12 y 2012

Venezuela celebra hoy no un aniversario más de un gobierno cualquiera, como tantos hubo en el país.

Venezuela festeja y a la vez repiensa hoy el punto de inflexión, de nacimiento, la fuente misma de un quiebre drástico, radical, irreversible de su historia.

Alguien pudiera pensar que la tesis que planteo no es sino una exageración entre voluntarista y propagandística. Sobre todo a contadas semanas de las pasadas elecciones parlamentarias que fotografiaron una apretada correlación de fuerzas entre bolivarianismo y oposición.

Pero no. Por un lado generalmente marcha la realidad electoral y por otro, muchas veces, la dimensión del cambio histórico de las sociedades y de colapso geo-político del agonizante mundo capitalista en que moramos.

Un huracán llamado revolución

Es tal la cuantía y hondura de transformaciones que han sido llevadas a término en estos agitados pero productivos 12 años de luchas en Venezuela que enunciarlos no justiprecia el nuevo estado de conciencia alcanzado. Y menos caracteriza el estadio de mutación hacia un estadio post-capitalista que de hecho se viene desencadenando en nuestra sociedad.

Con una mezcla de humildad pedagógica y de sentido profético Bolívar nos enseñaba que en medio de la tempestad de una revolución incluso él, en su calidad de Libertador, no sería sino una brizna que se la llevaría el viento.

Tal el complejo desafío que encaramos intelectuales ―en el sentido abarcador en que lo definía Gramsci― y hombres y mujeres con responsabilidades de Estado, de partido y de poder comunal.

Producto de esta Revolución Bolivariana hecha del trabajo e inspiración de tantos y tantas ―y en especial de todo nuestro pueblo humilde, incluso el que engañado milita en contra de su propia clase―, vivimos hoy en Venezuela el quiebre de la forma en que se estiló hacer política así como la forma de vivir la relación individual y colectiva con nosotros mismos. Pero, además, encaramos el quiebre de una institucionalidad /mundo en insalvable crisis.

Desde luego que todavía nuestro pueblo y parte de nuestro Estado están todavía presos de mil y una contradicciones desarrollistas y pequeño-burguesas.

Pero presiento que hemos traspuesto esa frontera que Marx decía habría que salvar para hacer irreversible un proceso de transformación revolucionario.

Ojo, no es que podamos dormirnos en los laureles de lo alcanzado sino que con sólo avanzar a la velocidad crucero que llevamos y con operar un remozamiento y profundización de las políticas de tierras y empleo, industrialización y comunicación, socialización de los modos de producción y política cambiaria; y comenzar a cosechar éxitos en las políticas de seguridad ciudadana, vivienda y control de la especulación, la revolución bolivariana cosechará de seguro una nueva y brillante victoria este venidero 2012. Desde luego este avance en materia estatal deberá ir escoltado por la inspiración al interno del nuevo Polo Patriótico en el sentido de construir un sólido partido movimiento capaz de pensar y actuar con eficacia de cara a cualquier amenaza u ofensiva.

En apenas 12 años pasamos de una política pragmática, gatopardiana, manipulatoria, cosificadora de la alteridad, en suma, maquiavélica, hobbesiana y de espaldas al pueblo, a una política de la discusión, la creación, la hechura y confrontación de ideas, nuevas estructuras de gobierno y proyectos de vida.

La que tuvimos hasta hace 12 años no fue una política peladamente populista/ paternalista/ antipatriota y entreguista.

Fue la negación misma de nuestra venezolanidad, de nuestra raíz rebelde, contestataria, solidaria y de tradición de liderazgo continental y mundial en la arquitectura de una región fraterna y de un nuevo espacio-mundo.

La que vamos creando, cada uno con su aporte y su praxis crítica, es un nuevo Estado y una nueva sociedad. Un nuevo orden lanzado hacia una praxis descolonizadora, antiimperialista y más lentamente también, anticapitalista, anti-individualista y anti-consumista.

Una praxis acerada desde la experiencia colectiva de un modo de gobierno y de vida inspirados en una democracia nuestra, esto es nutrida en nuestra historia de luchas a nivel nacional y de las luchas del proletariado a nivel mundial. Y, sobre todo, profundamente radical, esto es, como dice el presidente Chávez, que se exige ir a la raíz de los problemas.

