Lo que está en juego es el futuro del chavismo: Entrevista a Gerardo Rojas

Gerardo Rojas

Gerardo Rojas

20 de septiembre de 2024.- Gerardo Rojas es un militante chavista y activista comunero de Barquisimeto. Parte del equipo fundador de Voces Urgentes en el 2002, un colectivo de comunicación popular de su ciudad, y participó en una de las primeras comunas urbanas, la Comuna Socialista Ataroa (2007). Luego fue viceministro en el Ministerio de las Comunas (2015) y hoy forma parte del colectivo de comunicación, formación y activación política, Tatuy TV, aunque las opiniones aquí expresadas sean personales. Hablando con Federico Fuentes para LINKS International Journal of Socialist Renewal, Rojas discute la elección presidencial de 28 de julio, el estado de las comunas hoy en día y porque podríamos estar presenciando el quiebre final entre el Gobierno de Maduro y el proceso Bolivariano.

A más de un mes de las elecciones presidenciales, ¿cómo ves tú el hecho que el Consejo Nacional Electoral (CNE) todavía no ha publicado los resultados finales?

Para nosotros es una locura. Es la primera vez en la historia reciente de Venezuela que, a 38 días de la elección, no tenemos resultados desagregados y verificables. [La entrevista fue realizada el 4 de septiembre y hasta la fecha aún no se han publicado resultados finales]. La costumbre nuestra era el mismo día, o a más tardar el día siguiente, ir a la página del CNE y chequear mesa por mesa para hacer una verificación del ámbito donde hacemos nuestro trabajo comunitario y ver si hubo algún avance o retroceso en términos de votos comparado con las elecciones pasadas. Hacíamos eso porque creemos que el tema de la participación es clave y fundamental, como también el tema de la legitimidad en la democracia. Y eso no pasa solamente por las acciones de los partidos, sino también por las acciones comunitarias. Entonces esa era nuestra costumbre: reuniones de evaluación, de comparar votaciones, de comparar un centro electoral al otro y, por supuesto, de análisis. Los resultados son insumos básicos del ejercicio de la democracia viva y activa, que es la democracia que nosotros defendemos. No son solo los números globales lo que te indica lo que sucedió, por muy importante que sean.

Publicar los resultados no solamente es una obligación de ley, sino que es un principio básico de lo que construimos como Revolución Bolivariana. En un editorial que sacamos como Tatuy TV decíamos que eso [los resultados] siempre fue nuestra herramienta de lucha y defensa en el territorio, incluso donde perdíamos, porque en algún espacio popular se achicaba la diferencias de votos, o se perdía. Es un elemento que permitía conversar, discutir y reactivar. Si algo asumimos en el tema comunitario es que la comunidad es amplia y diversa y que las asambleas son donde debemos encontrarnos, todo y todas, pensemos como pensemos. Esto fue una línea clarísima del pensamiento de Chávez, de no ver a la diversidad y la diferencia en la comunidad como un enemigo, para poder existir entre vecinos. Se trata de deconstruir la diferencia cuando esto implica un obstáculo para el desarrollo de la misma comunidad. Por eso yo diría que la publicación de los resultados es una obligación para la sociedad, para tratar de destrabar la situación política actual, no solamente por arriba, sino también por abajo; visto así, seguro es una herramienta que contribuya a ir reconstruyendo el tejido social-político del país.

Toca decir, además, que no podemos olvidar nunca, que no estamos en una situación normal, no es que fuimos a unas elecciones en las mismas circunstancias que existen en cualquier otro país. Hay que decir esto: Venezuela es un país bajo asedio, con ataques permanente desde el imperio, víctima de mecanismos ilegales [como el bloqueo] que afectan nuestros ingresos soberanos. Sin duda, hay un ataque permanente a las distintas instituciones del país. También hay que decir que ha habido ataques a líderes comunitarios vinculados con el chavismo en varias comunidades en los días posteriores a las elecciones, donde lamentablemente dos militantes de base fueron asesinadas; lo que lamentablemente no es algo nuevo, en otros momentos de tensiones políticas internas también ha sucedido.

