El reportero del pueblo

Dólar especulativo y la inercia del Estado sobre las materias primas.

El año 2011 la ONG VSF Justicia Alimentaria Global lanzó la primera campaña en el Estado español dirigida expresamente a denunciar la involucración de la banca española en el encarecimiento de los precios de los alimentos básicos a nivel global a través de la práctica de la especulación alimentaria. Un segundo objetivo era interpelar directamente al Gobierno del Estado español para que cumpliera con las obligaciones jurídicas que el Estado tiene adquiridas con respecto al derecho humano a la alimentación. Se exigía al Estado español que regulara, dentro de sus competencias, la especulación financiera en la alimentación, concretándose en la necesidad de regular sobre los agentes que la realizan, sobre cómo (las herramientas y prácticas especulativas) y sobre dónde se ejecutan (los espacios y lugares donde se especula: bolsa, OTC [1] y plazas offshore). También que tuviera una clara actitud de defensa del derecho a la alimentación en las negociaciones europeas relativas a la regulación especulativa.

Estamos en el año 1635, en la ciudad neerlandesa de Harleem, alguien paga 6.000 florines por un bulbo del tulipán Semper Augustus. Los ingresos medios anuales de una persona media eran en aquella época de 150 florines. Uno de los grandes primeros casos de burbuja especulativa agroalimentaria fue el de los tulipanes en los Países Bajos entre 1623 y 1637, durante ese período de euforia especulativa los precios de los bulbos de tulipán alcanzaron niveles desorbitados, dando lugar luego de que estallara a una profunda crisis financiera en la zona que duró casi 100 años.

Puede parecer que el Banco de Sabadell o el Índice Dow Jones UBS Commodity están muy lejos de esa época, pero está claro que no aprendemos. Para empezar, podemos utilizar las palabras literales del informe del relator de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación sobre especulación alimentaria

En el incremento del precio de los alimentos, que ha sumido en el hambre a más de 1000 millones de personas, juega un papel importante la entrada en el mercado de derivados financieros basados en productos alimentarios de grandes y poderosos inversores institucionales como fondos de cobertura, fondos de pensiones y bancos de inversiones, ninguno de los cuales tiene interés en los elementos básicos del mercado de productos agrícolas. Esa entrada fue posible gracias a la liberalización de normas en los mercados de derivados financieros de materias primas importantes a partir de 2000. Estas cuestiones aún no se han abordado de manera integral, por lo que aún tienen capacidad para provocar aumentos de precios por encima de los niveles que estarían justificados por las oscilaciones básicas de la oferta y la demanda

Así pues, urge una reforma fundamental del sector financiero mundial en sentido amplio con el fin de evitar otra crisis en los precios de los alimentos. Los derivados financieros extrabursátiles (derivados OTC), no regulados, deben ser sometidos a normas que exijan el registro y la negociación en mercados públicos. En lo que atañe particularmente a la negociación de derivados de materias primas, los Estados deben velar por que la negociación de derivados financieros de productos alimentarios se limite a agentes de inversión calificados y experimentados que operen con esos instrumentos basándose en previsiones relacionadas con el funcionamiento básico del mercado, en lugar de por motivos principal o exclusivamente especulativos. Esas medidas permitirían a los Estados cumplir sus obligaciones jurídicas en relación con el derecho humano a los alimentos.

En realidad, muchas organizaciones, entre ellas" ésta, van más allá de estas recomendaciones y exigen la retirada total y absoluta de la especulación sobre un derecho humano como es la alimentación. Pero no hay duda de que lo que pide el relator de la Naciones Unidas significaría un paso adelante. Y eso es lo que se le exigió al Gobierno del Estado español. Que cumpla con las obligaciones jurídicas que el Estado tiene adquiridas con respecto al derecho humano a la alimentación y regule de una vez la especulación financiera de la alimentación como la que hizo hace unos meses Catalunya Caixa o la que hizo el Banco de Sabadell. Y que lo haga actuando sobre el quién (los agentes especulativos), sobre el cómo (las herramientas y prácticas especulativas) y sobre el dónde (los espacios y lugares donde se especula: bolsa, OTC y plazas offshore).

Pero, acordémonos que el presidente de la República Bolivariana de Venezuela en un intento de darle producción al país y fomentar los campos productivos, como una medida de urgencia diseño un programa de ayuda a través del Banco Bicentenaria, donde, hasta el gallo se anotó para conformar una cooperativa y recibir un crédito que nunca cumplió sus funciones, porque no hubo el cúmplase y vigilancia de los créditos dados y cada organización procedió a comprar vehículos para utilidad personal y no los cancelo, esta mayoría de venezolanos se burlaron del Estado y, ahora nos encontramos pagando las consecuencias de nefasta acción.

