Escarra y asociados C.A. …se diseñan estados: ponga usted la ideología que nosotros le hacemos la mejor constitución.

Un dato primero para explicar este título especial. Recordemos: en el año 98, ya decidida la estrategia de participación electoral por parte del movimiento bolivariano, un extraño personaje de pañuelito blanco e infaltable en el flux, se convierte en una vedette política del bloque revolucionario en desarrollo. Sus altos saberes jurídicos parecía ser que valían mucho más que seis años de pelea en la calle ideando y materializando lo que para entonces se llamó “Proceso Popular Constituyente”. De repente el muy lúcido constitucionalista convenció a nuestro candidato Hugo Chávez que la idea estaba del carajo pero: “eso sí le quitas lo de popular”. Se decía que eso no cabe en ningún manual de los exquisitos saberes jurídicos y constituyentes que el hombre manejaba a la perfección. El famoso objetivo de la “refundación nacional” quedó entonces limitado a un echar a andar –por compromiso jurado del candidato- un amplio y participativo “Proceso Constituyente”, una vez ganadas las elecciones. Y bien, reconozcamos que a última hora el señor nos ha volteado la tortilla a los militantes de la orilla callejera. Deslumbrados los jefes por tanta pinta y tan linda verborrea, este alto coronel del civilismo exquisitamente burgués terminó siendo el maestro diseñador de la nueva constitución de una república que empezaba a revolucionarse sin ninguna necesidad de “doctores”. Obvio, el sorpresivo diseñador actúa siguiendo los deseos y recomendaciones de nuestros representantes constitucionales y obviamente de las opiniones del recién electo presidente. Bajo el mandato de este democrático conciliábulo constituyente es que la historia se nos puso patas pa’rriba. Lo que se pensó hecho desde el protagonismo abierto y directo de lo que ya se identificaba como “pueblo bolivariano”, cuyo indelegable poder constituyente habría de ponerse en marcha, defendido e incentivado por un legítimo gobierno transitorio, hasta darle nueva forma a una inédita república pensada y construida desde una espiral colectiva y asamblearia “de abajo a arriba”, de pronto de desmoronó. Ahora serán estos señores muy sabios, electos por bloques de “kinos” de derecha e izquierda (escuálidos y chavistas se dirá más tarde), los encargados de hacer la labor desde arriba pa’bajo: del cielo ilustre lleno de pañuelitos rojos, blancos, azules, hasta llegar de regalo a los pasivos terraplenes del negrero. Será entonces como ustedes recuerdan, una gran asamblea constituyente presidida por el exquisito de Hermán Escarrá, quien nos diseñe la nueva república. Y nosotros, parias de cualquier militancia concebida como revolucionaria, haciendo gala de la mas guevona ingenuidad, aceptamos la volteada y patas pa’rriba nos quedamos. No quedó otra cosa que calarnos este insoportable burguesito del Opus Dei dando clases magistrales de “constitucionalismo” democrático, meterse como se pueda en las sesiones “participativas” del bloque constituyentista bolivariano, meter alguna cuña en la que sería la “nueva carta magna”, y defender la vaina. Como en efecto hicimos poniendo desde el comienzo nuestros saberes, nuestra voluntad y nuestra sangre en la primera línea de lucha. La historia continuó hasta que…ya conocen ustedes la historia… ¿y por cierto, dónde estaban nuestros fabulosos constituyentistas el 11 de Abril?...los derechistas conspirando de frente, y los bolivarianos, unos pocos ayudando a la lucha, otros escondidos, otros preocupados cuidando cargos si saber en que bando meterse (el 12 eran arrepentidos carmonistas y el 13 lloraban de alegría por el regreso de Chávez ¡y allí están!, ustedes saben quienes son), y nuestro divino constituyentista –junto con otros- poniendo su pañuelito al servicio de la mas asquerosa conspiración fascista. En otras palabras, el exquisito doctor, y su par político, jefe de la Asamblea Nacional de entonces, Luis Miquelena, se nos convirtieron en unos traidores de mierda.