Pero yo soy de los que consideran que lo dicho no niega que se deba publicar la información detallada de las elecciones; en parte porque es un insumo para que la tensión política se pueda ir destrabando, ya que eso podría permitir asumir la responsabilidad que le toca a cada uno en este momento complejo en el país. Eso es lo básico. Por eso, para mí, es una sinrazón que no hayan publicado los datos. No hay razón técnica para que después de tantos días no lo hayan hecho. Un PDF con la información, colgado en cualquier lado, podría ser un inicio. En otras elecciones, donde el CNE tuvo problemas con su página, se abrió un espejo y se publicaba la información allí. Simplemente, no hay razones técnicas para explicar por qué no tenemos esos datos.

¿Cuál es tu evaluación de las protestas que estallaron luego del anuncio oficial del resultado?

En cuanto a las protestas, hay discursos que quieren decir que todas fueron pacíficas o que todas fueron violentas. Creo que hay de ambas, pero que la mayoría, más que protestas, fueron movilizaciones en sectores populares de quienes asumieron que [la oposición] había triunfado, lo que es normal en todas partes del mundo, y sobre todo en el país. Sin negar que existieron protestas, tanto pacíficas como violentas, en varias zonas del país, incluyendo en sectores populares. Yo vivo en un sector popular en Barquisimeto, y aquí salió la gente en caravana a celebrar lo que ellos consideraron su triunfo. Hubo otras acciones que no fueron celebraciones. Relativamente, cerca de donde vivo hubo un saqueo a un supermercado, por ejemplo, pero que, por suerte, este tipo de acciones fueron la minoría, aunque no dejaron de ser casos muy graves, con quemas de instituciones, o como la sucedida contra una radio comunitaria en una ciudad de mi estado Lara, que realmente fue un evento violento: asediaron a varias personas; algunos lograron escapar, pero otros sufrieron golpes tremendos y amenazas de quemarlos vivos.

También diría que, en líneas generales, las protestas realizadas en los días posteriores a la elección, no corresponden con el número de detenidos anunciado después. La proporción entre la violencia y los detenidos, para mí, no tiene relación clara o directa. Nosotros vivimos otros tiempos de violencia política que fueron durísimos. Y el 29 de julio existieron actos de violencia que por supuesto necesitan una respuesta de parte del Estado para que eso no se repita. Pero, no veo proporción con la cantidad de detenidos a raíz de esos días. Es más, nosotros planteamos en la editorial que decir que hubo 2000 terroristas o fascista en acción de calle es una derrota de la Revolución Bolivariana, porque es reconocer que no hemos sido capaces de desmontar un terrible ejercicio de la política como es el tema del fascismo, que sin duda está presente en algunos factores de la oposición.

Y toca decir también que la extrema derecha que asume la representación de una parte de la oposición, con apoyo directo del imperio y sus pares en el mundo, que en campaña busco camuflar su discurso hacia al centro político, realmente no son una opción demócrata, ni garantizan derechos que debemos recuperar. En parte, sus acciones violentas y conspirativas, nos han traído hasta aquí, con una grave consecuencia para todo el país, pero también para la necesaria oposición, la que pedía Chávez tener. Eso sí, hoy pueden capitalizar no sólo el apoyo de sus adeptos de siempre, sino también el hastío, la molestia presente en la sociedad luego de tantos años de dificultades. Toca leer bien eso, no creo que necesariamente su apoyo sea programático, ideológico; allí hay algo a considerar para abordar una política para las mayorías en estos tiempos.

¿Qué se debe hacer para empezar a destrabar el impasse?

Primero, por supuesto, es presentar los números y verificarlos. Eso es lo básico. Y si se ratifica la victoria de Nicolás Maduro, hacer que sea respetado. Pero también debemos partir de que, si esos números son así, el 43% de lo que fueron a votar, lo hicieron por el candidato de la oposición. Esto es importante porque el discurso oficial es de negar al otro, en términos de que todo el que votó en contra del gobierno está vinculado directamente con lo criminal o está influido por las redes sociales y la propaganda de la derecha, que por supuesto existe. Pero si tú dices que — según sus propios números — casi la mitad del país está en esa condición, hay que generar formas de destrabar el asunto, generando espacios de debate y de apertura creíbles, en vez de criminalizar la diferencia. Se debería publicar, verificar, abrir espacios y neutralizar la violencia, pero respetando los derechos humanos y los mecanismos que están en la Constitución Bolivariana. Eso son las cosas mínimas, básicas, que uno debería de pedir. Que, además, no es nada que no sea normal y tradición en el marco de la Revolución Bolivariana.

