Esta guerra continuará

La situación en Colombia es en extremo delicada. Para las dos fuerzas que chocaron ayer, el plebiscito era un asunto de supervivencia. La victoria del Si hubiese significado el inicio del fin del uribismo. Mientras que la imposición del No hunde a los sectores políticos que conforman la coalición de Santos y colocan en graves aprietos desde el punto de vista político y militar a las FARC-EP.

Para el grupo insurgente la concentración de personal y equipamiento, así como la presencia de miembros del Secretariado y del Estado Mayor Central cerca de áreas civiles, comprometen, sino toda, una parte importante de la estructura de mando del grupo beligerante. Por otra parte, desde el punto de vista político, el grupo armado recibe un duro golpe. El argumento que fungió como legitimador de la vía armada, era que la represión coartaba la participación electoral. Sin embargo, esta vez fueron a las elecciones en una alianza con un sector de la oligarquía, con apoyo importante de algunos medios y fueron derrotados. Mas aun, tanto el Comandante Timoleón Jimenez, como el Comandante Iván Márquez, sostuvieron que las FARC-EP no tendrían un "plan B", pues su único plan era la paz. Si bien es cierto que una estructura político militar, de varias décadas de experiencias en guerra, tomaron sus previsiones ante un escenario desfavorable, también es cierto que la argumentación política para justificar la existencia del grupo armado se verá bastante empañada.

Uribe se catapulta como la primera fuerza política en Colombia y esto marcará el ritmo de aceleración de una revolución conservadora en latinoamérica. La campaña del No giro en torno a la debacle de la experiencia socialista en Venezuela. Asimismo, la victoria de Macri en Argentina, del No en Bolivia, de los partidarios de Temer en Brasil e incluso del PP en España. El maremoto que ahoga al chavismo arrastrará irremediablemente a toda la izquierda, pro chavista o anti chavista, para la revolución conservadora no hay voto salvado, no hay diferencia, no hay matices, es la rearticulación de todo el imaginario conservador latinoamericano alrededor de un movimiento reaccionario. Es tiempo de trabajar en una unidad amplia, en nuevas fórmulas políticas y en buscar las vías para una contraofensiva progresista. Quizás es momento para impulsar un gran Congreso Anfictiónico Bolivariano, realizado simultáneamente en latinoamérica por amplios sectores de la izquierda para diseñar nuevas estrategias.

En cuanto a la situación en Colombia no debemos descartar en las Palacio de Justicia por el M-19 en 1985. En donde los políticos llamaron a negociar con los insurgentes y el alto mando militar desobedeció e incursionó dentro del Palacio, masacrando a los guerrilleros que allí se encontraban. En este instante, pese a las declaraciones de Santos y del mismo Uribe, se rompe la tregua, queda sin vigencia de facto todos los ceses al fuego, las zonas de confrontación comienzan a calentarse. Hay que estar atentos para denunciar el atropello a los derechos humanos que en Colombia puedan cometerse. Además, todo parece indicar que Uribe intentará abanderar la paz imponiendo unas condiciones inaceptables para la guerrilla, por lo cual prolongará la guerra.

Pocas oportunidades ha tenido el pueblo colombiano para alcanzar la paz. La victoria del Si fue una oportunidad de oro. Fidel Castro ya había hablado de la imposibilidad de una victoria militar para las FARC-EP y fue artífice de un proyecto trabajado meticulosa y pacientemente por una paz negociada. Chávez hizo lo propio. No obstante, fueron estas las condiciones propicias para manufacturar la paz. Por un lado, la comprometida situación de una guerrilla que sufrió en corto plazo la baja de importantes miembros de su estructura de mando y que tiene el peligro de perder su retaguardia estratégica en Ecuador y Venezuela, en caso del ascenso al poder de fuerzas reaccionarias hostiles a la guerrilla en estos países. Por otro lado, el declive de un sector de la oligarquía que tuvo una pésima gestión de gobierno. Ambos sectores encontraron intereses comunes para construir una alianza frente al uribismo.

Años de tradición conservadora, miedo a la situación venezolana y voto castigo a la gestión de Santos fueron el caldo de cultivo para inclinar la intención del voto hacia el No.

La Colombia que no conoce la guerra voto por a favor de la muerte. La Colombia que vivió los horrores del conflicto pidió la paz. Aunque sea duro admitirlo él "No" es un voto uribista. El "Si" no es fruto ni del capital político de Santos ni el de las Farc, sino es la expresión de un gran anhelo del pueblo pobre colombiano. No obstante, todos los sectores de la izquierda armada o no debemos seguir luchando por la paz en Colombia e intentar abanderar ese importante sector de la población que voto por el "Si".

Por ahora, perdió la Colombia de Gabo, del humor fresco y agudo de Jaime Garzón, la del valiente Gaitan. Ganó la Colombia de la motosierra, de la narconovela, la de Pablo Escobar. Seguimos con fe que la terquedad de la buena Colombia pueda vencer al final. Los que callaron no cuentan por ahora, pero sí generan muchas interrogantes.


Esta guerra continuará...



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Damian Alifa

Combatiente en la batalla de las ideas

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