Cuba, un análisis

Ya Fidel lo advirtió en su memorable discurso del 17 de noviembre del 2005 en la Universidad de La Habana, que la revolución cubana puede ser reversible no solamente por las agresiones del enemigo externo sino también por circunstancias políticas internas derivadas de los problemas que enfrenta Cuba. Esta llamada de atención no generó el suficiente eco, las suficientes reacciones, en el interior y exterior de Cuba, como para producir alarma. El 26 de julio del 2007, transcurridos 20 meses de la advertencia dramática de Fidel, su hermano Raúl reconoció que la revolución cubana transcurría en medio de serias dificultades económicas y sociales y anunció la introducción de reformas aunque no definió su alcance. En una sociedad poco acostumbrada al debate público y abierto, el discurso de Raúl despertó un profundo interés y estimuló la discusión sobre el estado de la economía de la isla y la manifestación de problemas sociales derivados, que ha producido expectativas de cambios en la isla, no solamente en el seno de la población cubana, sino también en el exterior.

En Cuba predominan las posiciones que apoyan un proceso de reforma y que el mismo debe trascender más allá de lo administrativo y económico, pero dentro de las estrechas holguras que permite el sistema político, los alcances de la misma no están bien definidos. Por versiones que vienen y van, se puede decir que en el seno de la dirigencia cubana, no obstante la unanimidad aparente sobre los temas esenciales, camina un lento proceso de discusión en la búsqueda de un consenso que permita definir los detalles y alcances del proceso de reformas, que en forma tímida ha emprendido Cuba desde la primera mitad de la década de los 90. Las opiniones predominantes en el seno de la intelectualidad cubana indican que hay un amplio espectro de criterios y respuestas a la situación crítica por la cual transita la isla, que excluyen por ahora, un sistema con predominio del mercado y escasa regulación estatal.

Ante la coyuntura por la que transita Cuba, es necesario con carácter de urgencia, romper la inercia que se manifiesta en las dependencias públicas en la atención de los reclamos de los ciudadanos y la falta de participación de aquellos que, teniendo poder y representatividad, eluden la discusión de los asuntos más importantes a los cuales debe hacer frente la sociedad cubana. En las circunstancias que vive el país, llama la atención, según los seguidores cercanos de la situación interna, la indolencia y poca eficiencia de los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular, donde parece existir “una unanimidad abrumadora” y son escasos los debates en los cuales se confrontan posiciones, cuando el debate resulta ser imprescindible para tomar decisiones en las condiciones tan complejas por las que transita el país. Los cubanos en su mayoría, quieren tener una sociedad en la cual los ciudadanos sean los verdaderos protagonistas, en donde la manifestación del pueblo no se limite solamente a la movilización de masas, sino que la misma se extienda de manera formal a los procesos de toma de decisiones y de control de las políticas públicas, donde los trabajadores organizados tengan realmente la capacidad de decidir y buscar soluciones a los problemas que los afectan directamente, que tienen que ver directamente con la calidad de vida.

Sectores de la intelectualidad cubana ven con interés las experiencias china y vietnamita, no con el afán de copiar, sino de aprender, sobre todo porque son países que tuvieron problemas similares a los cubanos, sobre todo en el campo de la política agraria y agrícola, que sin duda están atendiendo con bastante éxito. La economía cubana necesita de una flexible transformación de su estado actual, que la lleve a transitar por nuevas rutas, no perdiendo de ninguna manera lo esencial de su sistema político. Sin lugar a dudas, así piensan algunos, Cuba necesita, en ese amplio espectro de la producción agrícola, de la implantación de criterios de mercado, para enfrentar los problemas derivados de motivación e innovación deficientes, que el mercado determine los precios, que genere incentivos a las empresas y las impulse a tomar riesgos de inversión. El éxito de Vietnam en la introducción de criterios de mercado resulta estimulante, lo que ha derivado en tasas de crecimiento nunca antes vistas de su economía agrícola y total, marcando incluso la pauta en el comercio internacional especialmente de granos.

