Trump y América Latina. A ponerse las vaqueras que lo que viene es country

La elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos podría tener implicaciones importantes para América Latina. La Administración demócrata Obama-Clinton dejó tres jugadas políticas inconclusas: el restablecimiento de las relaciones con Cuba, la paz en Colombia y el diálogo en Venezuela. ¿Podría el nuevo presidente cambiar el rumbo de estos procesos?

Existe cierta izquierda con síndrome de autismo que aún se repite a sí misma “no importa si ganaba Clinton o Trump ambos son imperialistas”. Esa interpretación maniquea de nuestra izquierda de manual carece de un análisis concreto de la trascendencia de la victoria republicana. Antes bien, cualquier persona sensata reconoce la importancia de conocer qué bloque de intereses gobierna hoy la potencia militar más poderosa del planeta.

En este sentido, el líder latinoamericano Fidel Castro en el 2008 recomendó en varias oportunidades votar por Barack Obama. Por su parte, en una entrevista con José Vicente Rangel Hugo Chávez aseguró “si yo fuera ciudadano estadounidense votaría por Obama”. Claro indicio de que los líderes del bloque progresista buscaban un acercamiento con Obama, a los fines de iniciar una negociación que permitiera, entre otras cosas, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales entre EEUU y Cuba y la paz en Colombia. En el momento de auge del bloque progresista estos acuerdos implicaban una relación ganar-ganar entre la izquierda latinoamericana y los Estados Unidos. No obstante, en un momento de reflujo de los gobiernos de centro izquierda, estas negociaciones son una victoria para Estados Unidos y colocan contra la espada y la pared a los gobiernos latinoamericanos.

En el 2008 el restablecimiento de las relaciones entre EEUU y Cuba representaba una victoria de la diplomacia de Castro y oxigenaba al régimen cubano. Asimismo, la paz en Colombia implicaba superar la situación de estancamiento y retroceso de la izquierda colombiana, incorporandola al juego democrático. Por su parte, los Estados Unidos lograrían crear nuevos nexos políticos y culturales con la sociedad cubana y traducir un cerco militar interminable en Colombia en una victoria diplomática que desmovilizara a la guerrilla. Sin embargo, en el 2016, sin la presencia del liderazgo de Hugo Chávez, con la caída de los precios de los commodities, el golpe de Estado en Brasil y las derrotas electorales en Argentina, Venezuela y Bolivia la situación es radicalmente diferente.

La doctrina del “poder inteligente” practicada por la Administración Obama-Clinton asestó golpes demoledores contra la izquierda latinoamericana. Los Estados Unidos combinaron las bajas de importantes miembros del Secretariado de las Farc con la promoción del diálogo en la Habana. Asimismo, mientras los EEUU promueven la caída del precio del petróleo, el cerco financiero internacional contra Venezuela y la presión política interna, Shannon negocia junto al Vaticano una transición política que desaloje al chavismo del poder. Ahora bien, estos procesos empiezan a dar un ligero viraje.

La política internacional de la Administración Obama-Clinton ha sido exitosa en sus últimos años, ya que explotó la ralentización de la economía china y la crisis general de los BRICS, para reafirmar la hegemonía de los Estados Unidos en el mundo. Esto llevó a que diferentes líderes opuestos a la hegemonía de los EEUU y cuyos países están íntimamente ligados con el destino del precio del petróleo, vieran en Trump una esperanza. Según informes de inteligencia, Vladimir Putin estuvo íntimamente vinculado a la campaña de Trump. Aunado a esto, el líder ecuatoriano Rafael Correa señaló que “Clinton era más peligrosa que Trump para los latinoamericanos”. Por su lado, en un pronunciamiento oficial Corea del Norte sugirió votar por Trump a los ciudadanos norteamericanos. No obstante, no todos los gobiernos crítico a la hegemonía norteamericana veían con simpatía a Trump. Por ejemplo Fidel Castro, quien fue uno de los arquitectos del puente entre el partido Demócrata y la Izquierda latinoamericana para el inicio de algunas negociaciones, en su último artículo, publicado el 9 de octubre y titulado “El destino incierto de la especie humana”, se refirió al debate entre Clinton y Trump de la siguiente manera: “El señor Trump que se suponía un capacitado experto quedó descalificado”.

