Conferencia Internacional Obrera Gubernamental (Berlín, 1890)

En Congreso de París de 1889 había acordado que los delegados y organizaciones en él representados defendieran en sus respectivos países las decisiones de orden reivindicativo adoptadas y que presionaran a sus gobiernos, por todos los medios, Municipios, Parlamento, movimientos de opinión, etc., para que fueran defendidas por los delegados gubernamentales en la Conferencia Internacional que se celebraría en Suiza convocada por la iniciativa del gobierno de aquel país. De otra parte, la Comisión ejecutiva designada por el Congreso debería entregar oficialmente a la Conferencia el plan de legislación aprobado. ¿Qué era esta Conferencia?

En 1889, el Gobierno suizo invitó a los gobiernos de Europa a una Conferencia Internacional gubernamental con el fin de estudiar los problemas de legislación obrera que en aquellos momentos aparecía en un primer plano en los congresos obreros internacionales. Aceptaron la invitación 15 Estados y, en principio, la Conferencia fue decidida para el mes de septiembre de 1890 en Berna (Suiza), pero por diferentes razones, en vez de celebrarse en esta fecha y lugar, celebróse en Berlín durante los días del 15 al 22 de mayo del mismo año. Corresponde a un apogeo del movimiento obrero, a un mayor grado de madurez de sus partidos y organizaciones, esta "preocupación" de la burguesía por las condiciones de vida de la clase obrera. Y no ciertamente con la intención de mejorarlas, sino para salir al paso de los planes reivindicativos del proletariado con el fin de desviarlos hacia vías muertas, tratando de garantizar y defender los intereses del capitalismo frente a la amenaza del proletariado organizado y del desarrollo del socialismo.

La Conferencia fue un fracaso; no llegó a ningún acuerdo. Los problemas por ella examinados, trabajo de la mujer y del niño, jornada de trabajo, seguridad, etc., es decir, los problemas de los explotados, no podían ser resueltos por los delegados de unos gobiernos que no eran más que los administradores y los guardianes de los intereses de los explotadores. Las condiciones de explotación inhumana y de miseria de los obreros industriales, de los mineros, de los miles y miles de mujeres y de niños que sufría la más inicua explotación en Inglaterra, en la India, en todo el mundo capitalista, no serían mejoradas graciosamente por las fuerzas patronales, sino gracias a la unidad y a la acción del proletariado guiado por los principios revolucionarios del socialismo, de sus partidos de clase, y parapetado en la unidad de sus organizaciones sindicales.

Con esta Conferencia, los gobiernos, alarmados por el crecimiento del movimiento obrero, trataban de neutralizar su poderosa acción reivindicativa, que tenía su máxima expresión en sus Congresos internacionales, tratando de alimentar toda clase de esperanzas y falsas ilusiones en fórmulas legalistas y de promesas reformas sociales que, como decía Pablo Iglesias refiriéndose a España, "nada reformaban". La delegación británica fue la primera en oponerse a toda resolución práctica. Una propuesta concreta de Suiza de crear una Oficina Internacional de Control no fue aceptada. Los elementos conservadores del movimiento obrero que habían defendido la Conferencia poniendo en ella esperanzas, considerándolas como el primer paso hacia el establecimiento de unas bases internacionales de legislación obrera, registraron su primera derrota.

La Conferencia de Berlín es el antecedente de una nueva línea política de la burguesía, ante la evolución del proletariado y de su espíritu de clase, tendiente a condicionarlo y a canalizar sus aspiraciones por el camino de un reformismo social, castrando su espíritu de clase para hacerle olvidar el propio pensamiento de la Primera Internacional de que "la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos". Si muchos falsos apóstoles olvidaban este lema, el proletariado sabía, por el contrario, que era el único que le señalaba el verdadero camino de su emancipación. La Conferencia de Berlín fue, pues, el punto de partida de na línea de traición a la que la burguesía atrajo a los elementos reaccionarios del movimiento obrero de entonces y hasta nuestros días.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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