad y catástrofe socio-económica que exigiría la pronta intervención diplomática y militar de EEUU.

Resulta al menos sorprendente que la celebración e intachable acatamiento de los resultados durante 14 elecciones democráticas consecutivas todavía no haya convencido a quienes continúan catequizados o hipnotizados por el fantasma del supuesto carácter oscurantista, populachero, resentido, anti-democrático y fundamentalista/ comunista de Chávez y su gobierno.

Respecto de la relación con EE.UU. no sólo Venezuela sigue manteniendo una importante relación bilateral de comercio estratégico sino que se han estrechado incluso proyectos para la explotación de hidrocarburos y otros productos bajo un esquema favorable a ambas partes.

No se ha producido intervención de EEUU u otras potencias capitalistas a la tierra de Simón Bolívar lo cual no solo habla de la capacidad del presidente Hugo Chávez para construir una relación pragmática pero respetuosa con el gigante del Norte, sino que deja en claro la falta de complejo o subordinación por chantaje para explorar y alcanzar proyectos de mutuo beneficio sin cesión de soberanía venezolana.

Quinta tesis: derrota militar, victoria política

No pocos ansiaron inculpar a Chávez por el fracaso del golpe. La verdad es que el golpe “fracasó” por múltiples razones entre las que despuntan, principalmente, la precipitación de su realización ―tras una delación―, la falta de respaldo inmediato por parte de la población civil ―en razón del factor sorpresa y de la insuficiencia de mecanismos para comunicar eficazmente los objetivos. Y además, debido a la errónea percepción de una cierta izquierda y de sectores intelectuales que veían a priori con desconfianza cualquier proyecto político liderado por militares. Fantasma explicable sobre todo tras la atroz historia de dictaduras militares y caza literal de cuadros de izquierda que por décadas asoló la Región. En Venezuela al escuadrón militar encargado en las FAN de ejecutar estas operaciones de ejecución extrajudicial se lo bautizó con el nombre de Cazadores. A lo anterior se le sumó la actuación antipopular de parte las FAN en el marco de los sucesos del 27F. La cruenta historia nacional y regional padecida impidió justipreciar las diferencias con respecto del sector militar venezolano y en particular con respecto al MBR-200.

La historia muestra que Venezuela es un país cuyo pueblo y cuyas fuerzas armadas hoy se fraternizan mayoritariamente en torno a un proyecto de inspiración neo-bolivariano, patriótico, anti-neocolonial, libertario, ecológico y más recientemente, en tránsito hacia un neo-socialismo a la venezolana. Si la vertiente dominante en el MBR-200 hubiese sido la conculcación sistemática de los derechos democráticos de la población o el afianzamiento de un clásico gobierno de catadura militar, ya tal propensión se habría expresado a los largo de una docena de años. Lapso en que además el gobierno bolivariano ha tenido que bregar con una oposición recurrentemente anti-democrática, apátrida, delirante y conspirativa.

Sexta tesis: tres lecciones del 04-F

El 04-F en perspectiva histórica, es decir, en una configuración que incorpora todas las transformaciones sociales y políticas, económicas, militares y culturales que se han alcanzado en esta primera docena de años, nos enseña muchas cosas importantes. Pero narremos por lo pronto tres:

Uno: El 04-F, a 20 años de su ocurrencia, nos enseña que para avanzar en una praxis de izquierda nuestra; y para dar arrestos suficientes al poder popular para restituir la soberanía y oponer la agenda neoliberal y el imperialismo guerrerista desbocado es preciso plantearse tomar posesión del poder Estado. Dejar de planteárselo es cuando menos infantilismo. Pero también resulta infantil imaginar la consolidación de una alternativa real y sustentable de poder al sistema capitalista financiero mundial (capitaneado por la cada vez más desesperada triada EE.UU., Europa, Japón) desde una lógica fordista/ verticalista/ vanguardista/ elitista.

Es decir, una lógica que emane instrucciones desde arriba, retardando capitalizar protagónicamente el respaldo y sinergia del poder popular en la experiencia de librar una lucha de clases resuelta y desde todos los frentes de lucha. Referimos una guerra de todo un pueblo contra la lógica crecientemente rapaz y genocida del capital. Esto es, la participación protagónica de todo el pueblo en la definición y producción no de la pequeña sino de la gran política, la gran economía, la cultura, la gran comunicación e información pública masiva y la gran política de seguridad y defensa. Vale decir, en la edificación colectiva de la contra-hegemonía desde el abajo social.

