La guerra de Venezuela por el petróleo y Hugo Chávez como el nuevo gendarme necesario

La situación de Venezuela, de cara a un futuro defensivo en medio de una guerra, se ha puesto recia.  Lo he dicho casi en cada reflexión que he hecho, faltando nomás ponerle fecha al asunto:  la cofradía de países industrializados que regenta el mundo nos entuba hacia una confrontación sin remedio, con el objeto de cubrir sus necesidades en materia de recursos naturales.*  No es cuento, y no pido permiso para seguir siendo pesimista, dadas las señales al respecto, cada vez más alusivas, cada vez más cerradas, como círculos concéntricos en torno a las mayores reservas de petróleo del mundo.  No es pesimismo lo que logre prevenir o concienciar respecto de la inminencia de un hecho.

Se dice en Venezuela, refraneramente hablando, que “la necesidad tiene cara de perro” para aludir a la pérdida de toda compostura y protocolos morales y sociales a fin de saciar la dicha necesidad.  Casi como si se dijera que el fin justifica los medios.  ¿Durito, no?  La historia está tan llena de ejemplos que es ridículo traer colaciones.  ¡Imagínense, es un refrán!  No más les sugiero ver al respecto una sabrosa historia de Guy de Maupassant, llamada “Bola de sebo”.  Lea esa farsa de los valores y maneras sociales, y vea como unas “damas” minimizan casi al grado de beatificación ─se dirá─ la profesión de prostituta y prácticamente obligan a una congénere (que ya era del oficio) a acostarse con un teniente para que las deje pasar, en medio de una situación de guerra en Francia.  Luego de lo cual, logrado los objetivos, siguen abominando de ella, como lo hacían antes.

¿Tirado de los pelos el ejemplo?  Tal vez, pero no deja de hablarnos de los temas, moral y guerra.  Y es la guerra, amigos, máxima expresión de la toma de medidas en función de la supervivencia y el suplimiento de necesidades.  ¿Que no lo cree, porque hay países que la hacen sin que necesariamente este amenazada sus subsistencia?  Poco creíble, sin duda; toda guerra apunta a lo dicho, más allá de apariencias, valores morales y necesidades.  Lo que normalmente cunde es la incapacidad de comprensión para penetrar en el meollo, intrincado por el mundo de las apariencias y la falsa moral “progresista” que se nos inculca sistémica y sestemáticamente desde el colegio.

Le pongo el ejemplo más brillante que se me ocurre.  ¿Ha visto usted, por estos tiempos de petróleo, a algún país pelearse por el agua?  Hay guerras del petróleo y de los cien años o días, pero ¿guerra del agua?  No la he visto por estas décadas, a menos que nos refiramos a la así llamada serie de protestas de calle que ocurrieron internamente en Bolivia hace un tiempo.  Bueno, le digo que en su nombre ya se planifican guerras, y ya se han hecho silenciosas invasiones y construido, también, inequívocas campamentos militares en el mundo.

¿Sabía usted que sólo el 1,5 ó 2,5% del total del agua del planeta es dulce, esa que tomamos todos los días?  ¿Visualiza usted a un país tan prevenido como los EEUU hacer guerras por ella?  ¿Lo visualiza con problemas de suministro, ahora mismo como hablamos, en tiempos de petróleo? Lo más seguro es que no; parecería ridículo.  Sin embargo, ya tienen bases militares en Suramérica, en las adyacencias de las pocas reservas mundiales del vital líquido.  ¿Sabía usted que ya les enseñan a sus escolares que la amazonia es un territorio que les pertenece, actualmente en manos de unos bárbaros (los suramericanos) que la maltratan?  ¿No le suena ello a guerra?  ¿O qué me dirá, que son buenos modales y educación, positiva expresión del progreso en el mundo?  ¡Vamos…!

