El “nuevo centro político” y sus liderazgos

A partir del año 98 la sociedad venezolana vive un ascenso exponencial de la participación política. Durante este período las y los venezolanos hemos vivido más de veinte procesos electorales en diecisiete años. Además de los estruendos y turbulencias de las campañas electorales (a veces más de una por año) en Venezuela hemos pasado, en menos de veinte años, un proceso constituyente, un golpe de Estado, un paro petrolero, amenazas de guerras civiles, rumores de invasiones, protestas pacíficas, protestas violentas, marchas, contramarchas, la muerte del líder de una parte de la sociedad y por último, desde hace tres años, una de las crisis económicas más graves que ha conocido el país.

A sus diecisiete años, el proceso iniciado en el año 98 tiene signos que acusan rasgos de vejez. La ayer candorosa Revolución, hoy tiene a cuestas el pasivo de haber dirigido durante casi dos décadas al país. Los errores cometidos se marcan, de manera incontrovertible, en lo que fue un rostro lozano. Aquellas caras nuevas que durante el proceso constituyente denunciaban a las "cúpulas podridas" hoy llevan años en las cumbres del poder y son los nuevos interpelados.

El proceso democratizador cabalgo sobre el incremento del precio del petróleo. El galopante aumento del ingreso petrolero le imprimía un vigor sin igual a la participación política. El precio del petróleo era viento en la popa de un país que navegaba como "destino" inexorable a ser "potencia". Esto se reflejaba en los proyectos individuales y familiares del ciudadano común, mejorar el nivel de vida era una posibilidad real para cada vez más personas. No obstante, la Venezuela del 2013 sentirá el inicio de una crisis que en el 2016 se hace más intensa. La sociedad venezolana afronta la crisis cual resaca después del festín nocturno. El aumento del costo de la vida, las interminables colas, el no poder reestablecer los niveles de consumo, que permanecen aún frescos en la memoria del 2012, se transfiguran en una gran frustración colectiva, que desmorona el imaginario colectivo construido en estos años.

La imposibilidad de proponer soluciones a corto y mediano plazo a la crisis, le pasa factura a los liderazgos nacionales. Por un lado, el gobierno carga con la responsabilidad de la crisis, de las promesas incumplidas y acusaciones de corrupción. Por otro lado, la oposición posee la carga negativa de los errores de la IV República, el pasivo del golpe de Estado, del paro petrolero y de un liderazgo con conflictos internos que se han hecho públicos. Si bien es cierto que hoy la oposición es capaz de capitalizar electoralmente el rechazo al gobierno, también es cierto que existen amplios niveles de desconfianza a su dirigencia. Sin lugar a dudas, que la ausencia del liderazgo fundamental de Hugo Chávez desnuda la decadencia de la clase política venezolana en ambos lados del espectro.

Desde el 2013 Venezuela sufre un proceso acelerado de despolarización y despolitización. Durante las elecciones parlamentarias del 2015 varias encuestadoras coincidieron en el crecimiento de los llamados "ni ni". Gil Yépez de la encuestadora Datanálisis señaló que los "ni ni son la mayoría". Por su parte, Oscar Schemel director de Hinterlaces hablo de un "nuevo centro político" que está compuesto por "los ni ni que hoy no tienen referente ni en un lado ni en el otro, los ni ni que andan haciendo síntesis de las propuestas de cada uno". Todo parece indicar que un cúmulo cada vez más grande de la población electoral le apuesta a un voto escéptico y pragmático, por hastío de la política. La gente le apuesta a soluciones y no a los discursos o conflictos.

Toda elección hoy se dirimiría entre el apoyo y el rechazo al gobierno. Allí la oposición capitalizaría el descontento. No obstante, su dirigencia oficial no tienen el liderazgo moral e intelectual para dirigir la sociedad venezolana en tiempos de crisis. Ahora bien, la política en el país sigue teniendo un fuerte componente caudillesco. En tiempos de crisis, la cultura política del caudillo salvador sigue presente como resorte invisible en el alma colectiva nacional. Quizás eso explica el posicionamiento de algunos liderazgos que durante estos años fueron bastante marginales en la vida política venezolana.

En este sentido, la encuesta Datos realizada en el 2016 arroja un resultado interesante. El 55% de los encuestados coloca a Lorenzo Mendoza como el líder con mayor grado de aceptación. Asimismo, en una encuesta donde se evaluaba la popularidad de personajes de tanto peso como el Presidente de la República, el Presidente de la AN, Capriles y Leopoldo, un líder regional y exchavista como es Henri Falcón, logró colocarse en el 4to lugar. Por otro lado, entre los chavistas disidentes hay uno que goza de especial aceptación, el Mayor General Rodríguez Torres, quien se ha convertido en un actor político con tribuna propia y aceptación para nada deleznable.

Resulta curioso que una encuesta coloque al empresario Lorenzo Mendoza por encima de notables opositores como Leopoldo López, Capriles y Allup. Es digno también de estudiar las inquietudes que generó en la dirección del chavismo, la popularidad de Rodriguez Torres. Por otra parte, es interesante evaluar como en el último momento de polarización, durante el año 2012, Henri Falcón obtuvo una victoria en las elecciones regionales de 53,87% por encima del candidato chavista Reyes Reyes que solo obtuvo un 45,86%. Más aún, cuando el mismo Chávez había ganado en las elecciones presidenciales, meses antes en Lara, con el 51,45% de los votos.

