El discurso de las siete leguas y la sandez opositora

La vida no se cansa de ser absurda, con todo lo que de poética tenga. Puja la naturaleza y obra el milagro de que millones de células y nervios tomen forma corporal para desplazarse o arraigarse sobre la corteza terrestre, con énfasis en ese tope creativo o evolucionista llamado "hombre". Pero una vez que se está vivo, una vez que se empieza a rodar o respirar entre el espectáculo del mundo, entonces empiezan las sorpresas o maravillas del comportamiento animal, sobretodo del hombre.  
 
De una rata o un leopardo nada digo, depredado o depredador, porque de origen ellos representan y pertenecen al modelo natural educativo que nos enseña y funda la lógica como la disciplina de las causas y las consecuencias. Pero del hombre... ¡Ay! Y más aun el hombre político, en su perversión fundamental de construcción positiva, es decir, en su degradación y propósito inmediato de manipular a sus congéneres tocando sus elementos básico de supervivencia... ¡Ay! Tanto en Venezuela, con su ilógica oposición que se subasta, como en los EEUU, con se ilógico discurso que pretende convencernos de que los ratones cazan gatos, hay mucha locura donde cortar.  
 
¡Caramba, que el ratoncito cansado de que se lo zampe el gato y mute luego para tomar revancha, lo paso como una historia de ciencia ficción ambientada en el milenio X! Pero que venga el gringo antes y pretenda en su discurso fundarse en una lógica cuyo modelo es una naturaleza que todavía no se ha inaugurado en el firmamento del humano conocimiento, es un colmo del sinsentido que ofende la inteligencia del mismo ratoncito.  
 
Cuando EEUU, con su coro afecto en Venezuela, proclaman que hay que sancionar al país donde gobierna Hugo Chávez porque dizque por su espacio se trafican los más grandes cargamentos de droga, sin nada decir del país que la produce (Colombia en un 80%) ni de los países que soportan el narcotráfico con su consumo (EEUU y España), ello constituye una oda a la estupidez humana, en este caso a la brutalidad política. Otros lo denominarán cinismo, terrorismo dialéctico, ofensa a la inteligencia del género humano, burla, o lo que fuere que siempre y simplemente representará un modo de ser fanfarrón y arrechito de barrio que repite una y otra vez "yo te jodo porque te jodo".  
 
Es el mundo al revés, amigos míos, la lógica de un discurso sin pies ni cabeza, como aquellas medievales concepciones de la vida patas arriba, como la invertida práctica de algunas sociedades infernales de leer biblias en retroceso, como la recomendación de ciertas terapias de ejercer la cotidianidad de modo inverso a título de estimular la imanación y la inteligencia. Es, en fin, el discurso gringo de la decadencia imperial que todavía arrasa pueblos bajo su pantalla surrealista, levantando aún expresiones de admirada exclamación y apoyo, como la que sueltan los oposicionista venezolanos que a cada rato exhalan ¡ahhh! ¡hummm! ¡maravilloso, papi!  
 
Pero nada debe extrañar cuando los destinos están sellados, incluso bajo la condena de la desaparición. Si el muchacho al caer al piso intenta sujetarse de la mesa, pero no logra y apenas agarra el mantel, entonces arrastrará consigo todo lo que está arriba. Es una lógica irrefutable, avalada por leyes físicas y naturales gatos que cazan roedores. Algunas mentes son como especies en extinción, que hasta el último momento, bajo su inadecuado comportamiento natural, siguen cazando cobrando presas.  
 
Mientras por un lado EEUU hace lo suyo con sus desquiciados discursos, que siguen funcionando (¡ojo!), los nuestros en Venezuela también entran en concurso con sus mundo al revés: presos políticos (así llaman a golpistas y asesinos), ausencia de libertad de expresión (así denominan al libertinaje), hambre y miseria (así llaman a la caída del ingreso de los ricos de siempre), dictadura (así tildan la gestión de quien ha sido ratificado en 11 comicios electorales), crisis alimentaria (así disimulan el tráfico y acaparamiento propios de la comida), represión fiscal (así bautizan al cobro de impuestos), aislamiento internacional (así motean a los esfuerzo de integración latinoamericanistas), crisis energética (así hablan de los precios petroleros, altos, en su criterio).  
 
