¿Conviene endeudarse?

"La sociedad de consumo nos condena a vivir en un estado de insuficiencia perpetua,

a desear siempre más de lo que podemos comprar.

Se nos aparta implacablemente del estado de plenitud,

se nos tiene siempre insatisfechos,

amargados por todo lo que no podemos permitirnos.

Se ha dicho que el sistema del consumo comercial es un poco como

"el tonel de las Danaides"i que, además

sabe aprovechar el descontento y la frustración de todos."

Gilles Lipovetsky

Quisiera comenzar comentando que la idea de esta nota surgió en la última reunión que sostuvimos los miembros de los Consejos de Administración y Vigilancia de la Caja de Ahorros de los Trabajadores del Inpsasel (Catinpsasel), y en un momento de la misma, fue revelado los montos y los números de préstamos otorgados en lo que va de año a nuestros asociados. Inmediatamente surgieron algunas interrogantes, una de ellas titula este artículo. En la búsqueda de las respuestas surgió esta reflexión que comparto a continuación.

La realidad económica nacional de los últimos años ha afectado fundamentalmente a las familias trabajadoras, pues el salario, que es la base del ingreso familiar, cada vez alcanza menos. Las quincenas son cada vez más efímeras, pues los costos de las cosas y servicios que requerimos habitualmente aumenta de manera constante en el mercado informalii (una manera decente de denominar el espacio donde proveen los "bachaqueros"). En el mercado formal los productos son prácticamente inaccesibles, pues no se puede cumplir una jornada laboral y hacer las largas filas en los supermercados al mismo, y en el último trimestre se suma el aumento de los precios oficiales.

El crédito formal ha sido en los últimos quince años un comodín de las familias trabajadoras. Y se afirma que es formal porque en el periodo referido, ha aumentado la bancarización (según la Superintendencia de Bancos 62 % para 2012iii, lo que ha permitido la emisión de 12.000.000 de tarjetas de crédito entre 7.000.000 de personasiv). En el pasado las familias recurrían al crédito informal, mejor conocido como los prestamistas, quienes como todos los usureros enganchaban a los jefes y las jefas de familias en compromisos eternos, dados los elevados intereses (tales como 10 % semanal sobre el monto acreditado). El destino de estos préstamos era utilizado como complemento del salario, pues no se podía adquirir gran parte de la canasta alimentaria y menos la básica.

El proceso bolivariano paulatinamente desarrolló estrategias que hicieron que la renta petrolera aumentará, y con ello la base de redistribución. Esta realidad permitió satisfacer no solo las necesidades básicas, sino también el nivel de consumo de bienes no esenciales (teléfonos celulares de alta gama, televisores, banda ancha, vehículos, viajes al exterior, entre otros). Digamos entonces que el poder adquisitivo del salario se fortaleció, dado que podíamos acceder a productos importados del mundo a un dólar con un precio bajo. Así pues, nuestro salario no solo nos alcanzaba para alimentos, vestido, recreación, reparaciones de nuestras viviendas, viajar al exterior, sino también para ahorrar. De tal manera que muchas familias trabajadoras pudimos comprar viviendas (con apoyo de la Ley de Política Habitacional) y vehículos.

La realidad ha vuelto a cambiar hoy, pues la base del ingreso nacional, que es la renta petrolera está deprimida (Según el Ministerio del Poder Popular de Petróleo el promedio de la cesta petrolera es de 44,65 $ en 2015 y en lo que va de agosto 33,36 $v ). Hoy tenemos menos que repartir, y menos con poder de compra en el mercado mundial. Y se cumple aquella máxima del mercado capitalista: menor oferta en el mercado formal, demanda creciente, igual a precios imparables en el mercado informal. Quienes producen en Venezuela lo hacen con materia prima o medios que se adquieren fuera, y al haber menos oferta de dólares, recurren a la compra en el mercado paralelo, este diferencial lo transfieren a los productos y servicios que proveen o producen. En parte esto explica el aumento de precios de los bienes y servicios que requerimos las familias trabajadoras. Amén de la corrupción en lo privado y en lo público que merece otro escrito.

