El Concepto de Colapso desde Karl Marx a Walter Benjamin

A painting of a city in flames

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Los pasajes de la obra de Lenin en los que se plantea la perspectiva de una pronta caída del capitalismo como resultado de una revolución mundial cercana, no son los únicos en que se expresó el llamado "catastrofismo" de los pensadores marxistas clásicos.

A menudo, esta perspectiva catastrofista en clave revolucionaria —la revolución mundial inminente e inevitable— se dio acompañada de otra idea asociada a un tipo de resolución catastrófica mucho más "oscura" de las contradicciones fundamentales del capitalismo.

Esto es, aunque planteada de modo tangencial y sin ser nunca precisada o sistematizada, una referencia a un tipo de derrumbe societal con rasgos similares a los comprendidos bajo el concepto de colapso civilizatorio.

Un ejemplo de lo anterior puede verse en la famosa consigna socialismo o barbarie popularizada por Rosa Luxemburgo —la frase en realidad es de Kautsky— en un famoso pasaje de su obra en donde se realiza una mención explícita al colapso de la Antigua Roma.

"Friedrich Engels dijo una vez: ‘La sociedad burguesa se encuentra en una encrucijada: o transición al socialismo o retroceso hacia la barbarie’. ¿Qué significa ‘retroceso hacia la barbarie’ para nuestra elevada civilización europea?… Hasta ahora probablemente todos hemos leído y repetido estas palabras sin pensar, sin sospechar su serio significado. (…) El triunfo del imperialismo conduce a la aniquilación de la civilización. Al principio esto ocurre de manera esporádica durante la guerra moderna, pero cuando comienza el periodo de guerras ilimitadas continúa hasta sus inevitables consecuencias. (…)

Hoy nos enfrentamos a la elección, precisamente como Friedrich Engels la anticipó hace una generación: o el triunfo del imperialismo y el colapso de toda civilización como en la antigua Roma: despoblación, desolación, degeneración —un gran cementerio. O la victoria del socialismo, que significa la lucha activa y consciente del proletariado internacional contra el imperialismo y sus métodos de guerra. (…) Este es un dilema de la historia mundial, un o bien/o bien; las balanzas vacilan ante la decisión del proletariado consciente de clase.

El futuro de la civilización y la humanidad depende de si el proletariado se decide valientemente a arrojar su espada revolucionaria a la balanza. En esta guerra el imperialismo ha ganado. Su sangrienta espada de genocidio ha inclinado brutalmente la balanza hacia el abismo de la miseria. La única compensación por toda la miseria y toda la vergüenza sería si aprendemos de la guerra cómo el proletariado puede tomar el control de su propio destino y escapar del papel de lacayo de las clases dominantes." (La crisis de la socialdemocracia alemana, 1915).

Alusión a un derrumbe civilizatorio expresada de modo maestro por Rosa Luxemburgo que —como señalamos— Karl Kautsky anticipó en términos similares casi un cuarto de siglo con anterioridad a Rosa en el siguiente pasaje:

"Si en verdad la comunidad socialista fuera una imposibilidad, entonces la humanidad quedaría apartada de todo desarrollo económico ulterior. En tal caso, la sociedad moderna se descompondría, como ocurrió con el Imperio romano hace casi dos mil años, y acabaría por recaer en la barbarie. Tal como están las cosas hoy, la civilización capitalista no puede continuar; debemos avanzar hacia el socialismo o retroceder hacia la barbarie." (La lucha de clases, 1892).

Recalquemos. La sentencia de "socialismo o barbarie" —originada en Kautsky y popularizada luego por Luxemburgo— no constituye una referencia a un tipo de desastre indefinido, en abstracto… sino que a una forma específica de "ruina social": el colapso.

Específicamente, a la forma de colapso entendida por la tradición intelectual occidental como el modelo de lo que significa —o podría significar— un colapso civilizatorio: el derrumbe del Imperio Romano de Occidente y la civilización grecolatina clásica.

Recalquemos, otra vez. La idea de un colapso civilizatorio se encuentra en la base argumental —y simbólica— de la tal vez una de las consignas más icónicas de la tradición marxista: la consigna de "socialismo o barbarie".

Alusión a la posibilidad de un derrumbe civilizatorio como corolario alternativo del desarrollo capitalista que, como vemos de forma explícita en Luxemburgo y Kautsky, no se remite sólo a estos autores, sino que comprende también a algunos de los más importantes representantes de la tradición marxista.

