Los rusos y Cherra en la escuela José Cortés de Madariaga en Los Hatos

Emigdio Malaver el de Tacarigua, me cree maquera y no gracitera o hatera, como a veces suele decirse. A partir de una pequeña e infantil historia de amores, donde la fuerza y no el amor era el factor clave, intento explicarme (explicarme yo a mi manera) la participación de los rusos en este ataja perros que Estados Unidos tiene con Venezuela para dominarla y reconquistar su hegemonía en lo que ayer fue su patio trasero. Chávez comenzó a tumbarle las empalizadas y los gringos insisten en aplicarnos su doctrina Monroe.

En esta historia de amor escolar donde la fuerza es la clave, se nota una incipiente aparición de la geopolítica, que es hoy una disciplina o guiso importante para el desempeño político. La historia me sirve además para confirmarle al paisano Emigdio que soy gracitera. O sea de Altagracia o Los hatos.

Cherra (José Rojas) era un muchacho más menos tímido y flaco. A su corta de edad, Cherra ya despertaba una inquietud por las curvas femeninas y perdía en el control en esa curvas. Siempre terminaba encunetado como se dice y con unos moretones en procura de esa amor. Era Cherra un muchacho "jembrero", muy a pesar de su aspecto de tímido, flaco y frunciíto. Esa condición física era su carnada o su mayor fortaleza. Cara de yo n fui.

Toño (Tomas González) era alto y robusto y tenía inclinación también por las curvas femeninas, pero se manejaba con la idea, que cuanta carajita asomara como bonita y potencialmente buena, Toño la sentía como de su propiedad y le caía. Cherra tenía más olfato para la carajitas y le picaba adelante en el proceso de invadir y ocupar esos terrenos humanos

La disputa era por esos territorios y esa geografía femenina. Toño ejercía su dominio, no por sus cualidades como "jembrero"*, sino por condición de grandulón y de familia acomodada con televisor que para esa época (1965) daba status en Margarita. Toño hostigaba a Cherra y este optaba por entregar sus conquistas evitando una golpiza frente a la escuela José Cortés de Madariaga, que era nuestra escuela y el sitio que escogía estratégicamente Toño para demostrar su fuerza, como medio para tratar de quedarse con las carajitas e imponer su hegemonía. Toda la escuela con sus chicas veía o presenciaba la fuerza de Toño.

En esta historia, aparece luego Perucho, que repentinamente y gracias a las tomas de atol de agua de maíz sancochado, que todos los días por la mañana en ayuna le preparaba y daba Juanita (su abuelita), se hace ligeramente fuerte y Cherra vio en Perucho una oportunidad para hacer un ajuste de cuenta, de curvas y territorial con Toño.

Cherra aprovecha su fortaleza (saber "jembrear") y ayuda a Perucho en la conquista de ciertas curvas femeninas. Toño muerde el peine y decide hacer uso también de su fortaleza (tamaño y puños) para reducir a Perucho. En dos o tres oportunidades, cae Toño y frente a la escuela por los golpes que le propinaba Perucho. Se acabó Toño.

Yo militaba en la acera de Cherra. Era parte de sus curvas o harén platónico. En los momentos de las peleas Toño vs. Perucho apostaba y animaba a Perucho. Me gozaba los golpes que recibía Toño de manos de Perucho y así; utilizando la fuerza de Perucho, Cherra mantenía su harén platónico, que le costaba darle o dejarle a Perucho algunas de las carajitas de la escuela.

No sé si me entendieron. Hoy para mí, Venezuela es ese Cherra que estudió en mi escuela José Cortés de Madariaga en Altagracia (Los Hatos). Toño fue (ya no es así) lo que ha sido y es los Estados Unidos y Perucho es hoy Rusia. Toño fue así. Hubiese querido que fuera de otra manera pero era así. Yo pude vivir mi amor platónico infantil con Cherra gracias al atol que la abuelita Juanita le preparaba a Perucho.

Milito en la idea de una Venezuela independiente. Hoy eso no es tan fácil en un mundo donde hay potencias que esperan usar a otros países para sus fines y propósitos. Milito en la idea de un mundo multipolar. Cálculo que no hay mucha diferencia entre Rusia y Estados Unidos, pero me alegré mucho por el malestar de Eliot Ábrams por la presencia de pilotos rusos en Venezuela. Es como mantener ese amor platónico infantil con Cherra por la fuerza de Perucho. Desearía, que Resuia, como Perucho con Toño, algún día le de unos golpes a Estados Unidos. Gozaría eso.



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Amaranta Rojas


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