Dos: La lógica de acumulación de fuerzas que transita dialécticamente desde el juramento del árbol las tres raíces del 82, al Caracazo del 27-F del 89, al 04-F del 92, al 27-N del 92 y de allí hasta lograr el paulatino sobreseimiento de todos los alzados (93-99) y luego armar la lucha contra-hegemónica por alcanzar el poder por vía electoral concretado en 1999 demuestra que si bien la opción inicial de la rebelión fue básicamente militar (04-F) y cívico-militar meses más tarde (27-N), es porque constituía la única opción frente a la incautación totalitario-gansteril del aparato del Estado y la cooptación de las instancias de mediación con el pueblo, implantado por la derecha capitalista internacional y administrado por el celestinaje adeco copeyano hasta la década del 80. Pero una vez alcanzada la visibilidad y respaldo popular por el MBR, la estrategia correcta fue y sigue siendo la electoral-burguesa.

No obstante —y por paradójico que parezca— buena porción del pueblo expresa hoy tener claridad de que desandar lo avanzado para acatar ciegamente los resultados de unas elecciones en que la derecha ganara apuntalada en una campaña electoral financiada desde el extranjero, soportada en el oligopolio mediático mundial y local y en la manipulación e intoxicación mediática de sectores proletarios y de clase media hasta ponerlos a actuar en contra de sus propios intereses de clase, podría conducir a nuevos e impredecibles escenarios de confrontación. El reciente caso Libia habla a las claras que el nuevo modelo capitalista de “transición” de gobiernos incómodos a la triada imperialista (EE.UU., Unión Europea y Japón) incluye la persecución y eliminación masiva de cuadros opositores a las fuerzas de ocupación financistas de los denominados “rebeldes”. Tal escenario coloca toda futura “transición” al borde de algo demasiado parecido a la guerra civil. De Libia han sido literalmente expulsados por causa de los masivos y criminales bombardeos misilísticos, en situación de indocumentados y en su mayoría a pie, por los caminos verdes, cerca de millón y medio de ciudadanos (básicamente mujeres y niños) de poco más de 6,5 millones de habitantes. Se sabe que decenas de miles se encuentran hoy ilegalmente detenidos e incomunicados en campos de concentración situados al margen de todo el derecho internacional y sin expectativa de juicio. Esta es la lección que el gran capital trasnacional persigue facilitar a quienes osen oponerle resistencia. La lectura que sectores pro-socialistas y progresistas de Libia, incluso anti Gadafy, es hoy que la práctica electoral puede llegar a devenir en una coartada más de la dictadura del capital para colocar a los pueblos y gobiernos nacionalistas y socialistas en desventaja frente al gran poder de manipulación y chantaje del oligopolio mediático internacional y nacional en contubernio con organismos de inteligencia, al servicio de las grandes trasnacionales.

Tres: Resulta estratégico retomar el sentimiento de compañerismo y hasta hermandad de lucha construida entre los rebeldes originarios (militares y civiles) que protagonizaron el 04-F y el 27-N; e injertar, adaptar y cultivar este sentimiento en todas y cada una de las expresiones y articulaciones existentes en el Estado y las constitutivas del poder popular. Harto conocido es que el imperio impera justamente dividiendo. La amalgama entre la praxis militar originaria, la praxis de los diversos y largos activismos de izquierda y la praxis de los cuadros civiles formados, forjados y capitalizados al calor de una docena de complejos y aleccionadores años de revolución debe apuntar a fraternizar los progresismos y los izquierdismos y además los campos de lo civil y lo militar, lo estatal y lo “no estatal”, los sectores frontalmente críticos (hiper-críticos) y los veladamente críticos (hipo-críticos), los más “talibanes” y los más “moderados” en un nuevo pacto de socialidad, protagonismo y liderazgo compartidos, tarea ineludible para cimentar una sólida e irreversible complexión contra-hegemónica. Los diferentes grupos de poder, clases, tribus, clanes, familias y sectas pro Gadafy que libraron encarnizadas batallas al interno del Estado por el monopolio del edificio burocrático hoy son perseguidos sin distingo alguno por el sanguinario e hiper-fundamentalista “gobierno de transición” apostado por la OTAN así como por fuerzas de seguridad de países vecinos. El decreto de guerra a muerte lanzado por el gran capital en contra el proletariado mundial y todos los sectores y pueblos oprimidos del mundo amerita ser respondido con la armazón y consolidación de una unidad dentro de la diferencia cuya responsabilidad es de todos, pero en especial de los actores socio-políticos y económicos con más poder.