Todos los cuales confirieron un espacio en sus elaboraciones, explícitamente o no, a la misma idea de fondo contenida en el eslogan "socialismo o barbarie". Esto es, la posibilidad del colapso.

Lo anterior incluso en los casos en los que esta idea aparece diluida tras una serie de "advertencias" sobre un peligro civilizatorio —presentado por lo general de forma vaga— acechando el destino de la humanidad en caso de que una revolución no lograse superar pronto al capitalismo.

Un ejemplo de esto son las ya referidas "intuiciones de catástrofe" de Lenin que no se remiten solamente a su ya citado pronóstico de un capitalismo enfrentando una "crisis final" (terminal) dando pie a una revolución mundial destinada a acabar con aquel…

Sino también a la posibilidad de un desastre histórico de proporciones inéditas en caso de que aquel no lograse ser destruido a tiempo.

Intuiciones de ruina capitalista que se expresaron en el pensamiento de este dirigente bolchevique en una serie de análisis y pronósticos en donde este tiende a defender la idea —discutida previamente— de unas condiciones objetivas de la revolución socialista que habían comenzado a "pudrirse".

Degeneración de las condiciones objetivas del socialismo a la cual Trotsky se refiere más tarde en su Programa de Transición de 1938 donde advierte, entre otras cosas, de los peligros de una sobrevida del capitalismo y del fracaso de una revolución mundial en el mediano plazo.

"Todo discurso que afirma que las condiciones históricas aún no han "madurado" para el socialismo es producto de la ignorancia o de un engaño consciente. Los requisitos objetivos para la revolución proletaria no solo han "madurado"… han comenzado a pudrirse. Sin una revolución socialista, y en el próximo período histórico, una catástrofe amenaza a toda la cultura de la humanidad. El turno le corresponde ahora al proletariado, es decir, principalmente a su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria." (El Programa de Transición, 1938).

Una cuestión —la putrefacción de las condiciones objetivas de la transición socialista— que Trotsky describe de forma más concreta pocos años después, al enumerar algunos de los rasgos más amenazantes que estaba adquiriendo el desarrollo capitalista por ese entonces.

Por ejemplo, aunque interpretado bajo el enfoque de optimismo tecnológico característico del marxismo clásico, el peligro de un mundo capitalista "sobrepoblado". Esto último en momentos en que la población mundial ni siquiera superaba los dos mil millones.

"El mundo del capitalismo decadente está superpoblado. La cuestión de admitir cien refugiados más se convierte en un problema grave para una potencia mundial como Estados Unidos. En una era de aviación, telégrafo, teléfono, radio y televisión, los viajes de un país a otro están paralizados por pasaportes y visados. El período de decadencia del comercio exterior y de declive del comercio interno coincide al mismo tiempo con la intensificación monstruosa del chauvinismo y especialmente del antisemitismo. En la época de su auge, el capitalismo sacó al pueblo judío del gueto y lo utilizó como instrumento en su expansión comercial. Hoy la sociedad capitalista decadente se esfuerza por exprimir al pueblo judío de todos sus poros; diecisiete millones de individuos de los dos mil millones que pueblan el globo, es decir, menos del 1 %, ya no pueden encontrar un lugar en nuestro planeta. En medio de las vastas extensiones de tierra y las maravillas de la tecnología, que también ha conquistado los cielos para el hombre así como la tierra, la burguesía ha logrado convertir nuestro planeta en una prisión fétida." (Manifiesto de la IV Internacional, 1940).

Rasgos de degeneración civilizatoria —ya presentes hace casi un siglo— en los cuales Trotsky entrevió correctamente no sólo el próximo genocidio del pueblo judío a manos del nazismo, sino también… el peligro de una gran catástrofe amenazando la cultura humana.

Catástrofe civilizatoria inminente que, según Trotsky, no se trataba de una amenaza indefinida para un futuro distante, sino que —en sus propias palabras— para el "próximo" período histórico.

Pronóstico de Trotsky en torno a una catástrofe civilizatoria cercana que, por lo demás, no luce nada de bien para nosotros si consideramos tanto que se trata de una advertencia que tiene ya casi ochenta años…

Como el hecho de que nuestro presente se ubicaría unos "tres" o "cuatro" periodos históricos después del referido "próximo" periodo histórico al que Trotsky hacía alusión en 1938.

Pronóstico de Trotsky acerca de un "gran desastre" cerniéndose sobre la humanidad, que toma ahora un perfil incluso más siniestro si traemos a colación esas otras advertencias de catástrofe —también con casi ochenta años de antigüedad— proferidas por otro de los grandes augures del marxismo: Walter Benjamin.

