Occidente y China (II): soberbia y mentiras cínicas

Terminé el pasado artículo hablando de la envidia inevitable de Europa, convertida en servil colonia yankee, viendo a esa China a la que asaltó, saqueó, humilló y despreció por dos siglos, convertida en la potencia fuerte, soberana e indetenible que es ahora. Añado aquí algo que por falta de espacio no tuvo cabida en ese artículo. La envidia no lo es todo. Ninguna política, que es acción y lucha por el poder, más aún si se pretende grande, como la de Occidente, podría reducirse solo a ella. Y todavía menos en el cuadro actual de lo que es Occidente, porque desde hace casi un siglo su líder absoluto no es más esa Europa sometida y resignada al servilismo, sino el arrogante Imperio estadounidense que le impone a diario su voluntad.

Este hecho perdurable priva sobre cualquier odio o envidia contra China. Europa puede envidiarla, pero no Estados Unidos. En la política de éste, amo y líder indiscutido de Occidente, ni siquiera puede decirse que haya envidia, por la simple razón de que Estados Unidos no envidia a nadie. Hacerlo sería negarse a sí mismo, ya que es el país indispensable, el pueblo elegido, la mano derecha de Dios, que encarna al Bien y cumple sus mandatos, así se trate de arrojar bombas nucleares contra poblaciones civiles o de matar de hambre a países a los que ha bloqueado porque no aceptan más someterse a su dominio.

El enfrentamiento de Estados Unidos con China es ya inevitable. Solo queda por aclarar qué forma va a asumir. Biden busca ser más agresivo que Trump. Su diferencia con éste, que amenazó y sancionó sin hablar de derechos humanos, es que él, más hipócrita que el republicano, para mostrar que Estados Unidos, faro del mundo, está de vuelta dispuesto a recuperar su liderazgo mundial con él al frente, entrompa a China con lenguaje aún más agresivo, pero tratando de hacer creer al mundo que su respuesta se basa en que su país es defensor de los derechos humanos, que China estaría violando, y en que condena la ocupación de territorios ajenos, que China estaría ocupando. Mientras, la servil Europa que, por un lado, se resigna a aceptar el avance económico de China y firma con ella un gran tratado comercial, apenas tartamudea Biden, lo sigue servilmente, repitiendo, mientras mueve la cola, lo que la voz del amo dice.

¿De qué se acusa ahora a China? Ya no es de robar tecnología, de espiar, y de tener una balanza comercial demasiado favorable con Estados Unidos, sino de seguir ocupando territorios ajenos y de violar los derechos humanos de sus poblaciones llegando incluso al genocidio. ¿Y qué es lo que pasa realmente en Xinjiang con la población uigur? Explicarlo me tomaría el resto del artículo. Prefiero recomendarles el artículo serio y muy bien informado de Alberto Rodríguez García ¿Genocidio uyghur o propaganda contra China? publicado hace dos semanas en el portal ruso RT y también la respuesta de China desmontando las acusaciones sin base de Estados Unidos y su combo que ha circulado en diversos medios.

Por mi parte prefiero recordarles lo que ha sido la extensa historia de robo de territorios ajenos, violación de derechos humanos y verdaderos genocidios llevada a cabo por sus acusadores Europa y Estados Unidos desde el siglo XVII hasta el presente. Eso exigiría una gruesa obra en varios tomos, de modo que basta con mencionar unos pocos casos.

Veamos. ¿Cómo olvidar que Europa fue esclavista y negrera desde el siglo XVII, en especial Inglaterra, y Francia? ¿Cómo olvidar que lo fueron sus reyes y sus intelectuales, como Newton, Voltaire, Locke y otros, todos ellos accionistas de compañías negreras? ¿Cómo olvidar que, en esos siglos de dominio inglés, Liverpool fue el gran centro de la trata de esclavos? ¿Cómo olvidar en fin que ese brutal comercio de carne humana fue una de las bases de su acumulación originaria y su industrialización capitalista?

