Con mi mataburros no te metas

Reglamento de la Ley del Tránsito Terrestre Gaceta Oficial N° 5.420 del día 26 de junio de 1998. Rafael Caldera - Presidente de la República. Artículo 20: “Los vehículos deberán reunir las características técnicas de construcción, dimensiones, peso, condiciones de seguridad, comodidad y mantenimiento que establezca este Reglamento, las Resoluciones del Ministerio de Transporte y Comunicaciones y las Normas Venezolanas COVENIN”

Artículo 21: “Ningún vehículo podrá ser modificado en sus características originales salvo autorización expresa del Ministerio de Transporte y Comunicaciones. Para efectuar cualquier transformación, modificación o cambio que altere la estructura, función o aspecto de un vehículo, pero que en ningún caso afecte la seguridad del tránsito terrestre, se expedirá autorización por medio del órgano competente del Ministerio de Transporte y Comunicaciones”

Inicio con los artículos que fueron activados por las autoridades de Tránsito Terrestre revolucionarias y que han causado alteraciones públicas masivas. Sin dudas que quien tuvo la ocurrencia -en especial al Artículo 21- no tiene ningún tipo de conocimiento político electoral, y por ende no hay nadie del alto gobierno con conciencia política ni de buen nivel del PSUV que estén involucrados en el asesoramiento a este importantísimo cuerpo vinculado a ese movimiento social permanente que nos atañe a todos diariamente, como es la circulación vehicular.

Cuando se aproximan fechas electorales se trata de evitar molestias de todo tipo en las comunidades (reparaciones y construcciones que produzcan obstáculos), y aplicar medidas (y sanciones) de cualquier orden que afecten la “normalidad” ciudadana. Podría considerarse que es una medida efectista, pero vale. Así como también debe mejorarse, al extremo, todo lo que tenga que ver con soluciones a problemas colectivos que impacten a la mayoría. Se logró mejorar el problema eléctrico, que si no gravitaría súper negativamente la tendencia a favorecernos electoralmente. La cuestión más fastidiosa, todavía, está en no conseguir leche en polvo. Los chavistas la chillan pero se la calan, y los opositores, aún cuando tienen de todo, siguen con que es porque estamos en comunismo. Ocurre con el aceite. Urge resolver ese problema ya. Darle más duro, inventando de ser posible, a la inseguridad: mayores labores de inteligencia; mejores pagos a funcionarios y recompensas a soplones o dateros incógnitos de las comunidades quienes conocen a todos los pandilleros y sus capos.

Siguiendo con lo de los reglamentos de tránsito, podemos apreciar que cuando fue elaborado en 1998, gobierno de Caldera, ocurrió como con todo lo de la cuarta república, a la ligera, generalizado, indefinido. En el Artículo 20 se menciona: “los vehículos deberán reunir… condiciones de seguridad, comodidad y mantenimiento…” y es sólo un enunciado, ya que es sumamente difícil de cumplir en un país donde no contamos con buenos sistemas de transporte colectivo para todas partes, menos en 1998, y todo ciudadano, más los jóvenes, desean tener un carro (algunos lo han resuelto con motos) para movilizarse con las familias y/o amigos. Estos carros, en grandes cantidades, en la población popular son los llamados catanares, para paseo y para transporte de pasajeros, inclusive los piratas, así como las busetas y muchos autobuses que no reúnen las condiciones reglamentadas. ¿Entonces que hubiese ocurrido si se hubiesen aplicado?

Con el Artículo 21 ocurre algo peor. Parte de él: “Para efectuar cualquier transformación, modificación o cambio que altere la estructura, función o aspecto de un vehículo…sin pedir permiso a las autoridades”, ¡una pendejada!  No se les pueden colocar rines especiales, cauchos de variada características, spoilers para que no se dañe la pintura del capot ni deflectores le entre agua por los vidrios de las puertas, gomas antisalpicaderas en los guardafangos, kits de elementos cromados decorativos, calcomanías, vidrios ahumados, luces especiales y mataburros, etc. Se dan cuenta, camaradas, la ligereza cuarta republicana para legislar. Y eso va con muchas leyes y sus reglamentos que debemos, además, socializar para humanizarlos. No soy defensor de los recientemente sometidos a cuestionamiento y eliminación, pero como todo en la vida depende de la óptica o visión que se aplique, interesadamente, todo puede ser condenado o aprobado, de ahí que los criterios ponderados son los que valen. Para condenar los mataburros, nombre que puede ser extendido a las vacas “matavacas” ya que todo el que recorre nuestras carreteras ha visto, en ocasiones, accidentes causados por choques con animales que cruzan las carreteras, por descuido de sus propietarios o que se escapan de las cercas de protección. Cuentos de que “luego del impacto, la vaca me cayó en el vidrio delantero y me lo rompió, perdí la visibilidad y caímos en la cuneta, en el barranco, etc. y el carro me quedó destrozado” De ahí su utilización. Escuchamos el doloroso caso de la muerte de nuestro nadador Vidal porque su carro fue embestido por una Hummer con mataburros. Pero no lo mató el mataburros, fue el carajazo que un vehículo como ése puede producir, con un imprudente, asesino, conductor a alta velocidad. Igual si lo choca una pickup, o un camión, a exceso de velocidad… sin mataburros. Las luces de HID son molestas cuando no están bien graduadas (altura visual) pero son de gran utilidad en las carreteras donde hay poca luz y, como costumbre, nada de señalización. Sin embargo, de no verificar su correcta iluminación, pudiesen ser eliminadas. Al papel ahumado se le ha buscado la vuelta negativa en su uso ya que puede esconder hecos delictivos, puedes ser pero igualmente vemos una cantidad de carros sin papel ahumado empleado para fechorías. Es más, los maleantes emplean la modalidad de viajar en carros libres, legales o piratas, y pasan desapercibidos aunque las malas intenciones, y el mal aspecto de los tripulantes, salgan por las carrocerías. De las las motos ni se diga. Y bicicletas silenciosas. Todas para actos de sicariato cotidiano.

Lo que sí se empezó a correr por todo el territorio, y me disculpan los funcionarios honestos, es que se habían abierto las puertas para “el martillo libre y desenfrenado”, autorizados.

simnelacir@gmail.com



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Simón E. Lacise


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