Dentro del desastre desastroso del accionar de los que gobernaron en la IV, donde muchas actividades públicas -responsabilidad del Estado- las fueron llevando al abandono para privatizarlas: la educación, la salud, la seguridad (empresas de vigilancia, chimbas las más), el abastecimiento de alimentos con especulación, la industria petrolera que lo estuvo por lo poco que pagaban en regalías e impuestos y casi para entregarla por completo a los meritócratas más las trasnacionales a las cuales favorecerlo y de las que pertenecen ahora como empleados o asesores (vendepatrias), dentro de ese desastre privatizador -sin hablar de la miseria- no se ha comentado mucho, o nada, del sistema de correos. No funcionó ni siquiera cuando se llamó IPOSTEL. No interesaba. Y aparecieron las grandes empresas de correos, que no mencionaré, y que cada día, oligopólicamente, suben los precios para el transporte de encomiendas y sobres y cartas.
Estimo que, además de regularles los altos precios que debemos pagar porque no contamos con un buen servicio público, deberían obligarlas a colocar estampillas postales a sus envíos sin costo al usuario, hasta que rescatemos, popularizando, ese valioso servicio con bastante mano de obra venezolana.
Otro sistema de gran uso que es evasor de los impuestos de transmisión son los sistemas de Internet. ¿Habrá alguien que haya pagado por enviar un correo electrónico? No, ¿verdad? Y esas empresas se meten un enorme billete por todo ese inmenso mundo comercial y se van lisitos. Que no lo paguemos nosotros, usados para sus fines mercantilistas, sino un pequeño impuesto que se exprese en timbres fiscales venezolanos. Que los conozcamos acá. Que los conozcan allá.
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