Prepárate si eres negro, mestizo, indígena, mujer, distinto o “raro”…

En verdad prepárate si el tono de tu piel es negro, cobrizo, amarillo o entreverao, pues el fascismo renace. No en el centro de la vieja Europa empeñada desde el siglo XIX en demostrar la supremacía de la raza blanca no, surge en medio de la América mestiza, territorio en donde hasta ahora había primado la convivencia más o menos tolerada de todas las tonalidades de piel pensamiento y alma. Y no es que no haya algunos aún hoy día que pretendan, reclamar sus títulos nobiliarios de blanco peninsular y consideren a los demás "ciervos de la gleba" que deberían prosternarse con respeto y obediencia ante su aristocrática presencia.

Los triunfos electorales de Donald Trump en Estados Unidos, de Sebastián Piñera en Chile, de Mauricio Macri en Argentina, Pedro Pablo Kuczynski en Perú (afortunadamente obligado a renunciar por estar inmerso en escándalos de corrupción), de Lenín Moreno en Ecuador, de Iván Duque en Colombia y ahora la casi cantada victoria de Jair Bolsonaro en Brasil, más que un retroceso de las izquierdas en el continente y un repliegue de los movimientos sociales, representa un revés difícil de asimilar. Más que un resurgir de la derecha en América Latina, significa un avance del nazi-fascismo en territorio americano.

Será de tal magnitud y tan inminente la amenaza que, hasta la misma Exsecretaria de Estado Norteamericana, Madeleine Albright, se confiesa preocupada y recién escribió un libro denominado "Fascism: a Warning". ¿Una "advertencia" en cuánto a qué?, ¿qué sucedió con el optimismo surgido tras la caída del Muro de Berlín?, ¿qué pasó con aquella flamante "victoria de la humanidad" después del aparente final de la Guerra fría?

Se suponía que con la finalización de las hostilidades entre las dos grandes superpotencias del mundo para aquella época, Rusia y los Estados Unidos, y la instauración de un "Nuevo Orden Mundial", las naciones poderosas ya no oprimirían a los países menos aventajados, que ya las disputas entre Estados no serían resueltas por la fuerza pues mediaría imponiendo la cordura esa entelequia denominada eufemísticamente "Comunidad Internacional". Que el fascismo y el totalitarismo quedarían sepultados para siempre por una capa cada vez más gruesa y más sólida de democracia. Pero, por el contrario interrogamos utilizando palabras de Albright: ¿Por qué "estamos otra vez hablando de fascismo"?

Albright, advierte en su texto sobre el fenómeno, cuidándose de no embarrar su figura colocándose a resguardo tras la cortina de la academia. Recurre a la anécdota, a su historia personal, edulcora su experiencia de gobierno. Examina casos de Europa y de América Latina haciendo notar que en estas historias surgen algunos patrones conocidos: caos económico, social o político, o todos juntos y al unísono, hiperinflación, depresión del estado productivo, levantamientos e insurgencias de derecha o de izquierda, poblaciones humilladas y/o venidas. Tales son los casos de la República de Weimar en Alemania o el de la Italia de Mussolini que dieron origen al nazismo y al fascismo respectivamente. Acota para la primera, una "paz punitiva", mientras que para la segunda esgrime que fue golpeada por una alta inflación, por el desempleo, que fue paralizada durante casi dos años por huelgas y cierres patronales mientras que las calles bullían en enfrentamientos inducidos entre radicales de izquierda y de derecha.

¿Mira tú, hasta parece Chavista el discurso de Mrs. Albright no?

En estas condiciones, en las que para nada los Estados Unidos tienen algo que ver, los ciudadanos temerosos y desesperados, que se encuentran viviendo en un ambiente de agitación extrema por el deterioro de las condiciones económica y sociales, que se sienten golpeados o engañados por la desigualdad o las cúpulas opulentas y/o gubernamentales, con altos índices de violencia en las calles, originan la llegada al poder de individuos manipuladores que ven en estos problemas sus más fuetes oportunidades. Fascistas y nada democráticos se aprovechan tanto de las debilidades de un gobierno que no ha sabido hacer frente al fenómeno de la corrupción, que ha sido inepto para resolver los problemas más urgentes de sus compatriotas, con líderes de pasarela -mediáticos dirían algunos más benevolente en el análisis-, más interesados en mantener en sus manos el poder que en organizar a sus partidarios y aportar soluciones, como de una oposición, débil, estreñida de ideas y además atomizada, en la que se descuartizan entre sí y dejan que se profundicen los problemas para intentar obtener un rédito político.

En estas circunstancias los fascistas ofrecen a sus seguidores -a sus posibles votantes-, respuestas simples a sus problemas: ¡les inventan enemigos presentes entre ellos mismos!. Los comunistas comeniños, los judíos, los árabes, los pobres, los gays, las lesbianas, los discapacitados, los drogadictos, las prostitutas, los negros, los indios, los chinos… los venezolanos. Cualquiera es bueno para direccionar el odio, para canalizar las frustraciones.