China y Vietnam dejaron atrás la agricultura colectivizada y en respuesta le dieron importancia a las iniciativas familiares, transfirieron propiedad estatal a manos de pequeños y medianos empresarios e implantaron mercados libres agrícolas. Cuba convirtió una parte importante de las granjas estatales en Unidades Básicas de Producción Cooperativa, sin autonomía y dependientes del Estado que compra sus cosechas a precios menores a las posibilidades del mercado y limita su participación en los mercados agropecuarios, que son dominados por empresarios privados, pequeños y medianos que producen en tierras estatales otorgadas en usufructo, y lo hacen conforme a las demandas del consumo, con producto fresco y de calidad.

En China, la mayoría de las empresas industriales del estado fueron transformadas en empresas de capital compartido, con la participación de inversión extranjera directa, en Vietnam el mayor volumen de las exportaciones se genera en empresas del mismo orden. Mientras que para el 2004, algo menos del 30% de la planta industrial china y vietnamita era propiedad del estado, en Cuba, la industria es propiedad del estado, con efectos negativos en la producción, salvo en aquellos sectores con presencia de inversión extranjera en forma compartida con esfuerzos del estado cubano. Estimulada por un marco jurídico confiable Vietnam se convirtió en un receptor de inversión extranjera directa, mientras que en Cuba se impusieron las restricciones internas que desembocaron en la revocatoria de muchos contratos con empresas extranjeras, lo que limitó el interés de iniciativas externas. El crecimiento rápido de las importaciones de China y Vietnam fue financiado por las exportaciones estimuladas por la inversión extranjera y por los esfuerzos propios en áreas vitales. Vietnam hizo presencia en el mercado internacional del arroz, al pasar de importador a exportador y China devaluó su moneda para hacer más competitivas sus exportaciones, mientras que Vietnam por su parte, en otras condiciones, liberó su tasa de cambio y dejó su moneda en régimen de flotación, con resultados similares. Mientras que Cuba, en el mismo período dio marcha atrás en la descentralización limitada del comercio exterior establecida en la última década del siglo pasado y concentró nuevamente el poder en el Ministerio de Comercio Exterior y el Banco Central.

Mientras que China aconseja a Cuba, desde comienzos del presente siglo, establecer los mecanismos de una economía socialista de mercado y acabar con el igualitarismo, Raúl Castro de visita en China en el 2005 expresó entre otras cosas las siguientes, con relación a la experiencia china, “es realmente esperanzador todo lo que ustedes han hecho aquí….hay gente que está preocupada por la evolución china, sin embargo yo estoy contento y tranquilo con lo que he visto”. Según versiones oficiales, actualmente en Cuba funciona un grupo de estudios ocupado de analizar el colapso de la Unión Soviética y los países socialistas europeos, las experiencias de China y Vietnam, y las conclusiones que se puedan sacar para el proyecto socialismo del futuro.

Cuba está pagando todavía las consecuencias de la pérdida de su principal mercado y socio comercial. La caída de la URSS y de los países socialistas europeos, pesa todavía en la economía cubana. El camino por el cual transita Cuba en el presente no ha logrado superar la brutal contracción de los niveles de consumo y bienestar individual y colectivo vigentes antes de 1989. Cuba debe plantearse la modificación del actual sistema productivo y tecnológico, con profundas reformas económicas y financieras, la descentralización de las decisiones y permitir un papel más relevante del mercado, permitir la inversión de las remesas en empresas familiares pequeñas y medianas y promover la organización de empresas cooperativas de servicios complementarias a las empresas estatales y semi-estatales, surgidas a partir de la inversión extranjera, y por esa vía ya ha iniciado los primeros pasos, que tuvieron origen en la reforma agraria de 1993. De alguna manera resulta evidente que en algunos sectores se han dado consensos respecto de la importancia de transformar el modelo económico y productivo de manera tal que socialismo, con todas las conquistas esenciales en el campo de la salud, la educación y la cultura, sigan vigentes en condiciones distintas que soporten su viabilidad económica.

