El gas mostaza,
según el criterio general de la gente, dejo hace tiempo de ser un elemento bélico utilizado en las guerras modernas
y solo podríamos encontrar información sobre el si visitáramos Museo de Las Armas Antiguas. Sin embargo, si
una persona tuviera curiosidad por saber más sobre este elemento, solo tendría
que colocar el término en inglés para el gas mostaza, “sulfur mustard” en el
buscador central de Literatura médica y científica PubMed (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/) y podría darse cuenta del creciente interés de
los investigadores biomédicos sobre esta arma. Solamente para
el año 2000 se podian enumerar al menos 13 publicaciones en el ambito
internacional, las cuales aumentarón hasta 44 articulos publicados en el año
2010.
El gas mostaza se denomina así porque tiene, en su forma cruda y más elemental, un fuerte olor a mostaza o de azufre. Este líquido maloliente fue primeramente descrito en el año 1822 por un químico belga, y no fue hasta el año 1916 que se descubrió su utilidad en el campo bélico como arma química. Dos empleados de Fritz Haber, químico alemán galardonado con el Nobel en el año 1918 y pionero de la guerra química, en el Instituto Kaiser Wilhelm de Berlín (Alemania), propusieron que el “"»Bis (2-chlorethyl)sulfid«” podría ser utilizado como un gas venenoso en la Primera Guerra Mundial. Los nombres de estos científicos fueron Fritz Lommel y Fritz Steinkopf, y de ahí proviene la abreviatura “LOST” utilizada en la jerga militar para denominar el gas mostaza, a partir de las iniciales de los primeros apellidos de estos dos científicos.
El gas mostaza se denomina así porque tiene, en su forma cruda y más elemental, un fuerte olor a mostaza o de azufre. Este líquido maloliente fue primeramente descrito en el año 1822 por un químico belga, y no fue hasta el año 1916 que se descubrió su utilidad en el campo bélico como arma química. Dos empleados de Fritz Haber, químico alemán galardonado con el Nobel en el año 1918 y pionero de la guerra química, en el Instituto Kaiser Wilhelm de Berlín (Alemania), propusieron que el “"»Bis (2-chlorethyl)sulfid«” podría ser utilizado como un gas venenoso en la Primera Guerra Mundial. Los nombres de estos científicos fueron Fritz Lommel y Fritz Steinkopf, y de ahí proviene la abreviatura “LOST” utilizada en la jerga militar para denominar el gas mostaza, a partir de las iniciales de los primeros apellidos de estos dos científicos.
LOST es un agente
que causa ampollas y destruye el tejido de la piel, pulmones, ojos y médula
ósea. Hoy en día el cuadro clínico es muy conocido, tan solo hay que remitirse
a los 100.000 iraníes que fueron victimas de ataques con gas mostaza durante la
guerra entre Irán e Irak (1980-1988) y de los cuales todavía hoy existen
alrededor de 10.000 personas que siguen sufriendo las secuelas y efectos del
mismo.
El gas es
relativamente fácil de producir y ser utilizado como arma terrorista, advirtió
el investigador de gas mostaza Kai Kehde del Instituto de la Bundeswehr (Ejército alemán) de
Farmacología y Toxicología en Munich (BIPT) en el año 2005 en la revista de
Toxicología, No. 215ª. Añade por otra parte, que en varios países existen
muchas cantidades de gas mostaza disponibles.
En Alemania las
investigaciones sobre el efecto del gas mostaza se llevan a cabo principalmente
en tres instituciones. El objetivo de estos trabajos es encontrar una tratamiento
efectivo, ya que a pesar de los esfuerzos considerables de investigación de los
últimos 90 años, ninguna terapia específica se ha podido desarrollar hasta el
momento. El BIPT es el líder en estas investigaciones y esta cooperando y
publicando conjuntamente con la
Universidad de Colonia y la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz.
Actualmente los
experimentos con gas mostaza se hacen en su mayoría en cultivos de células.
Estos cultivos sustituyen cada vez más a
las pruebas con animales. Si se aplica
un agente tóxico sobre las células cultivadas en un tubo de ensayo, habrá
cambios drásticos en la estructura asociativa de las células. Mediante la
utilización de métodos modernos de laboratorio, se pueden obtener millones de
datos sobre el metabolismo intercelular e intracelular. El problema general de
los experimentos con cultivos celulares y animales es la falta de transferibilidad
de estos resultados a los seres humanos. Por lo tanto, también los
investigadores de gas mostaza señalan que en realidad sólo los resultados de
estudios clínicos, es decir, "los ensayos en seres humanos" pueden
tener relevancia.
Hoy en día el
ejército alemán está equipado con armas
de precisión y de alta tecnología. Es poco probable que militares alemanes
utilicen otra vez el gas mostaza. ¿Por qué entonces se están invirtiendo fondos
de investigación dedicados a este tema? La explicación se encuentra
probablemente en la redefinición del ejército alemán en un instrumento ofensivo
para las llamadas " intervenciones humanitarias”. Cuanto más
"robustas" sean estas intervenciones en nombre de la "libertad"
y el “libre mercado”, habrán más posibilidades de encontrar resistencia por
parte de los pueblos intervenidos. Los “ alumnos mal aplicados”, que no quieren
aprender los argumentos del mercado mundial, y que no quieren adaptarse a la “madurez”
de democracias occidentales por la fuerza de los fusiles, podrían recurrir a
las armas primitivas, como el gas mostaza. Los “activistas de derechos humanos vestidos con uniformes del ejército
alemán” podrían estar en riesgo de dañar
su salud en un grado difícil de evaluar. En este contexto, las investigaciones sobre gas mostaza tienen principalmente un
efecto psicológico: la amarga idea de que los reclutas alemanes también son
vulnerables, se relativiza con la alegación de que la ciencia ya está a punto
de encontrar un antídoto para el veneno de la batalla.