El "autoritarismo forzado por las circunstancias del llamado a la abstención" es un fenómeno político en el que un Gobierno consolida su poder y legitimidad, no a través del apoyo mayoritario de los votantes, sino aprovechando la baja participación electoral. Esta abstención masiva es el resultado de un llamado de la oposición, que rechaza el sistema electoral por considerarlo carente de transparencia y equidad.
En este escenario, la baja afluencia a las urnas permite al Gobierno de Nicolás Maduro ganar elecciones con un porcentaje de votos reducido, lo cual es utilizado para aparentar un respaldo democrático y justificar su permanencia en el poder, a pesar de la deslegitimación de las instituciones electorales por parte de un sector significativo de la población.
Ante ese escenario, es necesario recordar uno de los agudos análisis de Arturo Uslar Pietri sobre la esencia de la democracia venezolana, particularmente en lo que respecta al impacto del Pacto de Punto Fijo, que hoy resuena con una inquietante actualidad en el escenario político de julio de 2025. Uslar Pietri advertía que la verdadera salud de una democracia no reside solo en la celebración de elecciones, sino, fundamentalmente, en la existencia de una oposición vigorosa, vigilante y, crucialmente, alternativa.
El "Pacto de Punto Fijo", si bien garantizó una estabilidad democrática inicial tras la dictadura, al cooptar a las principales fuerzas políticas en un consenso de gobernabilidad, terminó por, en palabras de Uslar Pietri, "despojar a la democracia de algo esencial: la oposición". Esta visión profética se materializa, con una crudeza alarmante, en la Venezuela post-27 de julio de 2025.
La crítica de Uslar Pietri apuntaba a que la ausencia de una oposición efectiva no solo anula la fiscalización del poder –"la posibilidad de que el Gobierno no haga lo que le dé la gana"– sino que, más grave aún, extingue la esperanza de una alternativa viable de poder. Si no hay oposición, no existe una fuerza que, desde la crítica constructiva o el disenso, pueda ofrecer un camino distinto, una visión alternativa para el país. Lo que Uslar Pietri diagnosticó como "partidocracia" –un sistema donde los partidos, en su acuerdo de reparto, difuminan las líneas entre oficialismo y oposición– muta en el 2025 hacia un escenario de hegemonía consolidada, donde la crítica se silencia y la alternativa se desvanece por completo.
El escenario post-27 de julio de 2025, tal como se plantea, es la culminación de este proceso de desmantelamiento de la oposición. La decisión de una parte de la oposición de retirarse y llamar a la abstención tras los eventos del 28 de julio de 2024, si bien pudo haber sido percibida como un acto de protesta o deslegitimación, irónicamente, sirvió como el catalizador final para la consolidación del poder de Nicolás Maduro. Aquí se produce una paradoja trágica: aquello que buscaba ser un golpe al sistema, se convierte en su mayor garante.
Desde una perspectiva crítica, en sistemas con rasgos de concentración de poder progresivo, autoritarios, abandonar la lucha electoral por obtener participación popular en las instituciones es abandonar al pueblo que necesita representación.
El 27J de 2025 confirma lo que ya se había demostrado en 2005, 2018, 2020 y 2021: la abstención estratégica en Venezuela no ha jodido al poder, por el contrario, les garantiza su permanencia.
La Abstención como Arma de Doble Filo
La decisión de la abstención masiva, impulsada por una facción de la oposición, se concibió como un mecanismo para deslegitimar las elecciones, evidenciar la falta de condiciones democráticas y, en última instancia, negar al gobierno la legitimidad de un mandato popular genuino. Sin embargo, su efecto no deseado fue contraproducente. Lejos de debilitar al poder establecido, la abstención permitió que el "voto duro" del oficialismo y sus aliados se tradujera en una victoria electoral con un porcentaje inflado de los votos emitidos, a pesar de una participación general baja. Esto otorgó al gobierno la apariencia de un "triunfo" en las urnas, minimizando la oposición interna formal en los espacios institucionales.
