La guerra que los imperialistas libran contra Irán, lleva ya 32 años sin lograr victoria alguna.
El conflicto lo iniciaron a mediados de 1980 caldeando los ánimos del antiguo aliado de Estados Unidos, Saddam Husein, sobre las posibilidades de que el régimen islámico de Jomeini alentara la rebelión entre la importante población chiíta iraquí y, reviviendo una antigua disputa territorial sobre las márgenes del Shatt al-Arab (el histórico enfrentamiento entre árabes y persas), río formado por la confluencia del Tigris y el Éufrates, zona rica en petróleo.
En esa época el islamismo de los ayatolas estaba enfrentado a los intereses norteamericanos (asalto de la embajada de Estados Unidos y toma de rehenes, realizada por estudiantes universitarios Iraníes) y soviéticos, por el expansionismo islamista radical que daba al traste con la política de coexistencia pacífica de la antigua URSS.
En septiembre de 1980, las tropas iraquíes lanzaron un ataque que, pese a conseguir una avanzada terrestre de entre 80 a120 kilómetros, De ahí en adelante se prolongó la guerra, dolorosamente para el pueblo Iraní, por 8 años. En el terreno se utilizó abundante armamento (entre estos: armas químicas) suministrado por países extranjeros. Iraq recibió amplio apoyo de Arabia Saudita, Kuwait y otros estados árabes) y fue abiertamente apoyado por los EE.UU. y la URSS. Mientras, Irán sólo contó con el apoyo de Siria-de Hafez Al-Assad padre de Bashar Al-Assad y Libia-de Gadafi-, estados árabes que también los imperialistas amenazaban desde Irak.
Todo esto no fue suficiente para doblegar la resistencia de las milicias iraníes formadas por los Guardianes de la Revolución y la estrategia militar comandada por Mahmud Ahmadineyad quien, durante la guerra de Irak contra Irán, fue Jefe del Sexto Ejército de los Guardianes de la Revolución y jefe operativo de los Guardianes en todo el occidente de Irán: desde las fronteras marítimas de Kuwait, pasando a lo largo de todo la frontera con Irak, Turquía, por el lado de Kurdistán, la frontera sur de Armenia y Azerbayán. Un gran General de los guardianes de la revolución con cuya estrategia, lograron detener la invasión y expulsar a los invasores en 1982. Hasta que en agosto de 1988 Irán aceptó el cese de fuego que había sido previamente elaborado por las “Naciones Unidas”, ojo con eso.
En 2002, G.W. Bush, como continuación de la ofensiva incluyó a Irán en el llamado eje del mal. Acusando a Irán de terrorismo y de desarrollo del arma atómica. Del 2009 al 2011, el presidente estadounidense Barak Obama continuó la ofensiva: atacó a los aliados de Irán: destrucción del régimen Libio y provocación de desequilibrio social y de seguridad militar de Siria y pretende consolidar la relación militar y el bloqueo económico con los aliados europeos y los que rodean Irán: Turquía, Irak, Qatar, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Omán Bahrein, Georgia, Afganistán, Paquistán, Kirguistán y luego atacar a Irán.
Como lo hicieron con la guerra impuesta al régimen de Sadam Husein contra Irán el 22 de septiembre de 1980, esa guerra no era una simple violación a las fronteras de Irán sino que contenía objetivos completamente estratégicos y fue dirigido por potencias imperialistas contra el recién nacido sistema de la República Islámica de Irán. En el mundo, Irán es el 4º. país exportador de petróleo, la 3ª. Reserva mundial de petróleo, el 90% de 70 millones de habitantes, son Chiitas musulmanes.
Sin embargo, las declaraciones y la actitud del gobierno Iraní recuerdan los 8 años de la “Defensa Sagrada” de la población de Irán. Años de resistencia, firmeza y sacrificio de la población de Irán ante los enemigos. Enemigos que en una nefasta unión habían decidido hacer fracasar a la Revolución Islámica y la desintegración de Irán, pero no lograron otro resultado que el fracaso. Aquellos duros y difíciles años de la guerra llenaron de experiencia y florecimiento el camino de profundización del poderío y la unidad de la población de Irán.
Ahora Irán cuenta con un admirable poderío defensivo, de mucho alcance y unas fuerzas armadas técnica y moralmente poderosas. Que cualquier agresión imperialista tendría inmediatamente una respuesta similar.
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