Así pues, volvemos al asunto del salario que no alcanza para cubrir las necesidades básicas y buscamos alternativas para complementarlo. Una de ellas es el uso de las Tarjetas de Créditovi, que son un mecanismo atractivo por su tasa de interés anual, que se ubica entre 24 y 29 % en los últimos cinco años. El otro mecanismo de complemento del salario es el acceso a los Fondos de Garantías de las Prestaciones Sociales, que podemos acceder con relativa facilidad al menos una vez al año, cumpliendo con los requisitos establecidos en el artículo 144 de la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras (2012).

El tercer mecanismo podemos examinarlo en dos vías: Primeramente, el uso de los fondos de ahorro, los cuales podemos acceder al menos una vez al mes (obteniendo el 80%) del patrimonio a nombre del trabajador. En segunda instancia las Cajas de Ahorro de los trabajadores, quienes acceden a préstamos sobre sus haberes (hasta el 80 % de su patrimonio) con una tasa de interés del 12 % anual o prestamos especiales varias veces su disponibilidad (en el caso de la Caja de Ahorro de los Trabajadores y Trabajadoras del Inpsasel son tres veces la disponibilidad de los haberes) a la misma tasa.

Finalmente, conozco no pocos testimonios de trabajadores y trabajadoras en Venezuela que están trabajando más de su jornada legal, bien sea por que laboran horas extras, por que trabajan en sus días de descanso o sencillamente porque hace un turno más cada día. A cambio un poco más de dinero, que obviamente no tiene registro alguno.

La consecuencia del uso de estos mecanismos de complementariedad del salario, son tres: en el caso de las Tarjetas de Crédito y los Préstamos sobre haberes y especiales en las Cajas de Ahorros de los Trabajadores afectan la disponibilidad del salario, pues al final de mes hay que pagar las cuotas (capital, más intereses) y queda menos dinero para cubrir las necesidades básicas. No es raro vernos en la quincena con el descuento de los préstamos en nómina y el recordatorio del banco de pago de las cuotas de las Tarjetas de Crédito (que en la actualidad puede ser de 50 % y hasta la totalidad del salario). En relación al acceso a los Fondos de Garantías de las Prestaciones Sociales y de los Fondos de Ahorro, pues supone una erosión del patrimonio familiar, pues al momento del término de la relación laboral, lo resultante para afrontar la contingencia será muy poco.

La generación que hoy labora tiempo adicional en las formas que he descrito está comprometiendo su salud, pues descansa menos y está más expuesta a los peligros en el trabajo. Digamos que el costo se traducirá en la reducción del bienestar físico, psicológico y social en el mediano y largo plazo, en el mejor de los casos.

El Gobierno Bolivariano ha desarrollado desde 1.999 una política de aumento del salario mínimo, y en el último año el aumento del beneficio de alimentación, que se denomina ahora "Cestaticket Socialista". Esta política busca subsanar la pérdida del poder adquisitivo del salario, frente a la subida incontrolada de los precios (en un esquema insuficiente de control de precios). Sus resultados son insuficientes, y lo que ha impuesto es un esquema de bonificación del salario, pues el "Cestaticket Socialista" es superior al salario básico, siendo este último sin incidencia salarial.

Concluimos entonces que la satisfacción de las necesidades básicas de las familias trabajadoras no solo tiene que ver con el salario, sino con el modelo económico prevaleciente que se basa en la renta petrolera, el arcaico y parasitario modelo productivo instaurado desde principios del siglo pasado. En esta dirección apuntan algunos sectores del Gobierno Bolivariano, con acciones insuficientes, pero sobretodo enfrentando a muchos intereses que buscan seguir chupando la renta petrolera y simular que producen.

¿Mientras tanto que hacemos los trabajadores y las trabajadoras y nuestras familias?

Mirando el panorama, entonces podemos ver que lo que debemos hacer no solo es económico, también es social y político. En función de eso me permito comentar algunas recomendaciones:

  • Identificar lo importante de lo superficial.

A muchas familias trabajadoras la realidad ya le ha impuesto qué adquirir, si todavía no te ha llegado, no esperes. Es el momento de priorizar sobre las prioridades. Lo suntuoso ahora adquiere su significado verdadero, es solo para unos pocos.