Sin embargo, tan desquiciado discurso sigue funcionando y cobrando víctimas, como se dijo de los felinos que hasta en el último de los suyos tenderán a cazar sus ratones. En Venezuela el contrasentido dialéctico pretende la desestabilización, preparar los escenarios caóticos propicio para defenestradoras invasiones. Y EEUU hace lo suyo en esperar el momento propicio, no importando forzar la lógica de los argumentos de la lógica para entra, como ya hicieron en Irak con el cuento de las armas nucleares, como ya hicieron con Manuel Antonio Noriega, preso hoy en sus cárceles, bajo el cuento acusador de narcotraficante, cultivador de psicotrópicos incluso en su propio patio. Ni que hablar de Husseim, hoy ahorcado, oriundo de un país donde la acción que lo llevó al patíbulo le birlo los pozos petroleros. ¡Es una lógica del carajo!  
 
Hoy EEUU planea como águila sobre la tierra del cóndor. Busca donde arraigar su discurso, donde sembrar la insidia y el rencor para recoger su consecuencia: la guerra. Por supuesto, a título de defensa de los derechos humanos, de combate al narcotráfico, la democracia, la soberanía y otras estupideces que cacarean sus voceros. El objetivo es Chávez contra viento y marea. Él produce la droga en Colombia, la pasa por su propio país, la consume y da apoyo económico para que los habitantes del Bronx de Nueva York la compren por montones. Es un narcotraficante y adicto, y su puesto está reservado al lado de Noriega.  
 
Por supuesto, el mundo se cansa de tanto descarado roedor que se come a grandes tigres. El discursito loco gringo hoy anda cojeante y no se afinca tanto como antes sobre las humanas conciencias. ¡La vaina de las armas nucleares en Irak pelo mucho ojo en el mundo! Hoy los rusos andan por ahí, recelosos, equilibrando situaciones; los iraníes ganan guerras sin disparar un tiro y, para completar, este zambito del patio trasero anda inventando revoluciones.  
 
Sería un triunfo de la sinrazón humana que la vileza y la mafia imperialista haga prosperar una situación como la que se le intenta perfilar a Venezuela, el país de los grandes recursos naturales y petróleo; sería una deshonra para la inteligencia del género humano que bajo el argumento vacuo del narcotráfico se planifiquen invasiones, se dé la invasión y eventualmente todo mundo guarde silencio. Cuando el porvenir se sospecha abyecto, es porque es abyecto el presente mismo, mismo configurado en Venezuela por el oposicionismo vendepatria, la Colombia conspiradora y sus tutores amenazantes. Ni que hablar de abyectos pasados, como las agresiones al Chile de Allende, Panamá, Guatemala, Cuba, Irak y tantos otros, donde se invadió porque sí.  
 
La locura imperial sigue soportando el cuento del narcotráfico, así, impúdicamente respecto de las virtudes concientes del cerebro humano, cuando todo mundo sabe que ellos, EEUU proveen los químicos a Colombia para procesar la droga, así como el gran mercado de consumidores; la locura pretende florecer en oprobio cuando todo mundo sabe que Colombia genera el 80% de la cocaína en el mundo y que, de hecho, la producción y el consumo aumentó sospechosamente desde que los norteamericanos se asentaron en su suelo vía Plan Colombia. Pero no, hay que penalizar, ajusticiar, encarcelar, a quien -en su criterio- la transporta, ¡Hugo Chávez, cabeza actual de la gestión de gobierno en Venezuela que como ninguna otra le ha dado palo al narcotráfico, abortando cargamentos! Fin de una era del entendimiento humano.  
 
Tomemos aspirina para que, al disimular el dolor, erradiquemos el cáncer. ¡Buena esa, sarta de orates! En su ensayo “Nuestra América, habla Martí de los “gigantes de siete leguas” que engullen mundos, apoyados en la estupidez de los locales, fatuos ellos, dispuestos a subastarse con tal de presevar sus posiciones. A tales sandios, tales gigantes; a tales gigantes, tales discursos.  
 
Vale la pena citar tan magnífico comienzo:  
 
”Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones”… 

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Oscar Camero Lezama

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental. Animal Político https://zoopolitico.blogspot.com/

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