En Cuba las decisiones fundamentales en las empresas son tomadas por el Estado, dejando al margen a los colectivos de trabajadores y administradores, pero como parte del proceso de descentralización se ha iniciado un proceso de transferencia, que a todas luces es una forma de democratizar la toma decisiones en el ámbito de producción de bienes y servicios, que permita a las empresas estatales competir con otras formas de propiedad que paulatinamente puedan ir surgiendo en la isla. La propiedad socialista ha sido sinónimo de propiedad del estado, lo que en otros términos quiere decir que, todo es de todos, pero nada es de nadie y por lo tanto nadie responde por ella, por su buena conducción, por su buena administración.

Existen corrientes de opinión en Cuba que piensan que se deben buscar realmente nuevas formas de gestión que permitan que las empresas se conviertan en propiedad real de los trabajadores, y otros sectores van más allá, proponiendo que el Estado mantenga funciones reguladoras e inversoras, que conserve la propiedad sobre los recursos del subsuelo, la actividad petrolera, gas y la minería, y mantenga dominio sobre los servicios públicos vitales como electricidad y agua., pero además legitime la economía mixta no solamente con el capital extranjero y que fomente un sector de economía familiar, en pequeña y mediana escalas en actividades productivas y de servicios, en donde estas manifestaciones sean más eficaces para resolver las demandas de la sociedad. La organización cooperativa debe ir más allá de la producción agrícola y pecuaria mediante el estímulo financiero necesario para incursionar en la industria textil y del calzado. Cuba debe abrirse paulatinamente a una economía en donde prive el cooperativismo, la autogestión y la cogestión, en donde la presencia del estado no castigue las capacidades creadoras de los colectivos de trabajadores, donde existan canales de comercialización adecuados de la actividad productiva de todos los sectores, en donde la intervención del capital privado internacional y nacional no signifique la privatización de las actividades en que participe y despliegue sus capacidades productivas, en que el estado marque las pautas, las orientaciones fundamentales y que mantenga dominio de imperio sobre las actividades esenciales, estratégicas por lo demás.

Contrario a lo que piensan muchos sectores en Cuba, aún dentro de las estructuras de poder, el Ministro de Economía y Planificación José Luis Rodríguez declaró el año pasado que, Cuba no cambiará su modelo económico para seguir los de China o Vietnam debido a características diversas entre los países y que la transmisión del poder a Raúl no ha resultado en cambios significativos sino en continuidad en algunos ajustes para hacer el modelo más eficiente. También afirmó sobre la propiedad socialista que no imagina otras formas de propiedad que puedan contribuir al desarrollo cubano como la estatal existente, por lo que la colectiva será mantenida y reforzada. El trabajo por cuenta propia desaparecerá gradualmente según aumente la eficiencia del Estado y no se abrirá nuevos espacios a las empresas pequeñas porque el desarrollo de la nación no puede basarse en ellas. Podrán sobrevivir las ideas del Ministro Rodríguez?

Estará Cuba lista para mantener un proceso de discusión pública de sus limitaciones más importantes, que permita poner en agenda temas relativos a criterios de propiedad, modelos de producción, participación de inversión extranjeras en áreas más allá de las consideradas estratégicas?. Las últimas iniciativas dictadas por Raúl Castro como nuevo número uno de la revolución cubana son signos de aceptación de una realidad, que ya no se puede ir postergando o poniendo de lado. No obstante cuando han surgido voces del exterior que aportan criterios sobre las dificultades económicas que llaman la atención sobre algunos indicadores o tendencias, son atacados con la misma severidad, con la que se ataca al enemigo.

