Desde hace poco más de una década y más o menos a partir del 15 de octubre, cuanto negocio que se respete, es decir que se considere “chic” o “cool”, o como les digan actualmente los sifrinos, empieza a “adornarse” con unas auyamitas de plástico, telarañas sintéticas, sombreros de brujas de comiquitas, máscaras horrorosas, arañas, escobas, esqueletos y toda la parafernalia típica de la fiesta de origen celta que los gringos comercializaron al hacerla suya, y que por extensión, sus admiradores colonizados han propagado en esta tierra de gracia.
Por supuesto, las emisoras de radio y TV privadas, con el nacionalismo y alto nivel cultural que las caracteriza, no pueden quedarse atrás, y promueven los bonches que en muchas discotecas se realizan para celebrar tan magna ocasión. Jamás se les ha escuchado un trato similar para eventos folclóricos nuestros, y menos si llevan tintes negroides como las fiestas de San Juan o de San Benito, porque todo lo que huela a pueblo aparte de ser fu, ni siquiera es comercial, y recordemos que por la plata baila el mono capitalista.
La cosa es tan seria que hasta en caseríos perdidos de la geografía nativa también hacen fiestas de disfraces en los clubes de los notables, donde el motivo por supuesto es la noche de brujas. Incluso en universidades nacionales, las secretarias de algunas dependencias se disfrazan con enormes narices y capas negras cuando se aproxima el 31 de octubre, en lamentable demostración del estado actual de nuestras casas de educación superior.
Debemos entender que a los celebrantes no les importa un carajo saber qué significa la tal Halloween, ni de donde viene la tradición, porque se trata simplemente de un problema de identidad, de pertenencia, de sentirse gringo(a) y por lo tanto feliz, aunque sea por una noche. Más aún en estos tiempos, cuando el mestizo de Miraflores osa enfrentarnos al imperio y ejercer nuestra soberanía, la comentada fiesta viene como anillo al dedo, para que los escuálidos se manifiesten en defensa de sus valores culturales yankees.
Por eso este año no esperaron el 31 y adelantaron el aquelarre con la reunión de la resucitada y selecta coordinadora democrática, con participación de insignes oficiantes como Antonio Ledesma, Henry Ramos, Oswaldo Alvarez, y los conversos Gabriel Puerta y Hermann Escarrá, entre otros brujos convocados. El ritual en esta ocasión estuvo destinado al combate de la reforma constitucional, que pretende darle mayor poder a las bases populares, democratizar las universidades, reducir la duración de jornada laboral, y permitir la prolongación del mandato de Chávez, entre otros tantos maleficios.
Lo original del encuentro es que los participantes no requirieron disfrazarse, que no invitaron a sus colegas de PJ y UNT y que la esotérica reunión fue transmitida en muerto y en directo por la fantasmal Globovisión. Dejemos que los muertos entierren a sus pares, como dice la Biblia.
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