Binoculo N° 525

La Quinta Ola

La Segunda Guerra Mundial, fue la consolidación de la hegemonía de Estados Unidos, considerada por algunos teóricos como la tercera Ola, y que le dio al Big Brother una posición preponderante frente al resto del mundo. Se convirtió en un país milmillonario porque comenzó a cobrar con creces todo el equipaje militar que envió a Europa, sobre todo Inglaterra, Francia, Italia, y los demás. Deuda que aún no han terminado de cobrar. Pero, por otra parte, se hizo con todo el botín de guerra de Alemania y los países aliados, Italia y Japón, botín con el que armó a toda América Latina y los llamados países del sudeste asiático. Nunca dijeron cuánto ganaron con la venta de esas armas, que incluyó aviones, barcos de guerra, tanques, armaron a los ejércitos tercermundistas y a las policías. Y, además, Breton Woods, se convirtió en el inicio de la hegemonía económica del dólar, sobre la base del que se diseñaron todas las estructuras financieras del mundo, y el total control tecnológico una vez que el chip fue la base de las operaciones y de todo ese mundo que vendría a acompañar a la tecnología, al punto que incluyó un idioma que aún está en construcción.

Todo ese poder le dio al Big Brother la prepotencia y la arrogancia que mostraron después, poniendo y quitando gobiernos, asesinando presidentes o invadiendo países, cuya cantidad de muertes que nunca se ha contabilizado, pero que algunos estiman en 50 millones de muertos en todo el mundo desde principios de siglo pasado. Sin duda les funcionó la política del Big Stick.

No podemos olvidar que todas estas armas, vinieron acompañadas de la más poderosa de todas las armas, nacida después de la Segunda Guerra Mundial cuya principal función fue el condicionamiento del cerebro humano, el comportamiento programado, que al final se vuelve neuronal; acompañado de las recientes redes social, el arma de control más acabada y desarrollada por el capitalismo.

Por otra parte, detrás de la Cortina de Hierro, se sabía poco de su crecimiento y desarrollo, pero estaba claro, que no había tanto avance, al menos en la economía y en la cotidianidad de la vida. Solo en la industria espacial, militar y médica se sabía que hacían esfuerzos, incluyendo a las naciones de la llamada Europa del Este. Durante 30 años la extinta URSS se enfrentó a Estados Unidos, básicamente tras la cortina de hierro. El juego de espionaje fue lo que más funcionó salvó la llamada Crisis de los Misiles. Es lo que se llamó la Cuarta Ola, y que hoy, al parecer, anuncia no solo el fin de la bipolaridad, sino que el mundo haya podido estabilizar un nuevo sistema internacional.

China por su parte, se encontraba entrampada en el desarrollo de su revolución y las contradicciones internas en torno a cuál sistema económico desarrollar, aunque no tenía uno en especial, sino que seguía experimentando con diferentes modelos, incluyendo la terrible Revolución Cultural durante la que, se calcula, se murieron de hambre más de hambre 50 millones de personas.

Es decir, que en 80 años, la humanidad ha visto al mundo del color que lo pinta Estados Unidos. Nada se mueve en el planeta, si no es permitido por el Big Brother. Cualquier intento de cambiar es aplastado por cualquier medio. Aún hoy es así. Solo que en la escena mundial apareció un grupo de países que por años se concentraron en trabajar en lo interno en su propio desarrollo, con el que después se pudieran medir con el Big Brother. Eso fue un reto gigantesco, porque no era solo un problema de desarrollo industrial, sino también económico, comercial, financiero, militar y tecnológico.

Esas naciones son las que dan nacimiento hoy a los BRICS, cuyo poder comienza a equipararse al del norte grande. Pero apenas comienza a tener protagonismo. Y el trecho es largo.

Aunque la dinámica de los acontecimientos, es de tal calibre que es difícil ver el momento de quiebres, donde aparece lo mejor de la condición humana, pero al mismo tiempo vemos lo execrable y la fragilidad de los mortales. Algunos le están llamando la Quinta Ola. Las definiciones están a la orden del día, tanto como la irracionalidad de ser espectadores de una matanza sin que nadie haga nada por detenerla, más allá de manifestaciones en todo el mundo. Es el capitalismo en crisis. Y con él, toda esa gama de crapulismo que ya es inevitable, en una visión coprofágica de la vida, en una simulación de "alfombras rojas", vestidos largos, yates y mansiones, concursos de belleza y laureles de artistas, deportistas y monarquías, que ya no es posible ocultar, pero que apenas representan a una muy ínfima parte de la humanidad, menos del 1%. Y esa no es la realidad del planeta. El capitalismo fracasó, porque solo produce hambre, guerra y muerte. Pero nos tratan de convencer, de que algún día podremos vivir como ese 1%, lo cual es y será imposible mientras la estructura del poder mundial se mantenga como hasta ahora.

Los números del balance de la verdad en el mundo, aspavientan. Nos llenan no sólo de angustia y de tristeza, sino de impotencia por no poder cambiar nada: 1.200 millones de personas pasan hambre, 1.300 millones viven en condiciones de pobreza extrema, 2.800 millones en situación de pobreza, 448 millones de niños no tienen el peso para su edad, 876 millones de adultos son analfabetos. De ellos las dos terceras partes son mujeres, Todos los días mueren 30.000 niños menores de 5 años de enfermedades que se pueden evitar con una vacuna que vale menos de un dólar, más de 1.000 millones de personas no tienen acceso al agua, El 90% de la población mundial posee el 20% de la riqueza, El 1% posee el 63% de esa riqueza.

Porqué debemos aceptar un sistema que ha sido incapaz de solventar tantos problemas. Más aún, porqué en lugar de solventarlos, se incrementaron, se multiplicaron. Incluyendo a la "cuna del desarrollo", Europa, en donde los estudios indican que las nuevas generaciones no tendrán ninguna posibilidad de comprar una vivienda aunque tengan tres trabajos. O, en donde aparecieron fenómenos también impresionantes como el caso de los homeless en Estados Unidos, que los hay por cientos de miles en las más importantes ciudades de ese país, cuya perspectiva es que mueran en sus carros o en las carpas donde viven porque no tienen vivienda.

Esa es la tragedia del mundo y debemos apostar a que la hegemonía muera definitivamente. En aras de que la humanidad pueda crecer… y sobrevivir.

Caminito de hormigas…

Cómo es eso que hay una enfermera en el Insalud de Naguanagua que le ha partido la aguja a varios niños en la pierna, durante la vacunación y las autoridades no han hecho nada. Eso no es casualidad. Y debe ser investigado con seriedad. O están esperando una desgracia.

Rafael Rodríguez Olmos

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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

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