Fidel Castro criticó por diferentes medios, opiniones expresadas por Petras y otros al amparo del ambiente de apertura creado por Raúl, para la discusión pública de los asuntos de estado, por haber identificado, problemas económicos e irracionalidades en la asignación de recursos y sugirieron algunas iniciativas para enfrentarlos, entre los que destacan las siguientes;

la gran inversión en turismo extranjero, dependiente de insumos importados, no es una solución a largo plazo, empeoró los problemas estructurales y desvió recursos de la agricultura y la industria provocando la caída en su producción y un aumento de las importaciones de alimentos.

la compleja y costosa universidad especializada en ciencias informáticas podría haberse hecho a menor costo integrando centros universitarios existentes, y debe generar una base de datos y programas esenciales para mejorar el rendimiento en la producción y los servicios.

la inversión de más de 700 millones de euros en biotecnología, un sector de alto riesgo, ha producido algunas importantes vacunas, pero su rendimiento es disparejo pues por cada descubrimiento exitoso han fracasado docenas de costosos proyectos, hay que plantear prioridades y reorientar esos recursos escasos hacia áreas descuidadas como la alimentación, la vivienda, el transporte y otras necesidades urgentes.
el sistema educacional actualmente orientado al sector de servicios debe formar técnicos que eficientemente gestionen las actividades agrícolas e industriales a fin de que estas produzcan los bienes para consumo popular debe recuperarse la industria azucarera y parte de su producción dedicarla al etanol a fin de reducir la importación de petróleo, así como invertir en la agricultura para lograr la autosuficiencia en alimentos.

hay que diversificar la industria especialmente orientada a productos de consumo interno y exportación, así como en productos derivados del níquel que se exporta en crudo.
habría que reconsiderar el enorme gasto de ayuda médica al extranjero porque no ha generado un beneficio práctico (salvo en Venezuela) y provocado escasez, demoras y problemas a los cubanos, así como su resentimiento.

los trabajadores y consumidores han de participar en la toma de decisiones, y debe haber mayor transparencia publicando para escrutinio público las cuentas, ingresos y gastos de todos los ministerios, así como cuentas de gastos, transporte, regalos, posesiones y compras en el extranjero de todos los altos funcionarios.

En algunos círculos en Cuba, las reacciones de Fidel ante las observaciones de Petras y compañeros generó algún desconcierto, más aún porque los medios oficiales, ignorando el ambiente de discusión propiciado por Raúl, no publicaron los análisis que motivaron la reacción de Fidel. Según Petras, las opiniones vertidas se hicieron en el espíritu de una crítica constructiva y no habían ido tan lejos, según su opinión, más allá de las que se expresan en los análisis de economistas cubanos. Petras llamó la atención en el sentido que “cuando no se consulta a los trabajadores ni a los agricultores para planificar inversiones y prioridades, el apoyo al socialismo disminuye y el neoliberalismo aumenta”. Y esto último –agregaría de mi cosecha-, debe ser tomado muy cuenta en Venezuela en las actuales circunstancias por las que transita el país. Visto de otra manera, no se puede planificar sin la participación de los autores.

Antes y después de su nombramiento como Presidente del Consejo de Estado, Raúl ha logrado introducir cambios positivos, que se consideran todavía marginales, dentro de la gravedad de los problemas estructurales en la economía y en el sistema institucional cubano, más aún, si tomamos en cuenta los alcances y profundidad del debate que se ha desarrollado en la isla, sobre aspectos políticos y económicos, que el mismo Raúl impulsó. A finales del 2006 Raúl atribuyó las dificultades internas, a la pobre producción interna en la agricultura y a las importaciones muy costosas de alimentos, a procedimientos burocráticos y atrasos estatales en el pago a cooperativas y productores agrícolas privados, que para ese período ya contribuían con el 65% de la producción agrícola. Esta situación obligó a la dirigencia del país a la aplicación durante el 2007, de continuos aumentos de precios de acopio por parte del estado, como una especie de poner los precios a la altura de los costos reales de producción y a la vez se establecieron mecanismos para descentralizar la venta de agroquímicos, equipos y herramientas de trabajo, que antes eran solo asignados por el Estado.