Lo regular es que veamos a ese país guerrear por petróleo, y aquí volvemos a nuestra preocupación inicial sobre el porvenir belicoso que se le encasqueta a Venezuela.  Necesitan petróleo y vendrán por él, tan seguro como que son un país industrializado, y el industrialismo, al menos a partir de su segunda revolución, se funda en el uso del petróleo como elemento base combustible.  De lo contrario, perece (desde el punto de vista industrial, lógicamente), dado que a corto plazo, por lo menos hasta el 2.050, no ha previsto la desaparición o corte del suministro del petróleo para su funcionamiento, lo que nos empuja a decir que, peor aun, el apogeo actual de esa infraestructura de explotación tiene que sonarnos más precisamente a amenaza clara, dado que es un sistema que exige continuar funcionando (exprimiendo petróleo) hasta tanto no ocurra un cambio de uso en la base combustible, se trate ya del hidrógeno, el etanol, la energía atómica o lo que fuere.  Hasta tanto no advenga en infraestructura mundial la tecnología sustituta que, sin duda, ya debe estar prevista.

Las proyecciones del funcionamiento de la infraestructura industrial estadounidense, antes de cambiar al sucesivo formato sustitutivo, están calculadas, con toda certeza, sobre la base del petróleo existente en el mundo, ubicado en forma de reservas no en países (óigase bien) sino en la corteza terrestre.  No hay Irak, Venezuela, Arabia Saudita o Irán (no se incluye Rusia, país armado); hay petróleo y reservas.  Y hay una infraestructura, como dijimos, para su explotación creada, hecho que nos hará ver a ese país con “cara de perro” cuando por alguna razón una reserva se sustraiga a su cálculo o se le presentan problemas de suministro (actualmente el competidor en la materia, China, ha disparado las alarmas).  Y Venezuela es uno de esos potenciales casos de sustracción, aunque hoy le venda petróleo a plena capacidad.  Asunto serio, por consiguiente, y nada digamos de aquella doctrina colonialista del tal Monroe, que hace dar por hecho que le pertenecemos, no tanto ya en nación, sino como suelo.  Y esa cara de perro semeja con gran precisión a la de un cánido de guerra.

No hay formato de buenos valores o buenos discursos que valga.  La guerra es la guerra y su necesidad de hecho es su necesidad.  Los EEUU no se dejarán morir en nombre de la libertad bolivariana de Venezuela o cualquier otro país que figure en la lista de suministro.  Menos en nombre de acomodaticios valores a respetar del mundo civilizado y progresistas, como les gusta a ellos mucho nombrar (EEUU y su combo industrial):  “Por el respeto a la democracia, la libertad y las buenas costumbres, no invadiremos a Venezuela para tomar su petróleo, vital para nosotros.  Caerá nuestra base industrial y perderemos la preponderancia que hasta hoy hemos protagonizado en el mundo.  Muramos”  ¡Por favor!

En medio de mi visión si ustedes quieren insana, no me consuelo con las pastillitas esas de la historia que pintan a Venezuela como país intocable, so pena de desatar una conflagración mundial, como en la Segunda Guerra Mundial lo fue Polonia.  Es inútil.  Polonia fue arrasada, finalmente, como sabemos.  Por el contrario, es necesario alarmarse porque nuestro país tenga esa percepción, nada halagüeña.

Y tirar la vista más allá, analizando los signos y síntomas del cielo.  En repaso:  Chávez cierra filas nacionalista sobre el petróleo, preocupando al gringo; el país industrial insiste en llegar a mediados de siglo a expensas del petróleo de los demás, como lo han calculado, cuando se supone habrán cimentado en infraestructura la nueva tecnología; hay ya bases de guerra “petrolera” en Colombia y el resto del continente y el Caribe; Chávez reanima a las milicias, urbanas, de frontera y territoriales, como recurso coadyuvante en caso de agresión; EEUU y sus aliados (Colombia-Perú-patio trasero, Israel-poder sionista-financiero y España-aliado caso Irak) presionan con fuerza una operación internacional para desdibujar a la patria de Bolívar como un país narcoterrorista y guerrillero.

Vea el punto último, más claro así:  los enemigos de España (los etarras) presuntamente ya hacen vida en Venezuela; los del gobierno colombiano ─las FARC, la guerrilla─, también; los de Israel (células árabes y palestinas, terroristas), también; los de EEUU ─el terrorismo, Osama Bin Laden, el narcotráfico─, ni hablar.  Es la guerra, amigo.  Más claro no canta el gallo y más tonto no puede ser quien opositor, por ejemplo, como instrumento ciego de su propia destrucción, abogue por la defenestración de una administración de gobierno que defiende celosamente la soberanía patria.  Es materia larga y tendida para la reflexión preocupante.

