Un precipicio al frente y los lobos a la espalda

 

Así prefieren caracterizar algunos las opciones del chavismo frente a la actual coyuntura político-electoral post elecciones parlamentarias.

Sobre los lobos a la espalda estamos de acuerdo.

De que lobos hay, los hay. Y suficientemente hambrientos de dinero, poder, grandeza y sentimientos de revancha, por cierto.

Sería candoroso pensar así que, en el supuesto de que la oposición alcanzara derrotar al chavismo en las próximas elecciones presidenciales del 2012, el gobierno electo no va introducir causas contra todos los que de seguro considerará sus enemigos.

O más fácil aun. Basta con no hacer mucho porque el lado mejor armado y fascista del país la emprenda contra la negrada y la indiada inculta y pro-tiránica chavista, como generalmente nos caracterizan.

Comenzando por supuesto por políticos más prominentes, sindicalistas, periodistas, intelectuales y artistas bolivarianos, pero siguiendo hasta llegar al último maestro de escuela, alfarero o albañil incontrovertiblemente progresista, por no decir socialista.

Si lo hicieron en menos de 72 horas, durante el improvisado golpe de Estado y secuestro del presidente Chávez en el 2002 ¿por qué no lo harían a continuación soportados bajo un manto de legitimidad y con todo el peso de las armas, inteligencia nacional y foránea e institucionalidad burocrática y judicial de su lado?

Pacifistas y coyotes vegetarianos

Por algo decía el actor y activista social Yves Montand: "Los pacifistas son como ovejas que creen que el lobo es vegetariano."

El lobo es un lobo para el hombre, como decía Hobbes. Y sobre todo cuando este coyote goza de pelajes fascistas.

Sin ir muy lejos, en abril de 1994, tras el asesinato del presidente de Ruanda en un ataque contra el avión en que viajaba, se desató una masacre masiva que superó de lejos los 500 mil ciudadanos.

Casi la mitad de las mujeres que sobrevivieron a la masacre fueron violadas y muchos de los 5.000 niños nacidos de esas violaciones fueron asimismo asesinados.

Un ejemplo de guerra civil contemporánea como este no es inverosímil que acontezca de nuevo. Sobre todo en una Venezuela polarizada, alienada, envenenada por los medios masivos de distracción y alineación; y sobre todo ignorante de lo que fue más de un siglo de guerras intestinas en Venezuela.

Esto por no abundar sobre las persecuciones en caliente que la nueva doctrina pitiyanqui contra el “terrorismo de los países del Sur”.

El precipicio al frente

Algunos analistas plantean que dar un paso al frente en este contexto pasa necesariamente por radicalizar las leyes y políticas de corte socializadoras de los medios y modos de producción, enfrentando así frontalmente no sólo a la derecha y la centro-derecha opositora sino también al empresariado trasnacional y nacional.

Otros analistas alegan que seguir este camino resultará en una respuesta fulminante y decisiva de la derecha nacional e internacional que depondría el Gobierno Bolivariano, finiquitando la más intrépida experiencia de avance al socialismo en toda la Región.

La respuesta de Chávez ha sido continuar avanzando en la estatización/ nacionalización de empresas estratégicas (comunicaciones, agua, electricidad, gas, alimentos y su distribución y banca) evitando la confrontación frontal y simultanea con todos los sectores monopólicos en el país.

Y mientras tanto apoya la socialización de empresas en diferentes ámbitos de la actividad económica en que la intervención del Estado resulta viable y más estratégico.

Tal política ha permitido al proceso ir avanzando en el control de sectores vitales que de continuar en manos de la derecha llevarían dar al traste los comicios presidenciales y de gobernadores del 2012.

El trabajo como herramienta de autoproducción de un nuevo hombre y una nueva sociedad

No obstante es cierto también que la necesidad de una mucho mayor apertura en empresas estatales y privadas para el protagonismo de los trabajadores y una mayor calidad de vida traducida en menores impuestos (incluido la inflación) y una ley del trabajo más que progresista, revolucionaria son piezas claves para conservar y avivar la conciencia de clase y afilar la hegemonía.

Una nueva fuerza de trabajo y unas nuevas y socialistas formas y relaciones de producción son así las piezas maestras con que es operable responder a toda suerte de viejas y nuevas embestidas contra el modelo socialista venezolano.

Se sabe que en el modo de producción/reproducción capitalista, antes de que un operador active sus habilidades y conocimientos en y sobre un proceso productivo concreto, precisa ser producido bajo una forma social determinada.

Esta forma social que produce al trabajador es tal que requiere ser producida como “capacidad o fuerza de trabajo”.

Y a su vez, esta “forma social determinada” supone que el conjunto de los presupuestos vitales de su actividad, así como los recursos y potencialidades intelectuales que forman su contenido, sean regulados y colocados a disposición de mecanismos sociales generales.

Por ello la actividad potencial que circula y se mercantiliza como capacidad o fuerza de trabajo según Marx aparece siempre como columna vertebral de relaciones sociales determinadas.

Es decir, relaciones sociales que al actualizarse como trabajo efectivo en un proceso de producción, superan con creces el espacio de eso que llamamos lo productivo.

Por ende, para Marx la relaciones sociales se cristalizan como formas o funciones sociales pero manteniendo una especificidad en relación con sus soportes materiales.

Para decirlo más simple, para Marx el hombre nuevo no es producto de una mera dignificación (desde arriba) de sus condiciones de producción y de existencia cuanto que producto de una nueva y crecientemente conciente praxis, individual y colectiva permanente y ascendentemente sostenida.

Una praxis expresada como voluntad de liberación de cualquier forma de sujeción y falsa conciencia dirigida a alcanzar las condiciones de realización de la más alta dignidad humana en el marco de una sociedad de iguales (y no sólo ante la ley).

Acariciamos estas honduras de la teoría marxista para subrayar que no basta con detentar el correaje de producción con que, por ejemplo, se producen y distribuye maíz en el país a objeto de evadir un lock out empresarial.

¿Nacionalizar sin socializar o socializar sin nacionalizar?

Nacionalizar una empresa o sector desde la perspectiva socialista reclama necesariamente rupturar los modos de producción y las relaciones de producción feudalistas/ capitalistas preexistentes para que el objetivo estratégico libertario socialista y democrático de largo plazo se verifique.

De no hacerlo el lobo --y precipicio al frente-- pueden ser paradójicamente además los mismos procesos de nacionalización/ estatización de industrias y sectores estratégicos.

Ejecuciones que, paradójicamente, en lugar de engendrar nuevos y más fervientes socialistas lo que cree es una masa de nuevos resentidos y alienados, desde luego, presas fáciles de un neo-capitalismo ramplón pero eficaz en la medida en que se promociona a sí mismo como corderito con rostro humano.

Ya lo advertía Engels: "El Estado moderno no es sino un comité que administra los problemas comunes de la clase burguesa".

Y remataba Marx: “El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan”.

La palabra respeto se conjuga hoy en Venezuela utilizando el verbo “participar” y el adverbio “protagónico”.

Desde luego participar para transformar la realidad social; y en ese mismo proceso, transformarnos dialécticamente junto con ella.

No para sucintamente fanfarronear invocando la muletilla: “yo participé… yo participé”… pero en una reunión de trabajo en la que nadie me paró un rábano…. y no logré que se modificase ni esto.

delgadoluiss@gmail.com


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Luis Delgado Arria


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