Cuba toma la vía de soportar el crecimiento de la producción agrícola, en manos de la iniciativa privada. Es necesario aceptar que la tierra con actitud agrícola, desde los orígenes del proceso revolucionario cubano, no fue intervenida en su totalidad por las medidas originales de la reforma de agraria, para ponerla al servicio de los planes de colectivización, pues alrededor del 30% de la tierra con vocación agrícola, quedó en manos de pequeños propietarios y el 70% restante fue incorporada a los planes de producción como tierras propiedad del estado. A partir de 1993, de conformidad con la versión vigente de ley de reforma agraria fueron introducidos nuevos conceptos de propiedad, que permiten la presencia de actores privados en el campo cubano, sean éstos pequeños y medianos productores, empresarios nacionales, o en su defecto inversión extranjera interesada en promover proyectos productivos con fines de exportación. Las iniciativas del gobierno cubano fueron más allá, pues en abril recién pasado se anunciaron dos disposiciones de singular importancia, que significa no solamente un cambio de carácter productivo, sino en el fondo de importancia política. Según estadísticas responsables, alrededor del 50% de las tierras con potencial agrícola de Cuba está ociosa o explotada en forma deficiente. Como una iniciativa de abrir nuevos espacios productivos, se anunció la entrega en usufructo de tierras estatales ociosas “a todo el que quiera producir” y por otro lado, con la intención de combatir el centralismo, se anunció la constitución de delegaciones de agricultura en todos los municipios para trasladar la toma de decisiones en donde realmente se encuentra el combate por el aumento de la producción. Todo lo anterior aparejado a programas de crédito y soporte tecnológico, con la intención inmediata de crear impacto productivo.

Cuba está inmersa en la atención de problemas muy diversos e importantes. Todavía se sienten los efectos de la caída del principal socio comercial, el origen y destino del volumen principal de sus exportaciones e importaciones y no se alcanzan los indicadores de producción y consumo vigentes con anterioridad al “período especial”. Sin embargo, sus dificultades no solamente se derivan de tales condiciones. Si Raúl Castro, en setiembre del 2007, atribuyó responsabilidades a la corrupción e indisciplina laboral por la mayoría de los problemas económicos, la ineficiencia y la escasez de bienes, creo que se queda corto en el diagnóstico, pues el juicio resulta evidentemente muy limitado luego de haber transcurridos, casi 50 años en el poder. Serán de tal profundidad los fenómenos de la corrupción e indisciplina laboral para poner en entredicho todas las capacidades del sistema político, que las capacidades de control administrativo del estado sean rebasadas o que la visión política vigente en la isla está perdiendo credibilidad en amplios sectores de la población. Será posible esto último?.

Cuba todavía anda buscando el camino que la pueda orientar hacia el desarrollo, que le permita satisfacer las necesidades básicas de la población por la única vía posible, por el aumento de las capacidades productivas de su economía, en especial del sector agropecuario. Están en proceso de revisión y actualización todos los mecanismos coadyuvantes, pasando por el replanteamiento de los métodos y formas de producción y propiedad, pasando también por la revisión y actualización de los procedimientos de manejo de insumos, transporte, distribución y comercialización de la producción. Todo se reduce y lo hace de manera certera Raúl Castro, al expresar a finales del 2007 que, “la tierra y los recursos deben estar en manos de quienes sean capaces de producir con eficiencia………..y reciban la retribución que merecen”. La economía cubana ya no resiste los servicios sociales gratis y los millonarios subsidios a los precios de productos distribuidos en forma igualitaria a toda la población. Como en cualquier sociedad del mundo capitalista, los sectores de mayores ingresos se están beneficiando de servicios públicos gratis y de la compra de productos, cuyo precio está por debajo del mercado. Hay muchas distorsiones que tendrán que ser focalizadas, para atender las necesidades de los sectores de menor ingreso. No se puede vivir de ninguna manera con los productos que asegura la libreta de racionamiento, pero hay sectores, segmentos de la población cubana, que no pueden vivir sin ella.