¿Y si no se publican los resultados?

Tenemos 38 días en donde no se han publicado, y por momentos parece que no se van a publicar. El discurso del gobierno en la última semana afirma que lo que pasó, ya pasó. Como que hay que pasar la página porque lo importante es enfocarnos en lo económico y que en octubre empieza Navidad en el país. Es cómo: ¿por qué seguimos hablando de las elecciones, si eso ya pasó? Esa postura genera un grave daño porque, entre otras cosas, si algo marcó la Revolución Bolivariana — y, sobre todo, a Chávez — es que un principio básico es construir hegemonía democrática, es sumar, sumar convenciendo. Una de las palabras clave en los discursos de Chávez es convencer, y no puedes convencer pidiendo actos de fe, sino razones y argumentos.

Si tú no puedes convencer, no sumas y no generas el ejercicio de la hegemonía democrática. Puedes construir hegemonía desde otro mecanismo como, por ejemplo, la coerción, pero eso no es la Revolución Bolivariana para nosotros. No estoy diciendo que convenzas a la ultraderecha, porque eso ya conocemos que es bastante difícil. El tema es que no quede duda en tu militante de base, que no quede duda en el vecino de la cuadra que vive al lado del jefe de la UBCh [Unidad de Batalla Hugo Chávez, la unidad de base del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV] en tu territorio. Yo lo que veo, más allá de la disputa profunda por arriba, que por supuesto define mucho, es lo que hacemos en la comunidad. ¿Con qué cara te presentas en una asamblea a hablar de democracia participativa y protagónica si no somos capaces de tener los números verificados y darle al que tenga dudas la posibilidad de quitársela? Creo que eso es clave para nosotros en términos de tejido social. Y, precisamente, una de las cosas que necesita este país, luego de tantos años de dificultades económicas y sociales, es reconstruir el tejido comunitario. Y no hablo del tejido de algún partido — el que quiera militar en cualquier partido, se les respeta —, pero reconstruir las capacidades de la sociedad misma para defenderse, juntarse, y ser capaz de transformar desde abajo, siempre desde la lógica de una sociedad socialista en donde el encuentro comunitario es fundamental para que la democracia se haga real y no sea solamente ir a votar cada cuatro, cinco, seis años, como alguna gente defiende.

Yo diría que convencer es fundamental. Si no sucede eso, estás básicamente acorralando la posibilidad de que tu propio proyecto pueda ser mayoría, y eso es la derrota. Y ser mayoría en la Revolución Bolivariana partía de ser un proyecto con un claro respaldo popular, allí la hegemonía que se construyó con Chávez. Pero ahora, con la búsqueda de vías para construir un bloque histórico con un importante peso del empresariado, como lo ha expresado Maduro, renuncias a la centralidad del pueblo, clave del proyecto chavista, y de su forma de construir apoyo. Por eso en la editorial cerramos con la preocupación que el tema no es solamente la democracia, que por supuesto es fundamental, sino también la posibilidad de reivindicar un proyecto político como el chavismo, con las ideas-fuerza que lo fundaron: él respetó a la soberanía, la democracia radical, reconstrucción histórica de la memoria popular, lucha contra la corrupción. Esas son las cosas básicas que nos juntaron desde el inicio del proceso bolivariano.

Me gustaría recurrir a una de estas ideas-fuerza, la democracia radical, para empezar a tener una idea de lo que ha estado sucediendo en el país desde que Chávez falleció. Justo antes de morir en 2012, Chávez subrayó la importancia de las comunas como una manera de construir una democracia radical. ¿Por qué son tan importantes las comunas?

Si reconstruyes el pensamiento de Chávez, entre sus líneas estratégicas está la democracia. El Libro Azul, escrito por Chávez en 1990, fue uno de los documentos que circulaba entre los militares y civiles que participaron en la rebelión de 1992, allí se describe casi textualmente un consejo comunal, impulsado desde el 2006, es decir, 16 años después, en donde las comunidades toman decisiones por sí mismas. En la Constitución Bolivariana se habla de la democracia participativa y protagónica; es decir, no solamente de participar, sino de ser protagonista. Y si luego, unes el discurso del que tú hablas — que nosotros conocemos como Golpe de Timón — hay coincidencias estratégicas en términos de la democracia. Entonces, si haces un seguimiento a los discursos de Chávez sobre la democracia, puedes verificar su coherencia sobre la democracia desde las comunidades.

