A la "comuna o nada", le falta una letra y mucha voluntad

Entre muchas otras cosas, a la idea de "comuna o nada" le falta una letra importantísima, y no es un asunto meramente nominal, de consigna, hay que hacer un análisis estructural, que incida en la arquitectónica que le da sostenibilidad al sistema capitalista, para desde los bordes superar esa tendencia a acabar con la vida. La batalla por la revolución, no se trata únicamente de luchar para ser incluido en el sistema de mercado, tener acceso al sistema tal cual lo concibe la lógica burguesa, es plantarse y hacer las cosas radicalmente diferente, un modo de vida distinto, unas relaciones sociales y de producción que difieran de las formas naturalizadas por quienes ven en la oportunidad para hacer dinero a costa de la necesidad de las mayorías un hecho normal, cuando en realidad es una abominación producida y reproducida en el hecho social inmerso dentro de la dinámica propia del capitalismo.

Hacer una "revolución" para que se reproduzcan las formas de dominación, es estar destinado a fenecer ante la voracidad de un sistema que no respeta la vida. Es patinar en yogur, es hacer el ejercicio del perro que va dando vueltas detrás de su cola. Si el Poder popular está pensando en hacer un esfuerzo por incluirse en el mercado capitalista, con todo lo que su metabolismo representa, quizá empuje hacia el escalamiento social de algún grupo minoritario, dejando al mismo tiempo por fuera a una gran mayoría, los excluidos de siempre, dejando claro a la larga, que no se cambiará nada. Pero el asunto es complejo, y para un combate real por la construcción de otro modelo económico y societal, las acciones deben estar coordinadas para asestar golpes contundentes, desde afuera, desde los bordes y desde adentro. Se trata entonces de la producción material y subjetiva de unas nuevas relaciones, en ese sentido estamos ante la necesidad de producir sin hacer fetiche de la mercancía, producir para atender a las necesidades del pueblo, producir no para la ganancia o la multiplicación del capital, producir para impulsar procesos organizativos populares, producir para que no haya explotación, en definitiva se trata de construir una nueva Lógica del trabajo para la generación de la riqueza y el bienestar social.

Cuando el comandante Chávez lanzó la idea de comuna o nada y al mismo tiempo, acompañado de dicha idea, planteó la ley orgánica del sistema económico comunal, tenía claro el horizonte de construcción de un nuevo modelo económico, empujado desde abajo, con un nuevo espíritu, un modelo económico que se abriría espacios entre una infraestructura que está al servicio de la desigualdad, para que agrietando estas brechas, pudiera construir lo nuevo, pudiera construir lo diferente. Y todo este esfuerzo, desde los adentros y desde los bordes, juntarlo con los afueras, con experiencias que no tienen ningún vínculo con el adentro del mercado, pero que en definitiva se cruzan en la necesidad de encontrarse en un espacio para el intercambio, no sólo intercambio de mercancías, también de experiencias organizativas y de solidaridades.

Ocurren cosas como éstas en las comunas que producen, en las organizaciones sociales antisistémicas que empujan la autosustentabilidad para avanzar en la construcción de emancipación, ocurre en los comités de prosumidores (concepto que en unifica la idea de productor-consumidor), ocurre en los lugares y las mentes donde está germinando la idea de la superación del rentismo como forma de producción dominante y degradante de la sociedad venezolana. En contraposición, es clave la afirmación de que el capitalismo no produce, a éste le importa la ganancia, exprimir dinero, y si esto se logra produciendo menos, contratando menos mano de obra, mejor. Lo que ocurre en la actualidad con los llamados "puntos de venta", son el mejor ejemplo de ello, una cantidad de individuos que tienen acceso a la tecnología, muchos de estos comerciantes no producen nada, alquilan el instrumento tecnológico y, sin trabajar, aumentan sus márgenes de ganancias.