Vivimos hoy el quiebre de la forma en que el pueblo se mira a sí mismo. Y también la manera en que se proyecta a futuro desde el arsenal que constituye el pensamiento y accionar mirandino, bolivariano, robinsoniano, zamorano, martiano, zapatista, sandinista, entre otros, hoy cada vez más recobrados.

A lo que se le suman los aportes de los padres del socialismo científico y los nuevos aportes teóricos y en pleno desarrollo del socialismo del siglo XXI.

Pinceladas de este terremoto:

Como lo han puntualizado, entre otros, Luis Britto García, Alan Woods y Greg Wilpert, los cambios se cumplen en diversas áreas y ritmos, entre los que podemos agrupar:

En el plano de la política interna:

En 12 años hemos celebrado 14 elecciones democráticas consecutivas, frente a observadores internacionales, tres de ellas presidenciales. Y de ellas hemos coronado trece y perdido una.

Tal ha sido posible, además de los cambios sustantivos, gracias a la praxis de una novedosa y dinámica política comunicacional que ha privilegiado la comunicación directa entre Presidente de la República y ciudadanía. Tal política de la mano de la maestría comunicacional del presidente Chávez ha resultado que más de la mitad de los electores hayan si no superado al menos sí neutralizado la guerra política, cultural, mediática, diplomática y militar incesante librada por el sistema capitalista en contra de nuestro proceso.

Lo que, en consecuencia se ha traducido en que las mayorías hayan justipreciado la necesidad de defender ―con votos, marchas, organización comunal y praxis crítica― sus intereses de clase ligados al proceso bolivariano.

En el plano social:

De 1998 al 2009 uno de cada dos venezolanos que estaba en situación de pobreza relativa consiguió salir de ese estado; el número de hogares en situación de pobreza extrema se contrajo a menos de dos tercios, pasando del 21% al 6%; y la tasa de desempleo cayó a menos de la mitad, pasando de 14,5% a 7%. Hoy Venezuela es uno de los países menos desiguales de América Latina según revela el Coeficiente Gini. Además, el país registró durante este periodo el incremento más drástico del Índice de Desarrollo Humano en el planeta, según registra el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

En el plano económico: 

Hace 12 años Venezuela tenía en manos de trasnacionales sus principales sectores industriales y de servicios estratégicos. Tal anemia en la capacidad de ejercer la soberanía incluía la entrega del petróleo, el gas, el hierro, la electricidad, la banca y las telecomunicaciones. Hoy todas estas empresas han sido re-nacionalizadas y sus ganancias, puestas al servicio de la inversión social. Venezuela recuperó y reasumió su aerolínea bandera y adquirió varios de los principales bancos, especialmente luego de la crisis bancaria; controló la fuga de divisas, elevó las reservas internacionales a cerca de 40 mil millones de dólares y diversificó las divisas antes de la estruendosa caída del dólar. En el 2.007 cancelamos del todo nuestra deuda con el FMI; y en el 2010, tras un arduo trabajo, consiguió certificar el más vasto depósito de crudo del mundo con 297 mil millones de barriles, superando a Arabia Saudita.

En el plano mediático:

Venezuela exhibe hoy la realidad de no tener un medio cerrado, un periodista preso, ni una nota de prensa censurada. Para 1998 más de 90 diarios, 60 televisoras y 1.000 radioemisoras hacían oposición furibunda al proyecto bolivariano, mientras por el Estado había solo una radio (Radio Nacional) y una televisora de servicio público (Venezolana de Televisión). Nuestra topografía mediática muestra que el Estado y el proceso disponen, además, de una televisora de servicio público (TVES), otra de contenido antiimperialista e integracionista del Sur (Telesur) y otra del parlamento (ANTV), amén de una red de emisoras radiales comunitarias y pequeñas editoriales que en su mayoría respaldan profundizar la revolución.