El comandante Fidel Castro ha insistido que en Venezuela no hay 4 millones de oligarcas en referencia al voto opositor al chavismo. Por tal el trabajo de arquitectura de hegemonía no debe ser solo confiado a una política de progresividad en la distribución de la renta dirigida a sectores pobres y de clase media. Más aún, pasa por mediaciones estratégicas impulsadas por todos los partidos, movimientos, organizaciones sociales, sectores y personalidades adherentes al eje revolucionario socialista o incluso al campo progresista. Marx decía que no ve igual el mundo quien lo percibe con el estómago lleno a quien lo hace con el estómago vacío; y de la misma forma decía que el obrero tiene más necesidad de respeto que de pan, destacando la urgencia de incorporar la visión proletaria y oprimida de mundo y su forma de participación en la edificación de una nueva praxis política. En línea parecida, en 1828 Simón Rodríguez exhortaba a los gobiernos patriotas de América recién emancipada a constituir hegemonía con base en una nueva política anti-colonial hecha de honda horizontalidad participativa:

Para tratar de su bienestar (los gobiernos patrióticos), no deben perder consultores, ni medios de consultar, cada hombre excluido del consejo es un voto de menos i [sic] un perjuicio, porque hai [sic] que pensar en él para que no efenda [sic], y por él cuando lo necesitan” (citado en Sociedades Americanas 2007b: 24).


Séptima tesis: el 04-F y el motor de la historia

El 04-F y el sinfín de hechos que desencadenó —y sigue desencadenado— nos sirven hoy para constatar que una revolución no es un acto de magia, un giro repentino o un providencial golpe de suerte. Una revolución es un vasto proceso de construcción constituyente, parido desde el abajo social, y que llama a un industrioso trabajo cotidiano, de hondo aliento y largo plazo. Es un período de génesis, condensación y aceleración de grandes mutaciones. Un momento atravesado por mil mediaciones, determinaciones… y contradicciones generalmente inexplicables y muchas veces, inevitables.

Es un proceso en zigzag que envuelve saltos adelante, reflujos y desorientaciones. Una revolución no es producto pues de un ascenso previsible, a velocidad crucero y en línea recta. Se ha aprendido a 20 años del 04-F del 92 y una docena de años de Gobierno Bolivariano que el poder no es una serie de instituciones a tomar sino una complejísima madeja de prácticas sociales, económicas, políticas, militares y culturales que deben y pueden ser repensadas y redefinidas en profundidad simultáneamente desde el arriba del Estado y desde el abajo social.

El camino recorrido ha permitido valorar que un grave peligro ha sido inoculado dentro de nosotros mismos producto de la falsa conciencia lumpen-burguesa todavía enraizada en no pocos cuadros e inercias institucionales burocratizadas. Conciencia alienada cuyos coletazo hemos visto cómo se transfigura muchas veces en embriaguez consumista, continuidad de la opresión de clase y de multiformes formas de dominación.

El poder inspirador del 27-F, el 04-F y el 27-N nos permite hoy hacer balance crítico de ciertos descarríos propios del revolucionarismo sesentista con su concepción desmañadamente instrumental del Estado, su visión liberal-productivista -estatista de edificación del socialismo y su voluntarismo estéril por ayuno de voluntad de poder por y para la mayoría inmensa.

El 04-F no es pues una fecha muerta y sepultada. Es una data cuyo sentido histórico debe ser leída al interior del tsunami de cambios estructurales desencadenado por las fuerzas del cambio en favor del país, de Nuestra América y del mundo. Decir que en poco más de una década en Venezuela hemos duplicado el Producto Interno Bruto y la inversión social y además hemos reducido la pobreza extrema a menos de un cuarto de lo que se ubicaba, de 42,5% a 9,4% y la pobreza relativa de 50,4% a 33,7% es reseñar apenas la punta del iceberg de lo alcanzado.