Alguna vez Adolfo Hitler dijo: "Te diré lo que me ha llevado a la posición que he alcanzado. Nuestros problemas políticos parecían complicados. El pueblo alemán no pudo hacer nada con ellos… yo, por otra parte… los reduje a los términos más simples. Las masas se dieron cuenta de esto y me siguieron".

Las debilidades observadas en el accionar del Presidente, lo errático de sus políticas económicas, el eterno juego de "la silla" para asignar a sus ministros, los constantes "enroques" en áreas críticas como las de economía, hidrocarburos, salud y seguridad alimentaria, etc., sin obtener resultados. La obesidad manifiesta que lucen casi todos los que ocupan altos cargos políticos o de gobierno y que de manera descarada muestran en cámara su voluminosa y concupiscente circunferencia abdominal, sin reflexionar respecto al trabajo que pasan a diario sus compatriotas "de las bases" para hacer rendir el salario y para encontrar alimentos que llevar a sus platos y no desfallecer de hambre, influyen en la formación de esta masa crítica que bulle escaldada de arrechera y cuya única válvula de escape hasta ahora es la de hablar mal del gobierno en cuanta cola hacen.

Este precipitado e indetenible declive económico sumado a la desvergonzada corrupción y a la falta de solidaridad con el pueblo chavista está minando constantemente las bases ya mustias de un chavismo que languidece aferrado al recuerdo del Comandante Chávez, preparan el terreno para el rapaz asalto al poder que ha ido hilvanando la Oligarquía venezolana y cuya arma secreta es el fascismo mi hermano.

Ingenuamente tanto el Gobierno como la Oligarquía conservadora piensan que podrán controlar y deshacerse del fascismo una vez este haya resucitado. Los pobres olvidan que a pesar de haber sufrido en carne propia las consecuencias de esos pensamientos totalitarios Europa nunca se ha podido librar de los movimientos pro nazis que resurgen cada vez que uno de los estados de la comunidad europea comienza a presentar problemas económicos o sociales. Los "skinhead", los "punks" o los "boneheads" son sólo la cara reconocible un fenómeno que se cierne sobre sociedades alienadas. Tanto con su estética obrera o bien enfundados en atuendos "mods", con su pensamiento opuesto al "hippiesmo", con su racismo y su tendencia a la resolución violenta de los conflictos, las filosofías neonazis y neofascistas desfilan libremente por Europa y gozan de muy buena salud.

Las culpas siempre serán achacadas al vecino, sean estos gitanos, armenios, rumanos, ucranianos, latinoamericanos o subsaharianos. Sean estos negros, cobrizos o amarillos, tengan ojos negros bien abiertos o rasgados, cada quien comienza a verse a sí mismo como descendiente ario y enfila sus ataques hacia el más débil o al perteneciente al grupo menos numeroso.

Estamos a las puertas de entregarles el poder a los herederos del pensamiento de Hitler y de Mussolini y no nos hemos percatado. Ya sus voces se escuchan en el discurso de Bolsonaro, en su homofobia, en su machismo, en su racismo, en su admiración por las dictaduras y en su tendencia al uso de la fuerza sin importarle un posible derramamiento de sangre. La connivencia de la oligarquía conservadora con personeros políticos tales como los dirigentes más prominentes de la oposición venezolana -de Primero Justicia, de Vente Venezuela, de Voluntad Popular por mencionar algunos-, implanta paralelismos preocupantes entre la Europa de entreguerras y la Venezuela postpetrolera de la que tanto habla el gobierno.

Desprenderse del fascismo implica que chavistas y opositores deben trabajar juntos de una vez por todas enfocados en resolver los grandes aprietos por los que está pasando nuestro país, y de los opositores se requiere además que no se cieguen, que sepan reconocer a tiempo el peligro que representa para la democracia ese coqueteo perverso que sus líderes cultivan con el militarismo y con el fascismo intentando recobrar un poder que ya jamás será el mismo que ellos tercamente recuerdan. Ese cariño por las dictaduras que algunos profesan está erosionando sin parar sus propios liderazgos profundizando de paso las divisiones entre nuestros propios compatriotas como lo vemos entre los que abandonan la patria y se acusan entre sí de chavistas o de escuálidos siendo que ambos reciben una misma denominación… extranjeros, inmigrantes.

Madeleine Albright espera que los antifascistas aprendan de la historia… yo también. Cuento además para eso, con la sensatez de los venezolanos del montón, que son los que arriesgan sus pellejos, los que quitan y ponen a nuestros gobernantes.

Sin embargo y por si acaso, si eres negro, cobrizo, amarillo, mujer, agnóstico, ateo, indigente, drogadicto, miembro del colectivo LGTBIQ, socialista, comunista, comenabo, pelabola, tienes pinta de chavista, si simplemente eres distinto o "raro", prepárate porque el fascismo renace y al morenito ese que ha vivido toda la vida al lado de tu casa a lo mejor se le ha metido en la cabeza que él es un miembro indiscutible de la raza aria.

carlosperezmujica@gmail.com



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Carlos Pérez Mujica


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