Empecé mi práctica profesional con un modelo teórico empirísta en lo referente con la Arquitectura -con mayúscula-, por lo que entendí que esa visión adolecía de consistencia teórica e ideológica, hasta llegar a definir el "modelo tetraléctico de la realidad para el diseño del espacio urbano y el territorial", sobre la teoría de la "Arquitectura de Multitudes" -este nuevo paradigma, pensamos, será muy dificil de desarrollar mientras se considere la Arquitectura como algo que se puede separar de la ciudad y ésta de la sociedad-, fuera de las escuelas y la academía -algunos la llaman cultura de multitudes que nunca podrían ser reducidas a una unidad o única identidad-diferente cultural-, como propuesta para generar un nuevo paradigma como elemento teórico.
El modelo tetraléctico de la realidad para el diseño del espacio urbano y territorial, se apoya en la concepción del mundo dialéctico por parecernos fundamental para pensar en la sistematización de experiencias en la intervención de una realidad social.
Las relaciones dialécticas:
Espacio-Tiempo, Causa- Tiempo, Materia-Energía: (Forma-Contenido o Producción-Consumo) y Teoría-Práctica, generan un modo de pensar y un método para actuar en la interpretación de los fenómenos urbanos.
El modelo tetraléctico de la realidad para el diseño urbano y el territorial, es una contribución en la búsqueda de alternativas a la crisis de nuestras ciudades, convirtiéndose en una lluvia de ideas que levantan la ola angustiosa del "qué-hacer", es una sugerencia ideológica a nuestros entes municipales que desean cambiar la cuidad creyendo que son aportes muy positivos cuando en verdad se convierten en unos verdaderos obstáculos en la lucha por la ocupación de los espacios institucionales, cosa que es, en principio, una tarea subversiva porque hay que superar los obstáculos que han surgido desde el propio seno de los gobiernos locales, regionales y nacional.
Sobre las nuevas ciudades, no se trata de lograr una imagen bucólica, sino definir, en primer lugar, el espacio de la energía: vivienda, trabajo y recreación. Y, segundo, el espacio de la materia: producción, distribución y consumo.
Todos estos elementos conforman el tejido socio político. Pero este tejido no hace la ciudad. Hay otro tejido que le da carácter y compromiso a esos habitantes convirtiéndolos en ciudadanos, es el tejido urbano.