Según una estimación del Banco Mundial, los aumentos de los precios de los productos alimentarios básicos y el petróleo en 2007 y 2008 hicieron que el número de víctimas de la pobreza extrema aumentase entre 130 millones y 150 millones. Al menos 40 millones de personas de todo el mundo fueron empujadas al hambre a causa de la crisis de los precios de los alimentos de 2008. Una cifra similar (44 millones de aumento de la pobreza) se estima que fue debida al incremento de la especulación alimentaria entre 2010 y 2011. No estamos hablando por tanto de un juego ficticio, un divertimento como cuando apostamos tres garbanzos a algo, la especulación alimentaria genera hambre, pobreza y muerte. El Parlamento Europeo admitía que los movimientos especulativos financieros son los responsables de casi el 50% del aumento del precio de los alimentos.

No me explico, porque la ONU no sanciona a Venezuela por la hambruna existente en nuestro país, cuando este organismo es su caja de pandora y la de participación, cuando a todas luces sabemos lo que sucede en Venezuela.

Los efectos de la subida de los precios alimentarios son devastadores, desde el inicio de la crisis especulativa alimentaria 250 millones más de personas están en situación de hambre, ya son más de 1.000 millones, cifras y porcentajes nunca vistos hasta ahora en la historia de la humanidad.

A nivel meramente ilustrativo podemos cifrar la cantidad de personas hambrientas equivalentes que se pueden atribuir a la especulación alimentaria. Si tomamos el incremento de la inversión especulativa en alimentos en el período 2010-2011, y el incremento de las personas que han sido arrastradas a la extrema pobreza por el incremento de precios en el mismo periodo, tendremos que por cada 314€ de inversión especulativa se empuja a una persona a la pobreza y el hambre.

Ahora, tenemos la comparsa de la especulación del dólar y el aumento inflacionario de los alimentos en mi país, cuya distribución y control están bajo las manos del despacho del Ministerio de la Defensa.

Existe ya un consenso generalizado en que la gran causa que explica el incremento dramático del precio de los alimentos mundiales es la especulación financiera ejercida sobre ellos.

Hay decenas de informes independientes que lo demuestran. Como ejemplo didáctico, los precios de varias materias primas fluctuaron excesivamente y en unos márgenes temporales tan estrechos que resulta imposible atribuir ese comportamiento a oscilaciones de la oferta y la demanda: los precios del trigo, por ejemplo, aumentaron en un 46% entre el 10 de enero y el 26 de febrero de 2008, volvieron prácticamente a sus valores anteriores para el 19 de mayo, aumentaron de nuevo en un 21% hasta principios de junio y comenzaron a bajar otra vez a partir de agosto. La crisis del precio de los alimentos de 2008 fue excepcional en el sentido de que posiblemente fue la primera crisis de precios que tuvo lugar en un entorno económico caracterizado por un enorme volumen de modalidades novedosas de especulación en los mercados de derivados relacionados con los alimentos.

El agravante es que los comerciantes no bajan de precio cuando el dólar baja, lo que indica una conspiración del mismo Estado, sin respetar el derecho de alimentación que tiene el pueblo. La Isla del Burro, debe ser abierta para estos facinerosos que burlan las leyes implementadas por el gobierno bolivariano de Venezuela, pero, todos sabemos porque no se aplican.

Uno de los instrumentos derivados que requieren particular atención en el caso que nos ocupa son los índices de materias primas. Uno de los más importantes es que utiliza el fondo del Banco de Sabadell, el Dow Jones UBS Commodity Index.

Un índice de materias primas, en pocas palabras, es una fórmula matemática basada principalmente en el rendimiento de una selección de futuros de materias primas. La composición de la cesta de futuros de materias primas varía de un índice a otro, pero las materias primas agrícolas siempre forman parte de estos productos.

Los índices de materias primas forman la base de varios instrumentos como los fondos de índices de materias primas, los fondos de inversión en productos básicos cotizados (ETF), y los canjes de índices de productos básicos (swaps). Como decimos el del Banco de Sabadell se basa en uno de ellos. Un fondo de índices de materias primas es un gran monto de dinero gestionado por un operador especializado, que lo utiliza para comprar los futuros que forman la cesta de que consta determinado índice de materias primas.