Alertas benjaminianas ante el peligro de una "resolución oscura" de las contradicciones del capitalismo que, en línea con las afirmaciones de Luxemburgo, enfatizan la posibilidad de un fin abrupto (¿colapso?) de la historia conocida.

Algo así como una "anti-historia" surgiendo de las entrañas de la historia misma. Esta vez, como el opuesto de la historia en tanto desarrollo y progreso modernos. Como una historia a punto de implosionar sobre sí.

"Si el derrocamiento de la burguesía por parte del proletariado no se logra en el momento casi previsible de desarrollo económico y tecnológico (la inflación y la guerra química lo señalan), entonces todo está perdido. Antes de que la chispa alcance la dinamita, hay que cortar la mecha encendida." (Calle de dirección única, 1928)

Exhortaciones benjaminianas alrededor de una potencial "autoaniquilación capitalista" de tonalidades literalmente lúgubres que —inspiradas por el callejón sin salida del ascenso nazi y su propia persecución política— constituyen hoy uno de los antecedentes más claros del pensamiento colapsista en el marxismo.

Vaticinios benjaminianos que —en su rica heterodoxia mesiánica judeo-cristiana— se atrevieron a refutar al mismo Marx en su concepción de "progreso histórico". Esto al reconceptualizar la representación moderno-ilustrada de la revolución como una locomotora furibunda en los rieles del progreso por la de una pausa obligada ante un proceso social en ruta directa al desastre.

"Marx dijo que las revoluciones son la locomotora de la historia del mundo. Pero quizás es exactamente lo contrario. Tal vez las revoluciones son un intento de los pasajeros de este tren —es decir, la raza humana— de accionar el freno de emergencia." (Tesis sobre el concepto de historia, 1940)

En otras palabras, el horizonte socialista pensado no como una inevitable y rabiosa progresión de la techné y la industria, sino como una "detención" del proceso histórico ante su propio abismo.

¡Como un freno ante el colapso!

¡Como una pausa necesaria ante la hecatombe!

Como una detención de lo infernal-moderno… ese arrebato prometéico de una historia propulsada por los vientos huracanados de la ruina acumulada de lo pasado proyectándose —a velocidad supersónica— en el desenfreno técnico-ecocida de lo futuro.

Esos vientos revueltos de una historia en entredicho, de una historia tomada otra vez por sorpresa… por la historia misma.

Esa historia de mil ruinas civilizatorias que avanza hacia lo porvenir buscando siempre asfixiar al presente bajo una apariencia encantadora.

"Una tormenta sopla desde el Paraíso, atrapada con tal violencia en las alas del ángel de la historia que ya no puede cerrarlas. Esta tormenta lo impulsa irremediablemente hacia el futuro, hacia donde da la espalda, mientras el montón de escombros ante él crece hacia el cielo." (Tesis sobre el concepto de historia, 1940)

Temporalidad y conceptualización de la historia en tanto "detención" opuesta diametralmente —¡opuesta diametralmente!— a una comprensión de la misma en tanto modernidad infalible y eterna.

Representación típicamente benjaminiana de la necesidad de un enlentecimiento-dilación del proceso social (¿decrecimiento?) que se corresponde de algún modo con la idea sugerida antes por Lenin y Trotsky en torno a unas condiciones objetivas yendo, en el fondo, más allá de sí mismas.

Esto como resultado —como dijimos— de unas condiciones objetivas de la revolución "demasiado maduras" que habían comenzado a "pudrirse".

Alertas de Benjamin y los marxistas clásicos en torno a un gran desastre acechando los destinos de la humanidad proferidas —no lo olvidemos nunca— hace casi un siglo, antes de todo lo presente.

Alertas de Benjamin y los marxistas clásicos de hace casi un siglo en torno a una gran aniquilación planetaria cercana… que ni siquiera constituyen las primeras de este tipo en el marxismo.

Esto porque ya se encuentran en Marx y Engels desde el comienzo. Y ni siquiera en un lugar "oscuro" de su obra, sino que en el pasaje quizás más famoso de toda la tradición revolucionaria moderna.

Pasaje de Marx y Engels que dice así, quizás algún marxista lo leyó…

"La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases.
Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores feudales y siervos, maestros de gremio y oficiales —en resumen, opresores y oprimidos— se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca. Una lucha que terminó siempre con una transformación revolucionaria de toda la sociedad… o con la ruina común de las clases en lucha."

¡Voilá!

Repitámoslo otra vez. Una lucha que terminó siempre con una transformación revolucionaria de toda la sociedad… o con la ruina común de las clases en lucha.

