Pandemia emocional: síntomas y causas

Se cumplen dos meses del decreto de cuarentena y su consecuente aislamiento social en Venezuela; medida que a nivel mundial ha generado una transformación abrupta de todas las áreas de la vida humana. Desde las actividades más pequeñas, individuales y cotidianas, hasta los entramados macroeconómicos, políticos y sociales, se han visto sometidos a contingencias inesperadas, que hacen presagiar que el mundo tal y como lo conocíamos, ya no podrá ser el mismo a partir de esta primera pandemia del siglo XXI.

Uno de los aspectos a los que la coyuntura actual nos ha llevado a mirar con particular atención, ha sido el fenómeno de cómo esta ruptura de la cotidianidad y expectativas de un futuro predecible, inciden en el mundo afectivo de los seres humanos y sus consecuentes efectos en la salud mental individual y colectiva.

Todo inició, por una parte, con contradictorios llamados a la calma ante un nuevo y lejano virus que por razones diversas nunca nos alcanzaría, y su contraparte apocalíptica que nos alertaba del inminente fin de la humanidad; luego pasamos al consumo frenético de noticias y análisis científicos, escépticos, críticos, alarmistas y conspiranoicos.

Y finalmente, casi sin darnos cuenta, nos encontramos inmersos en la movilidad limitada y el confinamiento, con temor al contagio frente a cualquier contacto físico, la incertidumbre sobre el futuro y la angustia general sobre un presente que hasta hacía pocos días no habíamos sido capaces de imaginar.

Si a este escenario común para gran parte de la población mundial, agregamos las dificultades materiales que ha padecido la población venezolana en torno al acceso a servicios públicos, alimentación y salud, no es de extrañar que aquella circunstancia que en un principio se vivió con una mezcla de juguetona negación (chistes, memes, etc.), a medida que el tiempo pasaba, derivara en una mezcla de angustia, desasosiego y tristeza, para la cual los sistemas públicos y privados abocados a brindar salud mental a las personas, no tenían respuesta alguna, tal y como los médicos e investigadores no contaban con respuestas eficaces que evitaran la propagación del virus o para la curación de los ya afectados.

Esta situación aparentemente inesperada, hizo proliferar intentos de dar respuesta a la afectación emocional de la población; el pánico, la angustia y la incertidumbre se hicieron más virales que el virus mismo. Algunos de esos intentos apelaron con modestia a experiencias similares del pasado reciente o remoto; psicólogos, sociólogos, antropólogos, filósofos y científicos sociales en general, se debatían entre el cuestionamiento crítico al confinamiento y sus consecuencias, y el apego estricto a los lineamientos de la OMS.

Por otro lado, a ritmo de pandemia, las redes sociales e internet se está convirtiendo en hervidero de consejos, recomendaciones y recetas para afrontar "la crisis emocional de la población"; que iban desde cuestionables referencias pseudocientíficas en cápsulas de autoayuda, a ejercicios físicos y de meditación con toques místicos o religiosos.

Respuestas a preguntas fundamentales para afrontar el momento actual que le ha tocado vivir a la humanidad y a la sociedad venezolana, han quedado en manos de una telaraña de opiniones que "contagian" directamente a las personas (a través de los teléfonos celulares y las redes sociales) con argumentos varios, que en su mayoría, no son más que eslóganes, más o menos camuflados, de un estilo de vida que promueve el individualismo liberal, el consumo y la productividad, como forma de alcanzar el bienestar psicológico.

La madeja cuasi infinita de "remedios" para afrontar la angustia, la tristeza, los conflictos intrafamiliares y el aislamiento, nos proponen suprimir de diversas formas, síntomas que se han exacerbado en el presente pero que no son ajenos a un estilo de vida que privilegia la competencia frente a la cooperación, el individuo frente a la colectividad, el consumo desenfrenado ante el consumo racional, la productividad perenne ante el tiempo de ocio y recreación, la explotación de la naturaleza frente a la coexistencia ecológica.

La coyuntura actual ha hecho nuevamente evidente, como es propio de las sociedades capitalistas, mantener ocultas las causas reales de los problemas que aquejan a la humanidad, desplazando nuestra atención a la curación-eliminación de los síntomas generados por su propia estructura desigual y explotadora, sea este síntoma un nuevo virus o su efecto sobre la salud mental de la población.

La subjetividad humana y sus padecimientos, no son para nada desestimables, y estas circunstancias lo hacen cada vez más evidente. Cuando estos sufrimientos son desestimados por los movimientos sociales y políticos, por las instituciones y sistemas de salud pública, toda clase de "remedios" surgen para ocupar ese lugar, quedando en manos de intereses particulares y comerciales un aspecto fundamental de la vida de la gente: sus procesos afectivos, sus comportamientos y motivaciones. Procesos insoslayables para construir alternativas de vida sustentable y saludable, frente a esta nueva coyuntura que llegó para quedarse y para hacer frente al viejo capitalismo que se ha quedado más allá de todos los pronósticos.

M.Cs. Gerardo Sánchez Ramírez

Profesor Agregado (UCLA)

Presidente del Colegio de Psicólogos del Edo. Lara

email: gerardosan73@gmail.com



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