La táctica de fabricar amenazas

Dice el I-Ching que el hombre, en su esencia, no cambia a lo largo de su vida. Eso también puede decirse de los pueblos y, sobre todo, de los sistemas políticos. Así, los métodos imperialistas de los Estados Unidos se repiten una y otra vez, a lo largo del tiempo, y hoy estamos presenciando, una vez más, la conformación de un ambiente de sospechas, a base de rumores, para señalar supuestas "amenazas terroristas" en América Latina, con el fin de revertir el avance en la región de los gobiernos progresistas y bolivarianos.

Para justificar intervenciones inadmisibles, como la presencia norteamericana en las bases militares colombianas, se comienza a crear deliberadamente un ambiente de preocupación en la opinión pública sobre posibles acuerdos terroristas con Irán, por parte de los países que le son incómodos al Imperio. Se trata de la preparación deliberada de un ambiente psicológico colectivo propicio a la justificación de la intervención norteamericana en nuestra región.

Para entender este proceso, basta recordar la historia y rememorar lo que ocurrió en la América Latina al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Se trata de la misma manipulación psicológica de la opinión colectiva.

Los Estados Unidos estaban hondamente preocupados por la simpatía que había despertado Rusia, por su valeroso aporte al triunfo de los aliados en la guerra contra el fascismo. Una ola progresista recorría la América Latina y el General Marshall, encargado de frenar el avance mundial de la izquierda, propuso la creación de la Organización de Estados Americanos (OEA) para luchar contra el comunismo. Fue así como en 1948 se propuso la realización en Bogotá de la Conferencia Panamericana para concretar la idea, escogiéndose a Colombia como sede - como ahora se ha hecho con relación a las bases militares - porque el país, también en aquel momento, estaba en manos de un gobierno incondicionalmente reaccionario, como era el gobierno de la llamada Unión Nacional, que unía a la oligarquía liberal y conservadora bajo la presidencia del conservador Mariano Ospina Pérez.

Marshall - sabiendo que el líder popular Jorge Eliécer Gaitán había hecho simbiosis con el alma del pueblo colombiano - comprendió que su asesinato, en plena Conferencia Panamericana. produciría una gigantesca explosión nacional, como en efecto ocurrió y que bastaba echarle la culpa al comunismo internacional y local para atemorizar a los delegados a la conferencia, impulsándolos a aceptar la creación de dicha organización que, hasta antes del magnicidio, no era bien vista por la mayoría de las delegaciones. Por ello Marshall, que recientemente había creado la CIA, encargó a ésta de organizar el complot para asesinar a Gaitán (en connivencia con el gobierno colombiano), conspiración a la que denominaron Operación Pantomima.

Se trató, en efecto, de una PANTOMIMA y es esta misma maniobra pantomímica - si se me permite el término - la que se está montando ahora, bajo la supuesta amenaza de "terrorismo". Ayer era el "fantasma" del comunismo, hoy - derribado el muro de Berlín y terminada la guerra fría - le han cambiado de denominación a las supuestas amenazas que ahora se llaman "terrorismo". Pero se trata de lo mismo con los mismos.


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Gloria Gaitán


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