Pero acaso lo más relevante sea que hemos liderado la recuperación del sentido internacionalista del conflicto de clase y el rescate de la noción gramsciana de bloque histórico como piedra de toque desde donde anclar la reconfiguración de contra-poderes con capacidad para construir a cada paso la contra-hegemonía. Este 04-F celebramos más que lo alcanzado por unos contados piquetes de soldados que salieron con el sueño en los ojos por un país mejor, la manera nuestra de ir recobrando nuestro país para buena estrella de los venezolanos e indo-afro-latinoamericanos y del mundo. Para transformar el mundo, según Immanuel Wallerstein, la izquierda mundial requerirá de una unidad política que no se alcanza con meras declaraciones televisadas. Asimismo, apuntalar posiciones del bloque de poder sudamericano frente a presiones de otros bloques más poderosos, homogéneos y consolidados es algo que está por verse. El archipiélago ideológico y político de las izquierdas devenidas gobiernos en América Latina, sean partidistas y movimientistas tiene como desafío concretar los acuerdos tácticos y estratégicos que marcarán el camino futuro. No obstante, el solo tener la oportunidad de plantearse una agenda de este nivel de complejidad y oportunidades habla de un nuevo escaño alcanzado con base en lucha de clase regional. Justo es decirlo, todo este nuevo amanecer regional despuntó en buena parte producto del 04-F del 1992.


Octava tesis: tareas que nos plantea el 04-F veinte años después

Quisiera concluir esta reflexión con una imagen que siento es la antítesis del arresto vertical y definitivamente sin medias tintas con el que se armó y cristalizó la rebelión del 04-F. Decía el prestigioso escritor irlandés George Bernard Shaw:

Un hombre moderadamente honrado con una esposa moderadamente fiel, ambos moderadamente bebedores, en una casa moderadamente clara, he aquí la imagen de la clase burguesa.

Esta es de hecho la imagen contradictoria que sentimos movió el espíritu rebelde y proletario, audaz y revolucionario y nacionalista más que escuetamente cívico o militar del 04-F:

Y es justo ese espíritu resuelto el que hoy siento nos convoca hoy a ser no moderada sino admirablemente honrados,

No moderada sino admirablemente humanos y camaradas,

No moderada sino admirablemente fieles a la causa popular,

No moderada sino admirablemente bebedores pero no de bebidas espirituosas sino de la doctrina iluminada de Bolívar, de Rodríguez, de Miranda, de Petión, de Zapata, de Sandino, de Martí, de Marx, de Engels, de Trotsky, de Rosa Luxemburgo, del Che, de Fidel Castro, de Alí Primera, de Hugo Chávez, de Evo Morales y de tantos otros y otras.

Activistas no moderada sino admirablemente alentadores de esta nueva casa nacional y regional resplandeciente y custodiada por el magno genio hecho de verticalidad a toda prueba de nuestro padre libertador Simón Bolívar.

Un Bolívar que se nos une —y no solo de nombre— a nuestra República Bolivariana de Venezuela; y su espada camina en la voz, experiencia de empoderamiento y manos de millones de patriotas por toda Nuestra Indo-Afro-América Latina.

Esta es la imagen y compromiso de clase proletaria, oprimida, justa y hermosa a que siento nos convoca el 04-F.

El 04-F no es pues una fecha-cadáver ya disipada en el cementerio de la historia. Es más bien un impulso y un fermento, un envite y un reto vivo.

El 04-F es un desafío que nos compromete no tanto a comprender o gestionar nuestra realidad socio-política, económica y cultural cuanto que a trabajar por transformarla irreversiblemente de cara a las evoluciones y oportunidades globales mediante una faena arduo de producción de nuevos bienes y servicios, diálogo y discusión, estudio e investigación, creación y crítica constructiva, contraloría social y elevación de la conciencia y del compromiso por defender el terruño.

Y nos insta a transfigurarla, transfigurándonos también con realismo pero también utopía. Siempre con el concurso ético y con la boniteza arada en la historia personal y colectiva de todos y todas.

delgadoluiss@gmail.com

 



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Luis Delgado Arria


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