En tiempos de elecciones todo mundo actúa como que tienen las respuestas a todos y cada uno de los problemas. Hoy no es la excepción. Y el disgusto de buena parte de la población sobre el hecho de que a nivel federal no se hace absolutamente nada de fondo sobre inmigración, se está aprovechando muy bien por el sector antiinmigrante que busca su reinstalación en la Casa Blanca.
El conservadurismo estadounidense, hoy disfrazado de esa cosa llamada "trumpismo", ya se volvió profesional en calumniar a los inmigrantes y en aprovecharse del caos que ellos mismos, históricamente y en gran parte crearon. Actualmente se han vuelto muy buenos para atacar con propaganda a los inmigrantes pero, eso sí, siguen siendo muy malos para ayudar a reparar el inservible sistema migratorio. Solo quejas, quejas y más quejas. Critican a sus oponentes como si ellos no tuvieran nada que ver con la actual problemática.
El desastre migratorio lleva décadas sin ser reparado en serio y a profundidad, y hoy los conservadores explotan electoralmente la situación a su favor, como si las décadas de inacción política al respecto fuera todo culpa de la actual administración.
Están sabiendo aprovechar muy bien ese genuino desencantamiento que tiene parte de la población estadounidense hacia su gobierno, no tanto así para proponer un plan de corto, mediano y de largo plazo sino para, simplemente, seguir golpeteando y sacándole jugo electoral a los inmigrantes.
Si es que en verdad les interesa hacer algo, sea quien sea el que gane las próximas elecciones presidenciales, más allá de solo buscar proteger los intereses y exigencias del sector xenófobo de los Estados Unidos, podrían empezar por trabajar en una verdadera solución que vele por el bienestar de todas y de todos.
La aprobación de una amplia reforma migratoria podría ser un gran avance.
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