El argumento gubernamental se fortaleció en este contexto. El gobierno de Maduro, con sus aliados (empresarios afines, partidos del Gran Polo Patriótico y "partidos minoritarios"), pudo esgrimir que la abstención reflejaba la irrelevancia o la falta de apoyo popular de la oposición, reforzando la narrativa de que la única opción viable y legítima para el país es la suya.
La Consolidación del Autoritarismo Forzado por las Circunstancias
La situación actual evidencia un efecto Uslar Pietri en su máxima expresión. La ausencia de una oposición activa y organizada en el terreno electoral significa que no hay una fuerza política capaz de "vigilar, criticar y denunciar faltas en el marco de la ley" desde el parlamento, las gobernaciones, las alcaldías, o la arena pública. Esto elimina de facto los contrapesos democráticos internos.
La extinción de la alternativa de poder es una consecuencia directa. Al no existir una oposición que compita por el poder de manera efectiva, se anula la "alternativa del poder" de la que hablaba Uslar Pietri. El electorado, incluso el descontento, se ve desprovisto de una opción creíble para canalizar su frustración o su deseo de cambio, lo que conduce a la desesperanza y a una profunda desmovilización cívica.
Esta aparente victoria electoral, facilitada por la vía de la abstención, permite a Maduro y a su coalición (política y económica) avanzar sin mayores obstáculos en la reconfiguración institucional del país. Se profundiza el control sobre todas las ramas del poder público, los medios de comunicación y la economía. La "partidocracia" del Punto Fijo ha sido reemplazada por una "hegemonía de facto" del partido gobernante y sus satélites, consolidando su dominio sin competencia significativa.
La Destrucción del Sistema Democrático Constitucional
El proceso de consolidación de poder ha llevado a un vaciamiento de las instituciones democráticas. Sin una oposición que compita y gane espacios, la Asamblea Nacional, los tribunales y otros organismos se ven despojados de su función deliberativa y de contrapeso. En la práctica, se convierten en meros sellos de goma del poder ejecutivo.
En este contexto, el sistema transita de una democracia formal (aunque defectuosa en etapas previas) a un autoritarismo híbrido. Este modelo combina elementos autoritarios con una fachada electoral. La legitimidad, bajo este esquema, no se busca en la genuina competencia y la voluntad popular expresada libremente, sino en la ausencia de oponentes efectivos y en la inercia del poder.
Finalmente, la profundización de esta dinámica de poder, exacerbada por la decisión de la abstención, consolida un legado de desconfianza en el sistema electoral y en la política misma. Esto erosiona las bases de la participación ciudadana y hace más difícil reconstruir un tejido democrático en el futuro, sentando un precedente peligroso para la estabilidad política y social del país.
En síntesis
El 27 de julio de 2025, en Venezuela, no solo marca una fecha electoral, sino un hito trágico en la consolidación de un sistema autoritario. La visión premonitoria de Arturo Uslar Pietri sobre la necesidad vital de una oposición para la salud democrática se cumple, paradójicamente, a través de su ausencia. La decisión estratégica de la abstención por parte de una facción de las fuerzas opositoras, si bien motivada por un profundo descontento con las condiciones electorales, terminó por allanar el camino para que Nicolás Maduro y sus aliados cimentaran un poder sin contrapesos efectivos.
En este escenario, la "partidocracia" criticada por Uslar Pietri ha mutado en una hegemonía aplastante, donde la posibilidad de una "alternativa de poder" ha sido suprimida no solo por la voluntad del gobernante, sino, en parte, por la auto-inmolación electoral de aquellos que debían ser su principal contrapeso. La democracia venezolana, despojada de su esencia opositora, se transforma en un simulacro, un eco distante de lo que Uslar Pietri entendía como un verdadero sistema de pesos y contrapesos.