Pareciera que es normal (o normalizado), que se reproduzca un modelo societal parasitario, a costa del Estado y hasta con la aparente autonomía de lo privado. Mientras todo eso ocurre, es necesario la emergencia de nuevos actores en el hecho productivo, y el terreno fértil para ello es la comuna como herramienta para que el pueblo pueda rediseñar sus formas de vida. Parte de esta discusión y construcción están en marcha, en diferentes espacios, en distintos territorios. En nuestro caso, desde la casa del costurero de los sueños emancipatorios Eulogio Paredes, tratamos de construir comuna, y de la misma forma impulsamos espacios para la producción, hacemos un esfuerzo colectivo por dinamizar este debate. En este espacio, ubicado en un sector popular de la ciudad de Mérida, nos organizamos, para hacer sopas, pan y arepas de harina de trigo. Entonces conformamos una
Empresa de producción social (EPS), la cual denominamos "EPS Pan Pal Pueblo". Para nosotros esta empresa no es un fin en sí misma, es una herramienta para seguir impulsando procesos sociales, que den cuenta de nuevos espacios para sostenibilidad en el tiempo del proyecto emancipatorio del pueblo organizado.

Tenemos clara la idea, de que lo que hacemos no tiene por objeto competir en el mercado capitalista, nuestro fin no es la ganancia o el lucro, trabajamos para producir bienestar social, producimos solidaridades, construimos poder popular en el marco de una nueva territorialidad, que atiende necesidades específicas de la población más vulnerable, por tanto, para que todos esos planteamientos sigan creciendo se necesita reinversión social, y para que esto ocurra, parte de la carpintería está en afinar lo operativamente práctico del hecho económico. Sabemos que todo actor que pretenda participar del hecho económico necesita estar autorizado por medio de lo que conocemos como el Registro Único de Información Fiscal (RIF), requisito indispensable para cumplir con obligaciones tributarias, y para cualquier otro trámite en la administración pública. De esta manera, para personas nacionales, antecede a la codificación numérica la letra "V", para extranjeros la letra "E", para itinerantes extranjeros la letra "P" de pasaporte, la letra "J" para persona Jurídica, y la "G" para los entes gubernamentales. Luego del 25 de Mayo del 2015, el presidente de la república ordenó al SENIAT, identificar a las comunas y consejos comunales con la letra "C", las cuales antes se venían registrando con la letra "J", y que tenía por objeto evitar: que las comunas y los consejos comunales sean considerados dentro del sistema fiscal venezolano como privados.

Con relación a esto último (y aquí viene el debate por la letra faltante, que describimos en el título de esta nota), aunque se giraron instrucciones para su "ejecución inmediata", en el año 2015, faltó el engranaje con la infraestructura institucional que le da cuerpo al sistema económico venezolano. Un ejemplo de ello radica en la banca. En el año 2018, a más de tres años de haber emitido la orden presidencial, es imposible hacer una simple transferencia de una banco privado a una cuenta de una EPS, que se identifique en su RIF con la letra "C", ya que sus plataformas tecnológicas no han modificado o habilitado dicha letra para que se puedan incorporar experiencias productivas populares a las plataformas de la banca privada. De esta forma ocurre que, la gente se organiza, produce, hace los trámites para formalizar su proceso productivo, se le asigna el RIF correspondiente con la letra "C", abre su cuenta en el Banco Bicentenario, pero nadie le puede transferir, en consecuencia se estancan los procesos en marcha, quiebra la EPS, se desmantela la organización, y muere la posibilidad de la emergencia de un nuevo espíritu societal. A la idea de la construcción de la comuna, le falta la incorporación de la letra "C". La "C", debe aparecer en toda la arquitectónica institucional, para poder apalancar los procesos de transformación, de otra manera estaremos legitimando la ideología del liberalismo, que da cuenta de que lo único posible está en la esfera de lo privado. Esto de la letra, en realidad, es lo más simple de resolver, lo más difícil es actuar con voluntad para comprender que en la idea lanzada por Chávez de "Comuna o Nada", radica la posibilidad de verdaderamente hacer la Revolución.



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Carlos Rivas

Escuela Popular de Comunicación ?Eulogio Paredes?. Vocero de la Casa del Costurero.

 carlos_rivas_45@hotmail.com

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