La maquinaria se mueve, correlativamente a la campaña de descrédito internacional contra Venezuela.  Interna (la oposición entreguista) y externamente, como dijimos.  Lo último en la materia fue la retoma militar de Las Malvinas por parte de Inglaterra.  Por petróleo, por su explotación, por problemas jurisdiccionales con Argentina, presuntamente.  Tal es el cuento y argumento que trae a nuestra aguas submarinos y otros equipos bélicos de carácter nuclear.  No digamos que no se justifica como movida militar para asegurar el petróleo adyacente a la isla, pero no nos durmamos respecto a  la posibilidad de que constituya un ejército de apoyo a la aventura estadounidense en la región.  Preguntémosno de que se trata.  ¿Posicionamiento estratégico para el combate?  Recuerde esto:  EEUU y su viejo país de origen, Inglaterra, juegan en llave a la guerra.  Y andan por ya por estos lares, como se dice, con buques de guerras y demás.

Digo esto último y concluyo, a riesgo de crítica, lo más seguro:  Dado que ya las coordenadas de la guerra están localizados sobre el país, afanosas de petróleo; y dado que la opción política diferente a Hugo Chávez para el regentar el país es la oposición venezolana, entreguista como la conocemos (hecho que le ahorraría la guerra del despojo petrolero a los EEUU), Hugo Chávez emerge como el líder imprescindible para la custodia, para la defensa soberana.  (¿O queda otra opción, estimado amigo?  O nos plegamos a la invasión o nos defendemos).  Su permanencia en el poder ha de contarse como necesaria, fuerza mayor, de ser necesario, si el destino proyecta como inevitable que nuestro país nuevamente tenga que guerrear para defender sus autonomía, soberanía y vida.  “Gendarme necesario”, en Cesarismo democrático, de Laureano Vallenilla Lanz,² es la expresión más a la mano que se me figura para calificar a Hugo Chávez, sobre la eventualidad de una situación en la cual un país depredador quiere engullir y otro país de la cadena biológica alimentaria se resiste a ser engullido, con perdida de nación, historia, identidad, soberanía y territorio.

“Gendarme necesario”, con todo y lo que la expresión acarree en materia de reconocimiento ─lamentable─ de que hay una nación que no ha madurado los niveles suficientes de civismo y amor patrio al grado tal que haga inútil la invocación de figuras caudillesca que vengan a exorcizar los males de la república y a intentar preservar el carácter de autonomía, integridad y soberanía conquistado en las Guerras de Independencia.  Si el país cae en manos de la oposición, derecha política al fin, retratada como está con la causales extranjerizantes, justificadora de las bases militares estadounidenses en América Latina, silenciosa respecto a la quiebra de la democracia en Honduras, regalona de sus recursos naturales (petróleo para la venta a $4), aficionada a pedir prestado sin importar hipotecar el país entero, amante de la idea de coronar como el estado cincuenta y tanto de los EEUU, o algo así como Puerto Rico; caeremos en un coloniaje casi de imposible reversión. Hablaríamos, sin duda, de insistir el “destino” con su receta, de una única circunstancia u oportunidad histórica.

Así como la historia y las necesidades de subsistencia le imponen a uno atacar, le imponen a otro defenderse.  De modo que el mandato es tomar acciones sin rubores, por supuesto, sobre la eventualidad dicha o su inminencia.  Tenga un momento de pensamiento, no más un segundo, y respóndame si la última acción de invasión imperial dejó al país agredido vivo:  ¿es el Irak de hoy el mismo de ayer, sin menoscabo de su nacionalidad, soberanía o petróleo?  Dígame esto último y lo dejo:  ¿le pertenece su petróleo?  Me dicen que ni sus museos se salvaron del apoderamiento, trasladados sus objetos a Europa y EEUU.

Notas: 

¹  Oscar J. Camero:  “El petróleo está echado” [en línea].  En Animal político. – 30 Oct. 2.009. – [pantalla 11]. - http://zoopolitico.blogspot.com/2009/10/el-petroleo-esta-echado.html. - [Consulta:  26 Mar. 2.010].

²  Laureano Vallenilla Lanz: Cesarismo democrático [extracto] [en línea]. – Caracas:  Monte Ávila Editores, 1.990. - http://www.analitica.com/Bitblio/lvallenilla/gendarme.asp. - [Consulta:  26 Mar. 2.010].  

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Oscar J. Camero

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental.

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