Unos números de la economía cubana referidos al 2007, según analistas que han manejado información oficial, llaman la atención. No obstante la espectacular expansión de la producción minera, con presencia de inversión extranjera, en términos globales se ha producido un fenómeno de desindustrialización, y entre 1989 y 2007, la participación en el PIB ha caído del 26% al 13%. En el sector manufacturero, el azúcar se desplomó en el 85%, de 8 a 1 millón de toneladas entre 1989 y el 2007, lo que representa la última cosecha más baja en 113 años. La producción de cemento, textiles, fertilizantes, jabón y zapatos estaba entre el 50% y el 96% inferior a 1989 y la de puros aumentó el 38%. En el sector agropecuario, la producción de arroz, huevos, cítricos, leche de vaca y tabaco rondaban entre el 12% y el 57% por debajo de 1989, el número de cabezas de ganado vacuno era 24% inferior, y la pesca y mariscos entre 58% menor. Otros renglones como tubérculos y hortalizas estaban por encima de los volúmenes anteriores a 1989, aunque se manifestó una declinación desde el 2003. Las exportaciones cerrando el 2007 han experimentado cierta recuperación, pero en comparación con 1989 era un 30% menor, y las importaciones han crecido mucho más, pues cerrando el mismo período han crecido en el 24%. A partir de 1989, disparado por la pérdida de sus principales clientes comerciales, el déficit comercial ha ascendido en forma sostenida, situándose en el 155%. A partir de 1994 los términos del intercambio mejoraron impulsados por el repunte de los precios internacionales del níquel, que representó para el 2006 el 30% de las exportaciones, y los subsidios venezolanos al petróleo exportado.

La economía cubana ha sobrevivido gracias a la inversión extranjera en sectores vitales como el petróleo, gas, níquel y la actividad turística, a la colaboración financiera e inversiones venezolanas y en menor medida al intercambio comercial con la República Popular China. Esta combinación de factores externos que de alguna manera provocaron un blindaje de la economía cubana le dio espacios a la dirigencia política del pais para frenar las modestas pero exitosas reformas de mercado implementadas en 1991-1996 a las cuales había accedido, casi que a la fuerza, por la gravedad de la situación por la que transitaba la isla, que podía provocar manifestaciones más allá de lo razonable, dentro de la rigidez del sistema político vigente. No obstante las dificultades que ha tenido que enfrentar Cuba, buena parte de los indicadores sociales se lograron recuperar y muchos exceder los altos niveles que tenían en 1989, debido a la considerable asignación de recursos a los servicios sociales, que para el 2007 representaba alrededor del 45 del gastos total, pero según opinión de conocedores de la situación actual, todavía hay indicadores rezagados. El incremento del salario nominal en el 2005 no compensó el alza de los precios y el salario real en el 2007, representaba el 24% del nivel de 1989. La mortalidad infantil bajó en el 52%, pero la mortalidad materna aumentó en el 43%. Para el 2007 la tasa de habitantes por médico, no obstante que la mitad del personal médico cubano presta servicios en el exterior, aumentó en el 20% con relación a 1989. La matrícula en el nivel secundario creció y la del nivel superior saltó 172% pero concentrada en humanidades, ciencias sociales, pedagogía y medicina, mientras que la matrícula en carreras técnicas, agronomía y ciencias naturales y matemáticas ha decrecido o progresado muy poco. La tasa de viviendas edificadas por 1.000 habitantes cayó de 6 a 4,6 en el período y el número considerable construido en 2006-2007 apenas compensó las viviendas destruidas y seriamente dañadas por huracanes, por lo que aumentó el déficit habitacional.