Sin embargo, muy esperanzados por los nuevos tiempos que se abrían y sin darle mucho peso a las formalidades y a la aureola de “representantes” revolucionarios que nos imponían –y que en demasiados casos ni su mamá sabía en qué revolución, o al menos una luchita por’ay, se habrían metido algún día en su vida- la agenda de todos los militantes reales, antiguos y novatos, pasaría a ser el cómo volvemos a voltear la tortilla a nuestro favor. Es decir, adivinar desde la acción concreta de los colectivos populares cómo regresar el poder constituyente a nuestras manos, cómo hacer de los primeros espacios del poder popular que empezaban a tomar forma y llenarse de gentes cualquiera y de pueblo, auténticos poderes que, más allá de cualquier formato constitucional, tengan la fuerza y la autonomía para configurar entre sí inmensas diásporas de un poder constituyente revolucionario, organizado e irreversible.

¿Y qué pasa ahora ocho años después de aquella experiencia que nos costó tan caro, que casi nos costó la revolución misma? Pues que la vainita de los doctores que nos diseñan repúblicas (ahora pomposamente “socialistas”) se vuelve a repetir. Y vaya casualidad que el protagonista principal tras la barrera de la nueva maniobra constituyentista nos es Hermán sino Carlos Escarrá, su hermano (claro, esta vez sin pañuelito, y sin mucho burguesito pajuo en el lenguaje, sería el colmo, aunque nunca se pierda el flux y la corbata negra). También agreguemos que esta vez el camarada Carlos ha actuado como mucho menos autonomía que su hermano. Ha sido el “gran pintor de la revolución”, nuestro presidente, -no juzgamos intenciones, corroboramos solamente los hechos- el gran ideólogo de una reforma constitucional que corre bajo su iniciativa y responsabilidad.

Y por eso el irónico título que no lo hacemos por afición estricta a la ironía, que no está mal de vez en cuando, sino porque de verdad que la historia se nos ha hecho irónica y ojalá no se nos vuelva a convertir en un sangriento cinismo si finalmente se repite por entero. Y que conste, no es porque veamos en Carlos Escarrá el mismo destino que el del traidor de su hermanito, su destino en esta vida corre por su responsabilidad y nosotros no somos quienes para prefigurárselo, el ya sabrá por donde elegir; hasta hoy usted es nuestro camarada o al menos un aliado. El problema es que entre los dos doctores del celestial saber constituyente, y en tiempos históricos muy distintos, a la final terminan jugando el mismo papel: instrumentos de una descarada expropiación del poder constituyente que ahora sí tiene forma, gente y sabiduría por miles y miles en la base del pueblo. Y por ello mismo podríamos decir que hoy es mas grave aún la renovada volteada de tortilla. Porque si bien ayer se justificaba por ausencia de una diáspora organizada y popular en capacidad de asumir por entero las atribuciones de un poder constituyente, hoy ese sujeto que somos los parias organizados y politizados de este pueblo, si existimos; luego, ya no hay justificación. ¿Pero entonces porqué se repite al pelo la maniobra expropiadora?, ¿Qué es lo que está pasando, o qué es lo que NOS está pasando?