¡Voilá!

Pasaje de los fundadores del marxismo inserto, nada menos, que en el corazón de la obra fundacional de esta tradición intelectual: el "Manifiesto Comunista".

Pasaje de Marx y Engels en torno a la perspectiva de una "ruina común" de las clases en pugna que nos habla así, entonces…

De una posible resolución histórica alternativa tanto a una mantención indefinida del sistema capitalista como a una hipotética superación revolucionaria-socialista del mismo.

¡Voilá!

El colapso siempre estuvo ahí, desde el comienzo mismo del marxismo en tanto escuela teórica… desde el inicio mismo del pensamiento revolucionario moderno.

Nada menos que —tan sólo un tarado podría no verlo— en el alma teórica de todo aquello que se ha denominado y que se denominará en el futuro como "marxismo"

¡En el Manifiesto Comunista!

¡Nada menos!

¡Voilá!

¡Voilá!

Y otra vez… ¡Fucking Voilá!

¡En el Manifiesto Comunista!

¡En el escrito fundador por esencia del comunismo moderno!

¡En el puto Sanctum Sanctorum del pensamiento marxista!

¡El Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels!

¡Yeah!

So what?

So What (Fucking) What?

¡Siempre estuvo ahí!

El concepto de colapso siempre ha sido uno de los pilares fundacionales —aunque nunca desarrollado ni sistematizado— del pensamiento revolucionario contemporáneo.

Antes del cambio climático… antes del calentamiento global… antes de los actuales 430 ppm de CO2 en la atmósfera… antes de la acidificación oceánica y el derrumbe de biodiversidad… antes del agotamiento del petróleo… antes del fin del agua.

¡Antes de la VI Extinción de la Vida!

¡Esa extinción en curso hecha a imagen de nosotros mismos!

¡Antes del Antropoceno!

¡Esa mortandad venidera que se alimentará de nuestros nombres!

¡Antes!

¿Que acaso no entiendes, marxista?

¡Antes!

¿Que acaso no entiendes, ciego?

¡Antes!

Cuando la revolución era todavía posible

Cuando el socialismo era todavía pensable

¡Porque no, marxista!

Ni el concepto de "colapso" ni la posibilidad de una "autodestrucción" del capitalismo o la sociedad moderna fueron nunca un concepto "exótico" al marxismo.

Simplemente, fue su dispositivo más olvidado y oculto… aunque siempre presente.

Una noción casi totalmente olvidada, es cierto, tras los prejuicios moderno-ilustrados del propio marxismo y sus principales exponentes.

Un concepto —el colapso— por lo general denostado por el tipo de supremacismo tecno-productivo moderno que caracterizó, también, a una gran parte de esos mismos pensadores marxistas que, partiendo por el mismo Marx, terminaron por incluirlo en sus respectivas obras. Esto ya sea de forma directa o no.

Lo anterior con la excepción —posiblemente única— de Benjamin, para todos los efectos un "no clásico". Es decir, algo así como una especie de "hereje" ideológico en el campo marxista.

La necesidad de un marxismo del colapso es así la necesidad de la revolución puesta ante la última de sus hipótesis… la de una modernidad cayendo en sus propias fauces, autodevorándose.

¡La necesidad de un marxismo del colapso es la necesidad de la historia misma!

Una historia nuevamente negándose… dando pie a lo totalmente desconocido.

¡El colapso!

¡Es el verdadero debate estratégico del siglo XXI!

"Y entonces, caminando entre el sonido supersónico de explosiones terribles, rodeado por las ruinas de una ciudad del oriente, me encuentro a un niño desnudo de aspecto luminoso que llora junto a la acera. Entonces le pregunto: ¿por qué lloras, niño? ¿por qué lloras, niño? Y el niño responde, señalando una humareda cercana: ¡me he quedado sin alas! ¡me he quedado sin alas!" (Antitesis, Guerra, 85 años después)

Nota:

Este artículo es un extracto del libro en preparación "Trump 2025. Entre la Geopolítica y el Apocalipsis" (Sección "La Geopolítica del desastre. Lenin ante el Colapso") que puede ser leído en el siguiente enlace: https://www.scribd.com/document/789770805/Trump-2025-Entre-la-Geopolitica-y-el-Apocalipsis-Clase-obrera-Palestina-Ucrania-y-Cambio-Climatico.

Para otros materiales referidos a teoría marxista-colapsista, visita la web de Marxismo y Colapso www.marxismoycolapso.com.

 

marxismandcollapsesocialmedia2@gmail.com



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