La sabiduría de la humildad

Dicen muchas gentes que la humildad es pendejería y que la sumisión es la obra cumbre de aquella. Dicen muchas gentes, en su arrogancia, que si llegan a la humildad ya no podrán colarse entre los mejores según su estatus. Dicen muchas gentes, que el tonto es humilde porque no tiene otra razón de ser ni mayores objetivos consumistas en la vida....

Lo que no saben esas gentes que mucho dicen de sí es que esconden grandes miserias y que la humildad no es pendejería sino sabiduría. Cuando oigo a mi madre en sus palabras recogidas desde su niñez campesina o cuando veo los grandes ojos sinceros de Felisa preparando su pollo con mole verde o su "arroz de leche", me doy cuenta de la sabiduría que encierra la vida y su humildad. No es pendejería, no. Es el silencio y la sonrisa de los pasos que han dado y han sabido caminar. No por haber caminado entaconado buscando las migajas de quien desde arriba nos mira como si su mierda fuera distinta y con olor a lavanda. No por clamar "míreme, señor" cuando nos ven como pseudohumanos porque no hablamos inglés o no sabemos del nombre del tío segundo del rey de España, por gracia divina de su santidad Franco el Único.

En la humildad sabia uno halla la almohada esponjosa para recostar los miedos del futuro que no terminan de llegar porque estamos en el presente. En la humildad de sus enaguas, uno pone la cabeza para que le esculquen los piojos de las miserias que pueden llegar si el centro comercial nos llega como única diversión. En la humildad de su sabiduría uno pregunta y repregunta qué le echa a esas arepas que tan bien saben cuando son sus manos las que las han moldeado apenas con sal. Con esa sabiduría, la sonrisa hace que las quince horas mexicanas de trabajo pagadas a ocho se hagan menos pesadas y hasta se halla una esperanza de que "algún día" dentro de la humildad pondremos sobre el tapete la dignidad que sobra y el coraje represado.

Dicen muchas gentes que en ese "un día" o "algún día" quienes viven en humildad de pronto se levanten y exijan participación en la vida. Lo que no saben esas gentes es que esa fecha atemporal ya no existe y que en una tierra de esta América grande, muchos sabios humildes venidos de la tierra y con manos de arepas asadas ya hace rato que salieron. Y aunque muchas de esas gentes digan en sus medios que estos andantes siguen siendo pseudohumanos porque no tienen dientes bonitos y no saben hablar inglés ni mucho menos saben a lo que sabe una sopa maruchán, no podrán luchar contra la sabiduría de la humildad que ha brotado de esa tierra para hacerse Revolución.


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