Forma ya parte de los libros de historia como nacieron estos vehículos financieros de propulsión turbo especulativa. En 1991, algunas mentes de Goldman Sachs crearon un nuevo tipo de productos de inversión, rastrearon 24 derivados de materias primas, desde metales preciosos y energía a café, cacao, terneros, cereales, cerdos o soja. Luego ponderaron el valor de la inversión de cada producto, mezclando y combinando las partes en el cálculo y posteriormente redujeron lo que había sido una complicada recopilación de bienes reales a una fórmula matemática que podía expresarse en un único enunciado, conocido en adelante como el Índice de Materias Primas de Goldman Sachs (GSCI). La estrategia que elaboraron los corredores de Goldman Sachs que gestionaban el GSCI consistía en hacerse exclusivamente con posiciones financieras "largas" (es decir, de compra), seguir adquiriéndolas y renovarlas a medida que llegaban a su fecha límite, por muy alto que fuera el precio de esos futuros. El propósito era acumular una posición larga que durase para siempre y creciese siempre, y que no dejase de regenerarse. La estructura del GSCI no hizo caso del antiguo modelo de comprar-vender/vender-comprar. Este novedoso producto derivado implica sólo "posiciones largas", lo que significa que se diseñó para comprar materias primas y sólo para comprarlas. De un plumazo los genios de Wall Street se habían convertido en dioses transformando el tiempo en eternidad, es decir, transformando contratos de futuros de alientos con una fecha de cierre en contratos sin fecha, eternos. En el fondo de esta estrategia de "posiciones largas" se advierte la intención de transformar una inversión en materias primas en algo muy parecido a una inversión en acciones, la clase de activo en el que cualquiera podría depositar su dinero y dejarlo acumularse durante décadas.

Normalmente los precios de los futuros son inferiores a los precios reales al contado; esta situación ordinaria se conoce como "mercado invertido normal". Sin embargo, el efecto de los fondos de índices de materias primas es el de empujar a los mercados de futuros de productos básicos a la situación inversa, la de "contango" , provocando un círculo vicioso (para algunos virtuoso) de precios continuamente en alza: los mayores precios de los futuros llevan inicialmente a pequeños aumentos de los precios en los mercados al contado; los vendedores retrasan las ventas en previsión de mayores aumentos de precios, y los compradores aumentan sus compras para acumularlas por temor a que los precios crezcan aún más en el futuro. Arriba, arriba, arriba.

El incremento de los precios al contado alimenta un incremento de los precios de futuro, que atraen aún más especulación, poniendo de nuevo en marcha todo el proceso. Claramente toda la estructura de la especulación en los índices de materias primas tiene como premisa el contango. La especulación en los índices de materias primas es como los cohetes propulsores de una nave espacial, una vez en marcha lo llevan a las nubes. Están diseñados para no parar nunca de elevar los precios, al menos mientras tengan combustible, esto es, dinero para invertir y seguir comprando futuros.

Por esto, observamos en la Plaza de Toros de Valencia, dos mercados alternos que laboran allí y, todo es al contado. La gente adquiere productos más baratos y con ñapas, mientras el mercado normal no da créditos porque las tarjetas poco se utilizan, presionando los niveles especulativos y de una manera arbitraria suben el dólar para ganar más en un producto estacionario.

En la jerga financiera se conoce como Goldman roll a los días febriles en que los Índices ejecutan esas operaciones de venta de los antiguos contratos de futuros y compra de los nuevos, entre otras cosas para evitar la entrega física del alimento en cuestión. Son entre el 5º y el 9º día laborable del mes anterior a la expiración del contrato de futuro. Para hacer todo esto, los mercados facilitan estas operaciones, simplificándolas y tipificándolas. En esos días los agentes financieros entran en las operaciones de preempaquetado de manera que la gestión sea muy sencilla y los costos mínimos. Cuando todos los Índices ejecutan este tipo de operaciones al unísono el impacto sobre el mercado es significativo.

¿Pero tanto impacto tiene estos índices y demás herramientas especulativas? Sí, y es que estamos hablando de cantidades mayúsculas de dinero o alimentos equivalentes. Solo por poner dos ejemplos de alimentos básicos para la humanidad

Separar a los actores que operan en los mercados financieros de materias primas alimentarias entre "altamente especulativos" o "especuladores clásicos" no es sencillo ya que muchos actores actúan de las dos maneras. Por ejemplo, Cargill se puede considerar un especulador clásico, pero a menudo opera, también, a través de instrumentos altamente especulativos como son los índices. Aun así, podemos intentar hacer el ejercicio de separarlos y ver cómo ha ido evolucionando su número en estos años. Así, a nivel gráfico e ilustrativo podemos dividir a los agentes financieros entre especuladores alimentarios (los que tienen algún interés real en comprar o vender el alimento en sí), los especuladores clásicos (con las herramientas financieras "antiguas") y los especuladores de índice mercantil.