En un discurso que leí hace un tiempo, encontré que, en un acto, creo que cuando se promulga la Constitución, Chávez dice explícitamente que no era el momento de la democracia directa, aunque estaba presente en su cabeza, como propuesta, como proyecto, como línea política. Luego, cuando lanzó los Consejos Comunales, y dijo en un acto: es el momento de la democracia directa. Obvio, le tocó acumular fuerza, ir paso a paso, avanzar, retroceder, hasta que se impulsaron los consejos comunales; allí el avance fue importante, pero luego se frenó con la derrota de la reforma constitucional en 2007.

Tocó rearmar el tema de lo comunal frente a los ataques directos y abiertos de la oposición, pero también de parte importante del chavismo existente y de la institucionalidad. Por eso en el Golpe de Timón, Chávez lo que está haciendo es una durísima autocrítica, preguntando: ¿Dónde están las comunas? ¿Qué pasó? ¿Cómo es posible que haya leyes, haya recursos, haya instituciones, pero no caminan? Pues, es porque hay una disputa permanente dentro de la revolución sobre esa línea de construcción. Lo comunitario, lo comunal en el sentido amplio, nació como una tensión no solamente con la oposición sino también dentro del chavismo. Por eso es injusto decir que todo iba bien con lo comunal, y con Maduro camino mal; toca reconocer que con Chávez también fue un camino difícil, si no, no existiera el Golpe de Timón, como acto público de autocrítica.

Por ello, desde el primer momento, Chávez hacía una crítica durísima interna con respecto a lo comunal, pero que en realidad, de fondo, era sobre la construcción de la participación popular y de la hegemonía democrática. Casi como una profecía, Chávez dice en 2004: "Hay que recordar hermanos y hermanas que el partido Acción Democrática llegó a tener aquí el sesenta por ciento de apoyo electoral y que tuvo líderes que arrastraban gente, y movían a las masas, pero creo que este año terminó ese partido, ya es sólo un cascarón podrido, no sólo vacío, podrido. Ese es nuestro rumbo. Si no cambiamos, ese sería el destino de los partidos nuestros. Porque aquí no hay magia posible: o tenemos el apoyo popular y lo incrementamos con participación y atención a la gente y amor por la gente, no sólo de boca sino demostrándolo, o no lo tenemos y nuestro destino será la muerte política. ¡Escríbanlo!, porque así será." Creo que esa es la clave fundamental de Chávez, plantearnos que los cambios profundos, revolucionarios, pasaban por la construcción de una democracia plena, con poder real en manos de la gente.

Y por eso creo que las comunas hay que verlas en el sentido más amplio de la participación comunitaria, más allá de que haya temas pendientes, o por desarrollar, como lo de vincular lo sectorial con lo territorial, en las diferentes instancias de autogobierno; las transferencias de competencias, etc. Por eso es importante la comuna: es el espacio para parir el socialismo. Si no somos capaces de construir instancias de autogobierno, donde el pueblo presente en ese espacio se ponga de acuerdo — más allá de las diferencias que existan — para cambiar su realidad concreta, será difícil que construyamos seres humanos que sean capaces de defender su territorio y mejorar sus condiciones de vida colectivamente, tanto locales como nacionales.

En sentido contrario, vamos es a terminar de consolidar las ideas que ahora ganan mucha fuerza, de que lo importante es resolver individualmente el día a día, resolver el que comer, sin interesarles la política. Si no hay una comunidad con herramientas jurídicas, políticas y experiencias concretas de resolución de conflicto, de reconocimiento de prioridades, de ejecución directa, difícilmente construyamos una democracia plena, asumiendo los conceptos de democracia como lo planteaba Chávez: la democracia integral, la democracia socialista, con un desarrollo no solamente político sino en lo social, en lo cultural, y en lo económico, porque si no hablamos de democracia en lo económico, estamos hablando de una democracia que es falsa.

¿En qué estado se encuentran las comunas hoy en día?

