La agresión imperialista contra Venezuela

La hegemonía no sólo se está construyendo desde el poderío bélico, de por sí ya los portaaviones dejaron de ser la más importante arma ofensiva. Ese rol lo juegan ahora los misiles hipersónicos que solo poseen Rusia, China, Irán y la República Popular Democrática de Corea.

También está influyendo de forma determinante el potencial económico y financiero y sobre todo el científico-tecnológico en los que Estados Unidos tiende a perder esa batalla. Sergio Rodríguez Gelfenstein

Hoy no se puede hablar de Estados Unidos como si fuera un país monolítico y cohesionado y no se puede hablar de "gobierno estadounidense" como si hubiera uno solo. Hay muchos gobiernos dentro de una misma administración. Trump los une, ellos lo necesitan para conservar espacios de poder y Trump, a su vez, los requiere y los usa para sostenerse en el poder. Es una relación simbiótica.Trump convive con el "Estado profundo" que tiene opiniones propias: (Fuerzas Armadas, comunidad de inteligencia, sistema financiero [Wall Street], medios de comunicación, Complejo Militar Industrial, transnacionales energéticas, la gran industria farmacéutica y el narcotráfico manejado y organizado de forma sistémica por la DEA), sin ninguno de los cuales puede sobrevivir un presidente de Estados Unidos porque todos ellos configuran el sostén de su sistema político en decadencia profunda.

En el caso de Venezuela y sus relaciones con Estados Unidos, esta situación es particularmente notoria. En simultáneo, el gobierno del presidente Nicolás Maduro debe vincularse con los MAGA (Richard Grenell) con quien se tiene una cierta relación de respeto que ha permitido que Estados Unidos, por instrucciones de Trump, resuelva con prontitud los tres problemas que tenía con Venezuela: el restablecimiento del envío de petróleo, la recepción de los venezolanos deportados y el retorno a su país de los estadounidenses presos en Venezuela por actividades terroristas y delincuenciales. La negociación y el diálogo han permitido solventar estos diferendos en cada caso.

Pero en paralelo, la misma administración, bajo el gobierno de los neoconservadores y los líderes neofascistas cubano americanos, con anuencia del mismo Trump que le ordena a Grenell negociar y dialogar, han desplegado una flota para amenazar a Venezuela con acciones militares bajo argumentos falsos, que no se han podido probar ni demostrar.

Este manejo difuso de Trump responde a ese carácter multisectorial y de intereses variopintos de su administración y, por cierto, a la personalidad ególatra, soberbia prepotente, narcisista y grandilocuente de alguien que se crió como niño rico y que se acostumbró a vivir de esa manera, es decir obteniendo todo lo que quiere por vía del dinero o de la adquisición por la fuerza cuando algo no estaba a su alcance. Los pueblos del mundo tienen que comprender esta dinámica y aprender a actuar en las condiciones que ella genera.

En el caso de la amenaza a Venezuela, una invasión militar al país es poco probable por varias razones:

1. No existe consenso en la administración estadounidense respecto de la validez de una acción de este tipo.

2. No hay apoyo de la opinión pública de Estados Unidos a la realización de un ataque de estas dimensiones.

3. No hay convicción absoluta en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos de poder lograr una victoria inmediata a fin de que su acción no derive en una larga guerra de resistencia que no desean.

4. No existe un consenso regional de apoyo a una invasión a Venezuela. Hasta gobiernos leales y subordinados a Washington lo rechazan. No existe el Grupo de Lima.



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Antonio J. Rodríguez L.


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