En el plano cultural:

Hace apenas 12 años las mayorías veíamos como necesaria y hasta conveniente asumirnos como colonia e idolatrábamos todo lo extranjero. Gracias a una mezcla de analfabetismo y de décadas de colonialismo educativo desconocíamos y por ende menospreciábamos nuestra gloriosa historia. Desde hace poco más de un lustro Venezuela exterminó el analfabetismo según reconoció la UNESCO, activamos una política de alfabetización mediática para enseñar a la población a leer guerra de IV generación y así hemos vuelto a sentirnos y asumirnos patriotas, venezolanos, latinoamericanos y ciudadanos del Sur. Nuestra historia y la política neo-bolivariana son temas de discusión cotidiana; y el ideario libertario, emancipador y antiimperialista de nuestros próceres de la independencia y de los padres del socialismo utópico y científico comienza a navegar la mente y la consciencia de millones. Mención especial cobra el activismo ético-estético que intelectuales, artistas, docentes, artesanos y etnias indígenas han ingeniado, no pocas veces sin un acorde respaldo del Estado. Referimos una representación del pueblo en revolución y del renovado imaginario emancipador nuestro-americano y del Sur, antiimperialista y recuperador del imaginario popular y no popular de nuestros héroes e inmortales hazañas colectivas.

En el plano de la seguridad y defensa:

La Revolución Bolivariana impidió la instalación de bases militares imperialistas en su territorio; resistió la instalación de bases militares en Colombia; rechazó el golpe de Estado en Honduras, vetó sobrevuelos de aeronaves extranjeras sobre Venezuela; invitó a salir de territorio de Bolívar a la DEA; deportó a Las Nuevas Tribus; diversificó los proveedores de armamentos y repuestos de equipos militares; modificó la doctrina militar para adaptarla a la Guerra de IV Generación y activó una Reserva Popular con más de cien mil efectivos. Recientemente constituyó y activó el Ejército Bolivariano y la Policía Bolivariana bajo un enfoque que objeta y condena el recetario de la Escuela de las Américas.

En el plano ecológico:

Con frecuencia recuerdo que Alejandro moreno olmedo decía que la ecología debía siempre comenzar por garantizar condiciones de existencia para el ser humano. Pues bien, esta historia comenzó a escasas semanas de inicio del gobierno de Chávez. Producto de la emisión criminal capitalista de emanaciones contaminantes, un gigantesco alud de lodo, árboles y pedruscos se precipitó bruscamente sobre la población indefensa del litoral central vecino a la capital con el saldo de más de 20 mil muertos. La dimensión de la tragedia se centuplicó en virtud de la entrega ilegal de permisos para construir en áreas próximas a lechos de ríos y quebradas por Parte de gobiernos anteriores. A diferencia de la actitud de otros gobiernos indolentes del mundo, en Venezuela el deslave encontró a un presidente y un gobierno bolivariano activo y sensible al sufrimiento. La capitalización de esta experiencia en gestión de emergencias se ha puesto de relieve durante esta pasada tragedia por superávit de lluvias en varias partes del país. El país tiene una política de preservación de las cuencas hidrográficas, control de emisiones contaminantes, eliminación del plomo de la gasolina y medidas de control preventivo de incendios y gestión de represas, entre otras políticas.

En el plano internacional:

Venezuela decomisó en los pasados 12 años más droga que en toda su historia. Y capturó y deportó más capos de la droga y presuntos terroristas que nunca. El país pasó de ser mero mercenario de la unipolaridad a eje impulsor de la multipolaridad, de la unidad latinoamericana, coautor del descalabro del Alca, resucitador de la OPEP y del Movimiento de los No Alineados. Conquistamos ser miembros activos del G-15, de Mercosur, de Unasur, del Alba, socios estratégicos de Cuba y de la mayoría de los países caribeños, integrantes del Caricom, de China, Irán, Rusia, Belarús. Somos propulsores de Petrosur, Petrocaribe, el Banco del Sur y de la popularmente llamada ONU sin EEUU ni Canadá: La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. En una palabra, somos estandartes de una nueva y prometedora arquitectura de la solidaridad y la paz internacional.

En momentos en que mis compatriotas celebran briosamente en Venezuela con concentraciones, marchas, simposios, encuentros y coloquios el sentido complejo de esta fecha y sus derivaciones hacia los nuevos desafíos que nos aguardan, yo comparto, compatriota, este humilde aporte.

Acaso para no sentirme solo, acaso para entender ―y entendernos― en horizonte, un poquito mejor.

delgadoluiss@gmail.com


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Luis Delgado Arria


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