Lamentablemente, están muy débiles en términos de participación, según los indicadores que presenta el Ministerio de las Comunas. En su página hay algunos datos donde plantea que en 2023 solamente el 20% de las [3.641] comunas [registradas] tenían registrado su Parlamento Comunal; eso quiere decir que los números de las otras instancias, como el Ejecutivo, el Comité de economía, de planificación, todas esas otras estructuras que genera el espacio de autogobierno, tienen un porcentaje menor.

Esto tiene su explicación. Estos años no han sido fáciles en lo económico y en lo político, en parte por las sanciones y las acciones políticas en contra del gobierno, sumando las consecuencias de la emigración [de millones de Venezolanos] de los últimos años, y los errores de gestión y la corrupción, que también están presentes. Todo esto ha atentado directamente contra la posibilidad de la reconstrucción comunitaria. Cuando la crisis económica es fuerte y la gente tiene que estar pensando en la próxima comida, o en resolver necesidades esenciales, eso también es un problema para poner la cabeza en temas comunitarios. Además, si todo apunta a las salidas individuales — que lamentablemente han sido reafirmadas en algunas posturas del presidente con su discurso sobre el emprendimiento. Él impulsó al emprendimiento, choca directamente contra lo comunal; es poner en primer lugar como salida la autoexplotación, donde tú ves al otro como una posibilidad de que te compre o que te venda, en vez del trabajo colectivo, donde puedes resolver colectivamente las necesidades. Entonces, hay distintos factores que podemos decir que han atentado contra lo comunitario.

Pero toca también decir que el gobierno terminó atrincherándose para poder defenderse de los duros ataques, y en parte eso tuvo sus consecuencias en cómo abordar la crisis, el decrecimiento económico y de producción petrolera, el bloqueo, sobre todo desde los años de 2016-17. En esos años, hubo una disputa interna muy clara sobre cuál era la salida. El resultado de eso fue un giro integral, no solo en lo económico, sino también en lo político, que ha sido gradual y que aún estamos viviendo. Hubo un reacomodo en términos del objetivo central del nuevo bloque histórico — usando palabras textuales del presidente, no en esos años, pero sí en los recientes — donde el empresario se convierte en un sujeto importante de la política revolucionaria, como ya lo hemos comentado. Por supuesto, esto te rearma el mapa integral de ejecución de políticas de gobierno. Por ese tiempo la economía comunal, aun con debilidades, pudo ser otra opción a desarrollar como salida a la crisis, incluso complementando lo que estaban haciendo con el empresariado. Pero, por poner un ejemplo, muchos de los medios de producción en manos del Estado no fueron transferidos a los trabajadores o comunidades, y terminaron en manos de empresarios, a través de "Alianzas Estratégicas", de las que se tiene poca información.

Al mismo tiempo, se impuso mucho eso de que "en fortaleza sitiada, toda disidencia es traición", lo que se tradujo en cerrar filas para la defensa del gobierno. Pero cuando tú te cierras para defenderte, el siguiente paso lógico es seguir cerrando. Y cuando tú asumes que cerrar es la mejor estrategia de defensa, estás dejando por fuera una parte importante de la comunidad, de la sociedad, y con ello la posibilidad de construir hegemonía democrática. En los años más duros, el Estado básicamente desapareció en parte importante del territorio nacional. Más allá de Caracas, donde generalmente las cosas no fueron afectadas tanto, aunque sí afectó sobre todo a los pobres, en el interior del país había comunidades enteras donde no había servicios, ni una presencia formal de alguna institución del Estado. La decisión fue, por falta de recursos y capacidad, una retirada del Estado de parte importante del territorio nacional.

Fue en este momento que surgieron unas organizaciones un poco más híbridas; fue donde las asambleas comunitarias de los consejos comunales perdieron importancia frente a los CLAPs [Comité Local de Abastecimiento y Producción], que fueron impulsados en el 2016 por el gobierno, que las impulsó entre instituciones, dirigentes locales del PSUV, y sectores de la comunidad, para poder resolver el tema de la distribución de alimentos a nivel nacional. Es una estancia que sirvió mucho en un momento difícil del país, y que aún realizan su aporte, pero que sirvieron para desplazar a la instancia que en términos naturales debía asumir esa tarea, como lo son los Comités de alimentación del Consejo Comunal, electo en el territorio para precisamente ese tipo de tareas.