No creemos tener la respuesta definitiva a una cosa tan compleja y que está en el centro del proceso revolucionario. Lo cierto es que una vez concluido el gran ciclo conspirativo de la derecha que va del 2001 hasta Agosto del 2004 con el referendum presidencial, comienza un nuevo proceso cruzado por una evidente confrontación entre la base popular del chavismo y la burocracia “roja” en formación. Muy confundidos todos respecto a cual posición tomar frente a este encontronazo subterráneo, en la medida en que ha pasado en tiempo la ausencia de una voz abierta y libre que reivindique la libertad revolucionaria conquistada, ha hecho prevalecer el chantaje. “No digas lo evidente que le haces el juego a los fascistas”, es el argumento de oro del andamiaje burocrático que todos los días acrecienta su poder, soportados por un poder presidencial querido pero –por decir lo menos- totalmente pasivo frente a este fenómeno. Tres años después, luego de ratificar a Chávez en la presidencia, una línea de profundización revolucionaria se abre como necesidad. Chávez asume el reto efectivamente. Para ello había dos grandes alternativas para realizarlo. O se lanzaba una línea centrada en el protagonismo popular (consagración de la raíz libertaria e inédita de la revolución bolivariana), o por el contrario, la profundización será interpretada como el momento justo para imponer definitivamente la línea burocratizante, de verticalidad caudillista y de capitalismo de estado. Y es esta segunda línea la que se impone. Ya no es la ingenuidad, ahora es el silencio lo que nos está costando caro. La formación del partido unificado y la creación por decreto (reforma constitucional) del “estado socialista” se montan por encima de nuestro silencio. El mismísimo esquema (partido-estado-socialismo de estado) de los fracasados “socialismos reales” se repite al carbón en nuestra tierra bajo un formato liberal y de dominio económico de la burguesía financiera e importadora y sin duda del capital transnacional. Un esquema que se consagra con una reforma plebiscitaria que constitucionaliza una relación abismalmente desigual entre los poderes populares, territorialidades, recursos, derechos de la sociedad y el mando político y económico presidencial, representativo y empresarial.

Frente a tan avanzado fenómeno de silencio colectivizado, aún si la confrontación subterránea se haya agudizado e incluso se hayan desatado los primeros fenómenos represivos contra iniciativas claramente revolucionarias y colectivas (movimiento de trabajadores de PDVSA, represión contra los trabajadores de de Sanitarios Maracay, represión de gobierno y empresarios contra los trabajadores que tomaron en Mérida la fábrica de desechos, tomas de terrenos e inmuebles urbanos por parte de los CTU, represión contra los sindicatos de la administración pública, etc), los movimientos populares por lo general han terminado entrampados en un cuadro polarizante y mediático reforzado por el liderazgo del presidente. La dinámica expropiadora del poder constituyente se cuela sobre este entrampamiento y sin aparente salida. Estamos atrapados compañer@s al interno de una gigantesca maniobra contrarrevolucionaria que tiene en la oposición su cara más estúpida y victimaria (las víctimas del dictador castro-comunista) y una casta burocrática en el poder cada vez más idéntica en sus intereses a los defendidos por oligarquía opositora.

Decir si o no reforma ya a estas alturas no tiene sentido. Gane el no o gane el sí será la misma vaina. Ganarán los escuálidos y su monstruosidad reaccionaria o un “estado socialista” que jamás será nuestro y que más pronto de lo que creemos se echará contra nosotros. Si hay referéndum será la asociación expropiadora del poder constituyente (donde los hermanos Escarrá han sido solo los instrumentos exquisitos de ella, y ya nos atreveríamos a decir que el mismo Chávez mas allá de los poderes personales acumulados y agigantados por la reforma), la ganadora. Si no lo hay por el clima de inestabilidad que parece formarse, igual la tortilla se nos voltea pero ya totalmente frita. En nuestra consideración lo fundamental a entender es que la casi nula participación de la base revolucionaria y del colectivo en general en los grandes diseños políticos de la revolución es un síntoma original de este proceso ante el cual o rompemos o perdemos el chance que nos ha dado el azar histórico. Ningún proceso revolucionario real ha marchado al pie de constituciones, leyes y decretos, mucho menos sobre el silencio y el ceder palabra y poder al chantaje burocrático. Los efímeros ciclos revolucionarios que ha vivido la humanidad contra el capitalismo han corrido alrededor de los actos materiales de transformación protagonizados por las vanguardias colectivas de los pueblos. Es por tanto la política necesaria a esta ruptura nuestro reto. Por ahora simplemente en cuanto a nosotros ya no nos calamos asociaciones exquisitas de constituyentistas, ni el silencio es nuestro horizonte, simplemente empezamos por arriesgar la palabra.



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