  • Investigar modos alternativos del satisfacer nuestras necesidades básicas.

Hasta ahora el mercado promocionado por la publicidad fue nuestra fuente primaria de satisfacción de necesidades. Se desarrolló una estandarización del consumo. Hoy toca recuperar los saberes ancestrales que se encuentran en nuestras familias y comunidades. Supone experimentar nuevos hábitos de consumos, cuya base sea preferentemente local. Como consecuencia creo que los hábitos de consumo serán dinámicos.

  • Un préstamo, la pregunta clave ¿Dónde voy a colocar el dinero?

Si va a tramitar un crédito y a comprometerse, enfoque el dinero prestado a actividades que supongan una inversión que por un lado revalorice su dinero o le genere una entrada adicional. Si lo dedica a los gastos familiares como alimentación, recreación, vestido; recuerde que el mes siguiente su salario va a ser menor para cubrir sus asuntos familiares permanentes.

  • Participar organizadamente.

Estoy convencido que mejorará nuestra situación económica nacional. Y esta mejoría solo será posible si los miembros de nuestras familias participan en organizaciones sociales tales como: Consejos Comunales, Sindicatos, Cajas de Ahorro, Cooperativas de Consumo. Además que solo estos tendrán más condiciones para enfrentar las consecuencias actuales de la situación que hemos descrito.

 

1 Sociólogo (2002), se desempeña como Facilitador Profesional en Salud y Seguridad en el Trabajo I en el Inpsasel, ha sido electo Delegado de Prevención (desde 2011) y es Vice-Presidente del Consejo de Vigilancia de la Caja de Ahorros de los Trabajadores y Trabajadoras del Inpsasel (desde 2.011).

 

 

i Para conocer sobre el "Tonel de la Danaides", consultar:FM, T., FM, T. and perfil, V. (2009). De humanis rebus: El tonel de las Danaides o la decepción. [online] Derebushumanis.blogspot.com. Disponible en: http://derebushumanis.blogspot.com/2009/12/el-tonel-de-las-danaides-o-la-decepcion.html [Accessed 6 Aug. 2016].

 

 

ii Para tener una idea sería de este comportamiento recomiendo revisar los estudios realizados por Hinterlaces, disponibles en su página web: http://www.hinterlaces.com/

 

 

iii Blanco, D. (19 de marzo de 2015). Bancarización ineficiente apunta a la agudización de la pobreza. El Carabobeño. Recuperado de http://www.el-carabobeno.com/portada/articulo/101070/bancarizacin-ineficiente-apunta-a-la-agudizacin-de-la-pobreza#sthash.rpc3l4IX.dpuf

 

 

iv Faría, N. (01 de agosto de 2016). Cupo "viajero" en TDC cuesta hasta Bs. 1,9 millones. Diario Panorama. http://www.panorama.com.ve/politicayeconomia/Cupo-viajero--en-TDC-cuesta-hasta--Bs.--19-millones-20160801-0001.html

 

 

v Revisar: Mpetromin.gob.ve. (2016). Ministerio del Poder Popular de Petróleo y Minería. [online] Disponible en: http://www.mpetromin.gob.ve/portalmenpet/secciones.php?option=view&idS=45 [[Revisado 6 Agosto. 2016].

 

 

vi Banca y Negocios. (2016). Aristimuño: Las tarjetas de crédito son el segundo sueldo de los venezolanos - Banca y Negocios. [online] Disponible en: http://www.bancaynegocios.com/aristimuno-las-tarjetas-de-credito-son-el-segundo-sueldo-de-los-venezolanos/ [Revisado 6 agosto. 2016].

 



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Jesús Alberto Rondón

Sociólogo. Se desempeña como Facilitador en el Inpsasel, ha sido electo Delegado de Prevención (2011-2013 y 2013-2015) y es Vice-Presidente del Consejo de Vigilancia de la Caja de Ahorros de los Trabajadores y Trabajadoras del Inpsasel (2.011).

 jesusalbertorondon@gmail.com      @JesusRondonVen

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