El giro en cuanto a la política oficial de participación (sin negar que desde Chávez hubo tensiones al respecto, por eso en más de una ocasión reclamó el respeto a la autonomía popular de los Consejos Comunales y Comunas), se podría decir que comenzó con los CLAPs, que terminaron siendo como un primer dispositivo para ir relegando las asambleas comunitarias, sin negar que podían convivir en muchos lugares, aunque en algunos con una tensión clara.

En el 2019 se dio un paso más en ese sentido, cuando en clara violación a las Leyes del Poder Popular, desde el Ministerio de las Comunas se instruyo la conformación de la "Plataforma de Fuerzas Revolucionarias" para la renovación de las vocerías de los Consejos Comunales y Comunas, donde se definían los "postulados mediante métodos de 1ero, 2do y 3er grado". Este proceso fue llamado "Ofensiva Comunal 2019", y planteaba que era necesario responder "a la realidad y a la prioridad del momento histórico que estamos viviendo". Un argumento con frecuencia esgrimido para justificar este giro es que los Consejos Comunales y Comunas no podían caer en manos de la oposición, cuando el objetivo siempre fue que estuviese en manos de la gente, indistintamente de su inclinación política.

Así se eligieron durante varios períodos; luego, con la pandemia y la imposibilidad de hacer asambleas, se hicieron cosas parecidas. No era así en todos lados, donde había fuerzas comunitarias, se hacía respetar las Leyes del Poder Popular. En los últimos años, desde el Ministerio de las Comunas se ha retomado el llamado a lo asambleario, a reconvocar la comunidad para la renovación de los Consejos Comunales; quizás por eso, en comparación con las instancias de las comunas, plantean que el 72,5% de sus vocerías están renovadas.

Sin duda es una buena noticia, y podría servir para retomar un esfuerzo importante, siempre y cuando esas renovaciones permitan activar efectivamente esas vocerías, y no sean simples trámites administrativos. En todo caso, hoy en día, la participación no tiene el peso que tenía en otro momento, sobre todo en el espacio urbano, por el tema económico, de las necesidades básicas de la gente. Todavía, como siempre fue, en muchos espacios rurales es importante y fundamental. Y hay experiencias activas, gente apostando y soñando y poniendo el corazón al tema comunal, gente que conozco en muchos casos, gente maravillosa. Pero hay que reconocer que hay debilidades. Y una de esas debilidades es generar capacidades y posibilidades de participación. Sin duda, para que eso mejore, es necesario mejorar las condiciones sociales, laborales, educativas, del pueblo en general. Sin eso es difícil liberar espacio para la participación protagónica como lo planteó Chávez y cómo está expresada en las Leyes del Poder Popular.

Teniendo en cuenta lo que hemos hablado, ¿podemos decir que se ha dado una ruptura entre el Gobierno de Maduro y el proceso Bolivariana?

El mismo Maduro lo ha dicho públicamente y en términos claros: estamos en una nueva etapa. Yo soy de los que piensan que hubo un lento giro en lo económico y en lo político que viene de hace años, y que ahora, si no se resuelve transparentemente el tema de la elección, no solamente será un giro, sino también un quiebre que pone en riesgo la misma identidad del chavismo en términos de posibilidad de rearme para lo que se viene.

Creo que este rearme es una tarea compleja, por lo que te decía; que el gobierno tiende a cerrarse. Hay una retórica que intenta ocultar la realidad que estamos viviendo: hay un relato oficial que choca con la realidad que uno ve en su día a día. Y es difícil sumar cuando el gobierno te plantea una verdad oficial que tú no puedes rebatir, ni cuestionar. Su versión se impone, y cuando tú te acostumbras a usar la imposición, la fuerza, para resolver las diferencias, justificándote por ser usada contra el enemigo, se instala un mecanismo que muy pronto puede ser usado contra cualquiera. Ahora, con tachar a cualquiera de ser manipulado por la propaganda del enemigo, o de traidor, o pagado por el imperio, o más grave aún, de fascista, despachas la disputa interna negando al otro. El gobierno podrá sostenerse desde allí, pero el costo será tremendo; tú no puedes imponer una realidad sobre la sociedad, al menos que atentes contra ella misma.