Las medidas aplicadas por Raúl Castro en los últimos meses, aunque no llegan al fondo de los problemas que afectan la economía de la isla, que resultan un buen inicio en esa dirección, han abierto canales de discusión sobre los asuntos públicos, nunca antes vistos en Cuba. Hay variedad en las propuestas de carácter económico y político, sin embargo hay un amplio consenso que la implantación de cualquier paquete de reformas y rectificaciones tiene que darse dentro de los marcos del sistema socialista, conservando sus contenidos esenciales de justicia. Los procesos de cambio que se han desarrollado en China y Vietnam son tomados en cuenta como una referencia importante, y algunos analistas políticos y científicos sociales se apuntan a un modelo socialista cubano, pero sin definirlo en sus contenidos esenciales.

Otros sectores, “liberales” dentro del sistema, proponen una economía mixta, con formas de propiedad y gestión diversas, dentro de la visión de partido único desde el punto de vista institucional, en que el Estado conserve la función reguladora, inversora, estratégica y propietaria de los sectores estratégicos y de grandes empresas. En el plano externo sugieren lanzar al país por la vía de la sustitución de importaciones, la promoción de las exportaciones competitivas y el incremento de la inversión internacional. Hay un marcado consenso en cuanto a soltar amarras en la actividad agropecuaria. Se debe liberar la iniciativa en cuanto a qué sembrar, a quien vender, fijar precios y mercado abierto como vía para aumentar la producción y productividad, como única vía para bajar los costos y precios del producto final al consumidor y eventualmente lograr el autoabastecimiento, como condición previa al aumento de las exportaciones agrícolas.

Por diversos sectores en la sociedad cubana se reclama la participación ciudadana. Que no esté limitada al apoyo y la movilización por la revolución, sino que ésta se extienda y adquiera beligerancia real en la toma de decisiones y en el control de las políticas públicas.

A raíz del paquete de reformas impulsadas por Raúl, en opinión de algunos, Cuba se encuentra transitando por un período de enfrentamiento entre los “duros” y “reformistas”, según se deduce de la integración acordada del Consejo de Estado en febrero pasado. Será un enfrentamiento entre los aliados de Fidel, representantes de la vieja guardia de la Sierra Maestra y de los primeros años de la revolución, y aquellos que propusieron, encabezados por Raúl, un debate que ha escalado las expectativas de cambio y reforma, como nunca antes en la historia reciente de Cuba, que pueda poner en entredicho la gobernabilidad. El proceso de consulta propiciado por Raúl ha despertado esperanzas, pues se han dicho cosas de mucha trascendencia, que de no ser atendidas en forma efectiva puede ser en extremo peligroso para el futuro de la isla. Sin embargo otros sectores indican que “las medidas tomadas por Raúl” fueron largamente estudiadas y hubo además un largo período de preparación que arrancó con la caída de la URSS y de los países socialistas de Europa. No se puede ligar de ninguna manera la voluntad de cambio e iniciativas impulsadas por Raúl, de manera directa con el alejamiento de Fidel. Cuba ya está lista para asumir los cambios que se requieren por las nuevas condiciones imperantes en la economía internacional, no obstante las tensiones que se expresan en diversas regiones del mundo. Se puede decir que si la suma de factores internos y externos hubiese sido tal, que pusiera en riesgo la estabilidad de la revolución cubana, las medidas de cambio y reforma que se están impulsando ya estarían en el archivo, esperando una coyuntura propicia.

La timidez de las reformas propuestas por Raúl inicialmente, no le entran por ahora al fondo de los problemas estructurales que padece Cuba, pero son un buen inicio y de mantener el ritmo son un buen estímulo para la imaginación. Todo apunta a un incremento de la producción y del bienestar social, pero no debemos olvidar que la reforma económica debe llevar como consecuencia propia, a la apertura política. Si se impone en pluralismo en lo económico debe imponerse en lo político. Se han creado grandes expectativas estimuladas por el debate promovido por Raúl.

fedepuko@yahoo.es


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Federico Picado Gómez


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