Carta abierta a Nicmer Evans: No hay nada crucial en su argumento

Lo extraño de la argumentación que elabora el politólogo Nicmer Evans a partir del efecto de su comunicado es que se refiere al mismo como un debate crucial para el porvenir del proceso revolucionario. Y digo extraño porque no termino de entender cómo una argumentación que se basa en la urticaria que le produce la anexión de artistas y políticos al movimiento revolucionario, sean antiguos militantes de partidos de derecha o no sea crucial para el rumbo de este proceso. Por más que le doy a la cabeza, no entiendo.

Para muestra, un botón: Poco puede interesar la cara bonita de alguien si su espíritu, su alma y su deseo atentan contra la construcción colectiva del Legado de Chávez. Y sigue: Como en la parábola del hijo pródigo, a veces corremos el riesgo de ser más condescendientes con los recién llegados que con aquellos que, como decía Bertold Brecht, han luchado toda una vida y son, por eso, imprescindibles. Primero, Evans, prefiero ver a una modelo o actriz con la belleza que caracteriza a la venezolana apoyando este proceso mil veces que a tí. Eso, es un colirio para estos ojos cansados de ver en contraparte, a Darío Vivas. Que se incorporen a la lucha de clases desde la mirada de los explotados, si entienden que el socialismo es la solución, si por fin han entendido la maravillosa experiencia del chavismo y vienen a ayudar a la transformación del Estado Burgués y no a la preservación del mismo, bueno, déjame decirte que eso no lo encuentro en ninguna de tus intervenciones ni escritos, al menos nada original ni propositivo. Y puedo apostarte que muchos de los militantes de este proceso, con 14 o más años de lucha, aún siguen construyendo desde el conocimiento basado en la experiencia, en la capacidad de relacionarse con el objeto social, con la teoría revolucionaria, con nuestra identidad aborigen, con nuestra idiosincracia. En fin, esa claridad ideológica que le pides a los recién llegados con tanto afán, se está construyendo en nuestras filas. Aún.

Qué diferente sería la situación si en vez de implícitamente acusar a Nicolás Maduro de rodearse de una farándula política, el texto impulse la idea de establecer espacios para la reflexión con ellos, y con el pueblo. Si Evans afirma que Recomendaría a los que recientemente se incorporan que pasaran por el sistema de formación político-ideológica del proceso revolucionario, pero la verdad es que este aún no existe. ¿Entonces qué hacemos?.  No cabe duda que su pregunta es reflejo de su incapacidad como elemento generador de reflexión interesante, creativa acerca de la realidad política venezolana. Lamentablemente, se destila de esta interrogante una suerte de posición academicista, de ilustración que ondea la superioridad de un sistema de formación política ante la cotidianeidad de la vida y su devenir. Porque la escuela que ha formado al pueblo venezolano en la batalla ideológica no tiene aulas, ni recintos, Señor Evans.

Se trata, de nuevo, de un conocimiento que nace del análisis entre el sujeto y lo que percibe, lo que le afecta el entorno. Se trata de un líder que despertó una manera de enfocar con perspectiva social, de clase. Hablamos de orgullo, de noción de patria, de afectos enterrados por la lógica del mercado y sus estereotipos. Entonces, cómo hablar de un sistema, regido implícitamente por directrices y espacios cognoscitivos? Y más importante aún, qué ha hecho usted en estos 14 años, como politólogo? No le da verguenza afirmar que no hay Formación política en Venezuela, si esto fuera cierto desde su óptica? Y si eso fuera cierto, no estaríamos en derecho nosotros, los no-ilustrados de exigir la quema sistemática de cuanto filósofo-doctor-teórico-escritor-politólogo asiste a espacios de televisión, radio y prensa a repetir hasta la saciedad las líneas de Chávez? Es o no factible que estemos ya hartos de estos intentos de construir edificios discursivos para autoproclamarse como pensadores de la Revolución en base a las líneas claras, rampantes y pensadas para llegar hasta el corazón del pueblo? Ese pueblo que encontró en Chávez no sólo al pensador, sino al comunicador, al emprendedor, al creativo, al irreverente?

Evans insiste: ¿Es posible entonces que alguien por ponerse una franela roja o decirse madurista ya es automáticamente chavista y revolucionario?. No, señor Evans. Esa distinción, esa separación entre Chávez y Maduro como primer arranque es propia de la derecha o al menos, de su campaña electoral. Decirse, Señor Evans, para una figura pública que vive de su físico, o de su talento histriónico, o de su arte ya es un gran paso. En medio de esta guerra psicológica, con 14 años de duración y con el decidido apoyo de la burguesía transnacional, dueña de medios de comunicación no es cosa sencilla ponerse la camisa de Maduro. Es una declaración de principios y para muchos de ellos, un salto al vacío. Quizás no poseen la formación política pero tienen algo que refulge como el diamante: Dignidad. Me quedo con eso, para empezar. Así empezamos todos. Suplante el término dignidad por fuego de Bolívar, y hablaremos usted y yo de perspectiva política.

Y me pregunto, a qué alude usted cuando habla de condescendencia? En un plan general por la paz, donde se hizo un llamado expansivo a todos los sectores del país, donde participan colectivos de artistas, deportistas, cultores, ministros, gobernadores, cuál condescendencia? Llevar a las cámaras el trabajo sostenido de Tiuna el Fuerte, Otro Beta, y decenas de gente que está echándole bola en el barrio? Mostrar a los artistas de medios privados que decidieron apoyar a Maduro y están creando una corriente a todas luces positiva para emancipar a aquellos que por razones laborales no pueden hacer lo mismo? Plantear una propuesta sólida, fruto del debate de esos actores para solventar el problema de la inseguridad? Inseguridad, Evans. Un punto concreto. No el estado comunal, no los consejos comunales que también y de manera asertiva, participarán en esta iniciativa. Acusar a Maduro de desligarse de la reflexión y atención sobre la noción del estado, diciendo que lo fundamental es reanimar la discusión del país, que, desde mi perspectiva, ha sido banalizada por una visión pragmática electoral es simplemente, bajo. Y digo bajo porque denota ignorancia e intención premeditada. Cuando se habla de la paz, se habla de construcción de país. Cuando se invita a los entes que ejecutan labor social, y se hace extensiva a los que figuran en la media, hablamos del país, porque decía Alí Primera, la patria es el hombre, muchacho. Todo esfuerzo que se haga por preservar la vida de los venezolanos es importante, y más cuando se trata de una iniciativa que conjuga y sistematiza a tantas instituciones, a tanta gente. Por cierto, Evans. ¿Desde hace cuánto no pisa usted un barrio?.

Por último, no hace falta ser socarrón, cuando afirma y se regocija por la atención que le prestamos a su escrito. Entendemos que aplica el refrán de La Lupe (que hablen bien o mal de mí, pero que hablen). Sin embargo, Evans, intuyo que el revuelo que ha causado su artículo se debe precisamente, a su impertinencia y su falta de sincronía con el tiempo histórico en que nos encontramos. Tanto estudio de Politología, tantas conferencias y entrevistas en CNN para desconocer que en medio de la batalla política, las individualidades que desentonan la marcha con palabras necias son traición.


Twitter: @orhpositivoatak



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Orlando Romero Harrington


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