Resulta difícil imaginar personas más alejadas de un rico burgués neerlandés de 1635 que las personas especuladoras en índices y las operadoras de un fondo de índices de materias primas. Ellas nunca verán un bulbo de tulipán ni un grano de trigo a lo largo de su vida profesional. No obstante, tanto el uno como las otras tienen algo en común con el especulador tradicional: mientras que éste puede hacer subir el precio de un producto básico acaparándolo físicamente, el especulador en índices y el operador del fondo hacen lo mismo acaparando contratos sobre futuros respecto de esos productos básicos. La diferencia es que el especulador en índices y el operador del fondo se ahorran los inconvenientes de mantener un almacén: su acumulación es enteramente virtual.

La repentina entrada en masa de fondos indizados (fondos de índices de materias primas) en el mercado de materias primas no es casual, sino que se debe a una progresiva operación de camino libre, de desbrozar las rutas especulativas hacia los alimentos, nivelarlas, asfaltarlas y ponerles rótulos para que los vehículos y sus agentes circulen a toda velocidad y con total libertad. Nada de esto es casual. Empezando por la abolición en 1999 de la Ley Glass-Steagal, operativa justo después del crack del 29 y que separaba por ley la banca comercial de la especulativa (las huchas de las ruletas), de esta manera la banca (como el Sabadell) pudo empezar a especular a lo grande.

Lo mismo podemos decir de la legislación sobre los nuevos artefactos financieros. Estos no han sido transmitidos por una autoridad divina (aunque muchos gurús de las finanzas parece que llevan esa aureola sobre sus cabezas) sino que se inventaron un día y el lobby financiero se las apañó para que no se regularan, ni suficientemente ni insuficientemente, simplemente para que no se regularan. ¿Cómo lo hicieron? Tan fácil que sonroja: se adelantaron y crearon su propia "regulación", así nació el ISDA (International Swaps and Derivates Association), comandado por las de siempre (Morgan Stanley, Deutsche Bank, JP Morgan, Goldman Sachs, UBS, seguro que les suenan).

¿Se puede ir más allá de la no regulación a través de una inexistente autorregulación? Por supuesto. Se puede prohibir la regulación. Y eso se consiguió en 2000, cuando se aprobó la ley estadounidense de modernización de futuros de materias primas (Commodity Furtures Modernization Act), que dice que los instrumentos derivados extrabursátiles u OTC y que las nuevas artimañas financieras quedaban exentas de la supervisión de la Comisión de Contratación de Futuros de Mercancías de los Estados Unidos (CFTC). De resultas de la aprobación de la ley y de las decisiones de la Comisión, se permitió que ese tipo de operaciones tuviera lugar sin límite alguno en cuanto al volumen, sin requisitos en materia de declaración ni supervisión reglamentaria. En otras palabras, la ley permitió la no ley. A toda esta estrategia se la conoce académicamente como "El golpe silencioso". Añadamos a un marco regulatorio lleno de agujeros, unos gobiernos ideológicamente comprometidos y tendremos la vergüenza obscena con la que nos encontramos.

Ahora se dan cuenta porque sacaron al indígena Evo Morales Ayma, un hombre de bien y buen presidente de Bolivia, simplemente, el pueblo quería que le diese una oportunidad a Álvaro García Línera ya que perdió el referéndum con 52,3% y, por el otro lado, se sintió alentado por el presidente Nicolás Maduro Moros y Diosdado Cabello a vociferar contra el Poder Federal Financiero de EEUU, lo tumbaron en menos de un mes. ¿Ahora, quien paga los muertos?,¿Por qué no se le dio asilo en el país que motivo toda esta alaraca contra USA’

En este punto, es importante señalar una diferencia entre la inversión en futuros de materias primas y la inversión en fondos indizados de materias primas: los futuros de materias primas, al ser contratos normalizados, se negocian (en general) en las bolsas, de modo que la inversión permanece, dentro de lo que cabe, dentro en un mínimo marco regulador. La participación en un fondo indizado de materias primas, en cambio, tiene lugar en su mayor parte en mercados paralelos. En el Salvaje Oeste. Allí no hay normas ni nadie te ve ni queda registro alguno de nada. Existen lugares ideales para ello, las zonas offshore o paraísos fiscales como Andorra, Suiza o la City de Londres. La falta de reglamentación de esos derivados facilitó sobremanera la entrada de inversores institucionales en los fondos indizados de materias primas y la bola se ha hecho aún mayor.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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