En el ala de la derecha pro norteamericana el “fenómeno Trump” tampoco está exento de polémicas. Tras la victoria de Trump los aliados del Lobby Republicano en América Latina no disimulan la celebración. Uribe Vélez coloca en su cuenta Twitter @AlvaroUribeVel “Felicitaciones Presidente Trump; el narcoterrorismo de Colombia y la tiranía de Venezuela son los grandes enemigos de nuestra democracia”. Asimismo, su copartidario Óscar Iván Zuluaga se expresó así en @OIZuluaga: “Profundo respeto por la decisión del pueblo norteamericano. Confiamos que el Presidente Trump fortalezca la relación con Colombia". En Venezuela, la representante del partido Vente Venezuela María Corina Machado saluda la victoria de Trump de esta manera: “Mi reconocimiento al pueblo de los Estados Unidos y a sus candidatos por un proceso electoral plural, emocionante y democrático”. Más parcos y con incertidumbre escriben los políticos que se inscribieron en la estrategia Obama para América Latina. Ramos Allup, quien le apostó parte importante del capital político al diálogo en Venezuela, colocó: “Me preguntan opinión sobre triunfo de Trump: el pueblo norteamericano eligió libremente al presidente que quiso y eso hay q respetarlo”. Tambien Macri señala en su Twitter “Felicito a @DonaldTrump en su triunfo y espero que podamos trabajar juntos por el bien de nuestros pueblos” y Peña Nieto cuyo país se ve gravemente afectado por la llegada de Trump al poder, le manda desesperadamente señales a Trump diciendo: “Felicito a EUA por su proceso electoral y le reitero a @DonaldTrump la disposición de trabajar juntos en favor de la relación bilateral”.

Quizás es muy pronto para hacer pronósticos. Sin embargo, vemos los siguientes cambios:

En Venezuela “good bye Shannon”: tomando la previsión de la derrota de Clinton en las elecciones, la MUD da un plazo de diez días al gobierno para lograr resultados en el diálogo. La oposición intenta presionar e retomando la iniciativa de calle que habían alcanzado el 1 de septiembre, el 26 de octubre y que amenazaban con llevar a la confrontación el 3 de noviembre a Miraflores. Por su lado, el gobierno genera un comunicado oficial sobre el resultado de las elecciones norteamericanas y prohíbe a todos los voceros oficiales del PSUV pronunciarse sobre el triunfo de Trump. Ambos actores están a la expectativa de cuál será la nueva política de los EEUU frente al diálogo. Asimismo, evalúan cuál será la influencia de Putin, aliado del gobierno venezolano, frente a la política norteamericana hacia Venezuela. Cabe la pregunta ¿a qué actores internos y externos les favorece la confrontación en Venezuela?

Cuba y el bloqueo que continua: En un discurso de Trump pronunciado con los combatientes de Bahía de Cochinos, hizo duras críticas al restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba. Todos los sondeos indican que eran grandes las expectativas positivas que había generado en la sociedad cubana el restablecimiento de relaciones con EEUU. Sin lugar a dudas, el retroceso de estos acuerdos generará frustración al pueblo cubano y especialmente a la juventud. ¿Será Trump partidario de darle continuidad a la política de los Estados Unidos de asfixiar económicamente a la isla como medida contra los Castro?

Colombia y la guerra infinita: a pesar de la derrota del “no” en el Referéndum por la Paz en Colombia, Juan Manuel Santos, principal impulsor de esta política, ha recibido un contundente apoyo internacional que se consagró con el Premio Nobel de la Paz. En consecuencia, el uribismo que apostó al “no” no logro convertir del todo la victoria electoral en triunfo político. La celebración de los dirigentes guerreristas de Uribe y Zuloaga indican los nexos existentes entre la coalición Trump y estos. ¿Será la guerra y el narcotráfico un negocio conveniente para la coalición Trump?

México y la oportunidad de la izquierda: para México Trump es una figura sumamente incómoda. A pesar de que los últimos gobiernos mexicanos han sido proclives a los negocios y acuerdos políticos con los Estados Unidos, el discurso racista y xenófobo de Trump contra México abre campos importantes de resistencia política y cultural. Aunado a esto, Trump se ha a mostrado propenso a una política proteccionista y renuente a los tratados de libre comercio a los que considera perjudiciales para la nación. Esto último ha generado en el mundo de la especulación financiera múltiples daños a la economía mexicana. De ser cierto que Trump colocará restricciones a los capitales mexicanos, México vivirá una profunda crisis económica. Por su parte, López Obrador encabezando la oposición y el EZLN anuncia su voluntad de constituirse en una fuerza electoral. ¿podrá la izquierda mexicana, en un esfuerzo unitario, capitalizar los errores de la política de Trump?

Bien se continúe la estrategia del “poder inteligente” de Obama-Clinton o bien se inicie un ataque frontal y directo, el bloque progresista está en grave peligro. Ahora bien, es importante que los partidos de izquierda, los movimientos sociales y las fuerzas populares sepan interpretar con acierto los primeros signos de cambio de la política norteamericana en latinoamérica, para poder delinear estrategias y formas de resistencia. Por ahora, en se encuentran empantanados los procesos impulsados por la Administración Obama-Clinton.

 

 

 

 



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Damian Alifa

Combatiente en la batalla de las ideas

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