Lorenzo Mendoza (el productivo) "la política no es mi arena": La familia Mendoza ha sabido construir un imperio del monopolio de alimentos procesados a la sombra de los gobiernos de turno. Lo que comenzó con una modesta fábrica de velas y jabones, fundada en 1935 por Lorenzo Alejandro Mendoza Fleury, se convirtió en décadas en lo más parecido que tenemos en Venezuela a una experiencia de burguesía industrial. Hoy, esa historia es tapada tras la imagen de Lorenzo Mendoza. Un joven empresario heredero de las Empresas Polar, que siempre ha preferido jugar al poder detrás del poder. No obstante, las constantes acusaciones del gobierno nacional lo han obligado a pronunciarse públicamente en reiterados oportunidades. Cada vez crece más su perfil político como empresario productivo que se opone al gobierno. Los llamados CLAP, que utiliza el gobierno para distribuir alimentos, están llenos de productos de la marca Polar. La Harina P.A.N. es un símbolo importante de la actual cultura de consumo nacional. Es un hombre promotor del libre mercado, de la empresa privada, que justifica la reducción al mínimo de la participación del Estado y que nunca ha hecho valoración alguna de los mecanismos de organización comunal y popular.

Henri Falcón (el eficiente) "solo en Lara se están haciendo obras sociales": de origen militar, fue fundador del MBR-200, constituyentista, alcalde y después gobernador. En el 2010 con una carta dirigida a Hugo Chávez inicia un periplo político para deslindarse totalmente del chavismo. La eficiencia de sus obras públicas en Barquisimeto lo ha catapultado como un liderazgo eficiente. Su marketing político está direccionado a posicionar que Lara es la única gestión eficiente en el país, resaltando los logros relacionados a las obras públicas y las visitas a las comunidades. Si bien es cierto que trabaja con algunas comunidades organizadas, su práctica es fundamentalmente paternalista y asistencial. La eficiencia de su gestión y su devoción a la Divina Pastora son el emblema fundamental de marketing político que utiliza.

Rodríguez Torres (el policía bueno) "En Venezuela hay que poner orden": De origen militar. Fue jefe de inteligencia de los rebeldes durante el golpe de Estado del 92, demostrando ser hombre de confianza de Hugo Chávez. También fue jefe de la DISIP durante el golpe de Estado del 2002. No obstante, fue su paso al frente del Ministerio del Interior y Justicia el que le dio la proyección nacional. La manera en la que afrontó las guarimbas opositoras del 2014, pero también su combate contra los colectivos chavistas del 23 de enero, le estamparon la imagen de imparcial y hombre comprometido con el orden y la justicia. Aunado a esto, desplegó una política de seguridad que tuvo una importante aceptación. Desde su salida del gobierno ha sido un duro crítico de Nicolás Maduro. La prensa sensacionalista de la derecha señaló que su salida se debe a la presión de los colectivos. Todos sabemos que los colectivos no tienen ese lobby tan poderoso dentro del gobierno. Su salida se debe a las intrigas que generó su creciente popularidad y fue una jugada de las roscas que se disputan el poder dentro del chavismo. Otros rasgos interesantes son su currículum académico, su condición de católico practicante y hombre de familia. En fin, un hombre formado en la academia militar, con poca influencia de la izquierda tradicional que captó a Hugo Chávez. Por tanto, un hombre estructuralmente conservador, creyente en el estamento militar como alcabala moral, proclive a la represión, que evita banderas discursivas como el "socialismo" y prefiere la llamada "unidad nacional". Proyecta la imagen del "policía bueno" el "incorruptible" y el "equilibrado".

Pareciera que entre militares y empresarios esta este nuevo tipo de liderazgo nacional. El centro del discurso de estos tres liderazgos es la unidad nacional, la eficiencia y el orden. Son liderazgos pragmáticos, ninguno apuntala a transformaciones radicales ni cambios abruptos. Sus discursos son breves y concisos. Ninguno coloca al pueblo como protagonista de los cambios necesarios. Todos se colocan más allá de la disputa política, su discurso hace ver que son ajenos al problema político. Una posible implosión de la clase política nacional le daría terreno a estos nuevos liderazgos de la no-política, posiblemente constituyéndose en una especie de profetas salvadores.

Hoy se comienzan a delinear un nuevo "centro político" en el espectro nacional, que posee una importante población cautiva. Falcón, Rodríguez Torres y Mendoza son los más emblemáticos. No obstante, hay otras figuras que han gravitado alrededor de esta posición, con cierto niveles de éxito, pudiéramos hablar de Hiram Gaviria, Pérez Abad e incluso Vielma Mora. En momentos en los que tanto el gobierno como la oposición apelan al pueblo solamente para marchar, son más los sectores de la población que de desalinean de la polarización y el conflicto. Si bien es cierto que los políticos que gravitan alrededor de los registros discursivos de este "centro" siguen siendo una fuerza marginal, (Lorenzo Mendoza no cuenta con una plataforma política, Henri Falcón no ha dejado de ser un caudillo regional y Rodríguez Torres no está en su auge de popularidad), no debemos descartar la posibilidad de una articulación política de estos sectores que potencie un punto de inflexión en la política nacional.

Conjugando la critica al gobierno, la racionalidad económica liberal de la oposición y lo más paternalista de la política social del chavismo, las figuras que le apuestan al centro acentuarían una política despolitizante, despolarizante y de desmovilización de los sectores populares. Si las nuevas generaciones de activistas políticos, tanto del chavismo como de la oposición, no son capaces de repensar a fondo sus programas y prácticas políticas, el país estará condenado o al barranco de la actual clase política o al despeñadero ultraconservador del "nuevo centro" "apolítico". La izquierda debe hacer un esfuerzo para generar un nuevo liderazgo político, eficiente, sensato, honesto, para el rescate de la política y la dirección del PSUV debería abrir paso a un insurgente liderazgo renovador del chavismo capaz de repolitizar a la sociedad venezolana.



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Damian Alifa

Combatiente en la batalla de las ideas

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