¿Y las masacres? ¿Y los robos de territorios? ¿Ya se olvidaron? ¿Cómo y con qué derecho se apropió Inglaterra de la India y de Ceilán? ¿No tuvo que sacar de la India a Francia, otro ladrón que llegó primero? ¿Cómo le robó Inglaterra su tierra a los valientes zulúes, que enfrentaban con lanzas y pechos desnudos las mortíferas balas de sus fusiles? ¿Es que no fue eso una matanza para robar territorio? ¿Cómo masacraban los colonos británicos a los indígenas australianos? ¿Cómo en Tasmania salían armados a matar tasmanos, como si fueran zorros o venados? Los exterminaron a todos. ¿No fue eso un genocidio? ¿Es que nadie se acuerda de Truganini?

Y los franceses, ¿se acuerdan de la conquista de Argelia, y de Tocqueville, sí, el mismo de La democracia en América, celebrando que los soldados franceses encerraban a los rebeldes argelinos en sus aldeas y los quemaban a todos vivos? ¿No recuerdan tampoco la conquista de Vietnam y cómo Pierre Loti celebraba ver a los vietnamitas masacrados en masa caer muertos como moscas? ¿Qué derechos humanos defendían aquí Tocqueville y Loti? ¿Es que tampoco recuerdan la guerra de independencia de Argelia y las nuevas matanzas de argelinos, una de las cuales por cierto ocurrió en París?

Y los belgas, ¿han olvidado la conquista del Congo y la hermosa obra humanitaria del rey Leopoldo II cortando manos y pies de congoleses que no lograban reunir la cuota de caucho que les exigía?

Y Alemania, ¿es que ha olvidado el genocidio de los pueblos nama y herero en la actual Namibia? Su exterminio lo ejecutó entre 1904 y 1908 ese héroe militar precursor de Hitler que fue Lothar von Trotha. Olvido comprensible, porque después de Hitler no vale la pena recordarlo.

Y todavía falta el principal, Estados Unidos.

Las colonias americanas eran negreras las del norte y el centro y esclavistas las del sur.

Los padres fundadores de Estados Unidos fueron casi todos esclavistas. Washington era el mayor terrateniente y dueño de esclavos del país. Lo seguían Mason, Jefferson, Madison y Monroe. Andrew Jackson fue masacrador de indios, negrero y esclavista. Después del asesinato de George Floyd, estatuas de héroes negreros o esclavistas fueron derribadas, pero otras fueron retiradas a tiempo y esperan escondidas por una nueva ocasión de regresar a sus viejos sitios.

Cómo silencia Estados Unidos el exterminio genocida de su población indígena, esas espantosas matanzas que fueron Sand Creek y Wounded Knee. Cómo silencia el cambio de la esclavitud por la segregación racial, el Ku Klux Klan y las matanzas de población negra que no han parado nunca ni dejan de aumentar.

¿Quién le robó Texas a los mexicanos? ¿Quién le hizo la guerra a México y lo despojó de la mitad de su territorio? ¿Quién le robó Guantánamo a Cuba? ¿Quién masacró a los independentistas filipinos ordenando matar sin juicio a hombres, mujeres y también a todos los niños mayores de 10 años? ¿Y los otros crímenes? Bombas atómicas contra Japón, masacres terribles y guerra bacteriológica en Corea, matanzas similares en Vietnam, Laos y Camboya con millones y millones de muertos, invasión de Afganistán e Irak con más millones de muertos, destrucción de Libia y saqueo de Siria, bloqueo criminal de Cuba y ahora de Venezuela para matar a ambos países de hambre.

Y sólo caben unas hasta ahora inútiles preguntas: ¿Cómo con ese horrendo prontuario de siglos de apropiación de territorios ajenos, de saqueos, asesinatos, masacres, genocidios y violación de todos los derechos de los otros, se atreven Estados Unidos y su combo de europeos serviles a reclamarle algo a quien sea?

¿Cómo es posible que mientan sin vergüenza para hablar en nombre de la democracia y de la libertad y que haya gente, y no me refiero solo a sus cómplices y mercenarios, que todavía les crea cuando lo hacen?

¿Y cuándo esta humanidad va a hacerlos por fin callar, juzgándolos por sus crímenes y diciéndoles que ya basta?.



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Vladimir Acosta

Historiador y analista político. Moderador del programa "De Primera Mano" transmitido en RNV. Participa en los foros del colectivo Patria Socialista

 vladac@cantv.net

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