El abrazo de Bush y la curita insomne

En menos de 24 horas dos altos funcionarios de Estados Unidos se solidarizaron con las manifestaciones oposicionistas. Sean McCormack, vocero del Departamento de Estado, calificó de “vergonzoso” que los estudiantes bolivarianos cercados por “manifestantes pacíficos” en la Escuela de Trabajo Social de la UCV, no se dejaran achicharrar vivos. Admite, según despacho de AP, “desconocer quiénes son los responsables de los brotes de violencia”. Lo desconoce, pero no vacila en condenar.

Pocas horas después, el portavoz del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, Gordon Johndroe, “extendió el apoyo del gobierno de Estados Unidos al derecho de los estudiantes a protestar en forma pacífica”, reseñó Efe. Leyeron bien: “apoyo del gobierno de Estados Unidos”. No es cualquier cosa. Jamás movimiento estudiantil alguno de América Latina recibió semejante espaldarazo.

Sin embargo, la administración Bush se precipitó al expresar su simpatía (y apoyo) hacia los chicos en su gran mayoría de universidades privadas. Con este abrazo de oso le echa a perder la campaña a los medios empresariales, cuya estrategia era que todo pareciera de lo más espontáneo y fashion. Ya se sabía por dónde le entra el agua al coco, pero faltaba que el “coco” lo reconociera.

En Venezuela, ningún movimiento estudiantil ha tumbado a un gobierno, pero tampoco, ninguno contó con tantos y tan descomunales apoyos. Esto es, de Fedecámaras, la Conferencia Episcopal, Súmate, partidos de oposición, propietarios y rectores de las universidades privadas y algunas públicas, todos los medios empresariales de comunicación, Amnistía Internacional, Reporteros Sin Fronteras y Sin Escrúpulos, Fundación Konrad Adenauer, SIP, NED, USAID, CIDH, la derecha internacional y, por parecer poco, el hoy declarado apoyo (in)moral y material de los Estados Unidos.

El movimiento “manos blancas” tiene un solo problema: del lado de la revolución bolivariana está el pueblo. No es fácil de explicarlo a la luz de la teoría de la comunicación, pero ese pueblo se hizo inmune al incesante bombardeo mediático. Globovisión, por ejemplo, irrita e indigna con sus grotescas manipulaciones y crímenes informativos, pero su efecto se queda en los sectores más disociados de la oposición. Ese canal y su audiencia forman un círculo vicioso que, como tal, se retroalimenta en una perenne endogamia comunicacional. Y toda endogamia ustedes saben lo que produce.

Volviendo con el abrazo del oso imperial, llama la atención que los jerarcas gringos que confunden a Venezuela con Perú, sepan perfectamente dónde está la Escuela de Trabajo Social de la UCV, de dónde son los chicos pacíficos que le pegaron candela y por qué uno de sus prospectos luce una traumática curita en la nariz, emblema ingrato que recuerda otros golpes y otros fracasos, amén de ser una suerte de condecoración de guerra ganada en el campo de batalla, llámese éste Plaza Altamira o estación La Hoyada.

El 11 de abril de 2002, Estados Unidos se pronunció una vez secuestrado Chávez y llevado a La Orchila. En esta ocasión, frente a las protestas estudiantiles teledirigidas, el Departamento de Estado precipitó su apoyo, impaciente porque las cosas no han salido como calculó y, por el contrario, despertaron a las combativas masas populares. Tendrá la Casa Blanca que cambiar esa estrategia de pretender derrotar la revolución bolivariana con manos blancas, medios golpistas y patéticas curitas con las que sueñan torcer para siempre el rumbo de la historia.

earlejh@hotmail.com


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

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