Lo que además se complica, por lo menos para los que apostamos a una salida revolucionaria de la crisis, cuando representantes de cámaras del empresariado son diputados del PSUV, o cuando el responsable de la Bolsa de Valores de Caracas, dicen que la oposición representa la inestabilidad, insinuando que es mejor quedarnos con lo que tenemos. Si estos son algunos de los voceros que defienden el mantenimiento de Maduro en el gobierno, indica cómo está la correlación de fuerza interna, y cuál es la tendencia de fuerza en términos económicos y políticos.

Por eso, y muchas otras razones más, una importante parte del chavismo no nos sentimos representados por este gobierno. Y muchos de los que siguen sintiéndose identificados mantienen cuestionamientos críticos, creyendo que es la mejor opción para sostener la posibilidad de pasar la mala racha, y luego ir por más, retomando el sendero revolucionario. Respeto profundamente sus posturas, pero creo que es algo difícil que suceda; sin embargo, apostaré porque tengan éxito las iniciativas que los compas impulsen, sin duda son importantes para el rearme de lo necesario.

En todo caso, en este momento lo que se necesita es la reconstrucción de la política, y eso pasa por reconocer al otro y la otra. Toca replantear la política para convocar a todos y todas, pensando en las mayorías populares; esa es la posibilidad de avanzar en la reconstrucción del país en términos generales, en términos soberanos, de derechos sociales y laborales que en estos momentos están siendo directamente afectados.

¿Qué implicaciones tiene todo esto para los militantes chavistas y para la solidaridad con su proceso Bolivariano?

La realidad es que estábamos en un mundo bastante difícil. Cuando vemos el mapa queda en evidencia los muchos conflictos presentes, en todos los continentes, y todo indica que nos dirigimos hacia enfrentamientos de mayores envergadura y escalas. Eso pesa mucho en lo que sucede aquí en Venezuela, porque hay un juego geopolítico de por medio que es obvio y claro, y nuestros recursos están en disputa en ese tablero. Allí parte de la explicación de todo lo que ha sucedido en el país en el último siglo, y no solo en los años recientes. Pero considero que, por muy importante que sea la jugada geopolítica actual, los cálculos para inclinar la balanza hacia alguno de los factores en disputa no tienen por qué basarse en acciones que apunten directamente contra nuestro bienestar, contra nuestra soberanía.

Yo agradezco mucho la solidaridad que están haciendo muchos compañeros afuera. Creo que puedes apoyar al gobierno o hacer críticas y hasta denunciar un quiebre del mismo, pero nunca debe faltar la solidaridad con el pueblo venezolano; esa tiene que mantenerse, independientemente de la caracterización que se tenga, tanto del gobierno, como de la oposición. Aquí hay un acumulado que está minimizado, desactivado, en crisis, pero nadie nos quita lo que aquí se impulsó, que se sigue impulsando y soñando en muchas comunidades. Así que pedimos que se mantenga la solidaridad, como se hace con cualquier pueblo en lucha y dificultades, como por ejemplo con el pueblo palestino o con el pueblo argentino. Es una solidaridad de clase la que nos guía.

En cuanto al gobierno, si ya hay un quiebre, nos pone en una situación muy difícil para la forma que hemos asumido nuestra militancia durante toda la Revolución Bolivariana, lo que nos tocará resolver de alguna forma; lo que también pasa por sostener vías de trabajo y comunicación con aquellos militantes populares que mantienen la postura de defensa del Gobierno, a quienes tengo un respeto profundo — muchos son mis hermanos y mis hermanas con quienes hemos dado miles de batallas en la calle, en la comunidad. Toca construir formas, aunque parezcan difíciles, de establecer diálogos necesarios, no solamente para salir de la situación política actual que nos tiene en un peligroso momento, sino para rearmar el escenario estratégico en función de la Revolución Bolivariana.

Ya hemos vivido momentos demasiados complicados en este país, y seguro que lamentablemente, este no será el último. Aquí seguimos tratando de hacer lo que podemos, con lo que tenemos. Y tratando de apelar a lo que se construyó como proyecto histórico con Chávez, no lo digo desde la nostalgia, sino del necesario aprovechamiento de fórmulas concretas de ejercicio político. Teniendo presente que siempre hemos sido militantes populares críticos, incluso con el mismo Chávez, a quienes siempre defenderemos, pero a quien también reclamamos en más de una ocasión, o le marchamos en contra de políticas específicas. Entonces no estaremos haciendo nada distinto a lo de siempre, porque es nuestro derecho, y hoy, además, nuestro deber.



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