Maduro no renuncia ni lo renuncian

El título de este artículo parodia sin mala intención a un viejo político adeco que aferraba a Miraflores como un pulpo, con agallas de piraña, pero la frase alude realmente a otro sentido. Aquel político se aferraba al poder por el poder, y Maduro Moros se aferra al poder del pueblo para el pueblo. Esa es la diferencia.

Dos artículos escribí durante 2014 dirigidos al tema económico de Venezuela y al ejercicio político de ese poder que tiene la responsabilidad de ordenar su economía. Uno se tituló EL NO HAY DE LA REVOLUCION, publicado el aporrea.org el 7 de septiembre de 2014, y el otro se titula DOCE IDEAS PARA GOBERNAR A VENEZUELA, aparecido en aporrea.org el 4 de julio del mismo año. El primero se enfoca en la realidad material del país respecto a la aguda crisis alimenticia, y el segundo al mecanismo multi vectorial que podía experimentarse para sustraer al país del pillaje, la corrupción, el expolio a nuestra riqueza y demás vicios enquistados, para gobernar transparente y eficientemente a la República Bolivariana de Venezuela, siempre dentro del marco constitucional de su soberanía e independencia.

La derecha venezolana del presente se ancló en la Asamblea Nacional mediante el voto electoral prestado por los chavistas desilusionados, enojados y hastiados de la corrupción del gobierno, quienes cansados de ver tantos ex diputados, ex ministros, ex candidatos a alcaldes, ex candidatos a gobernadores y funcionarios que están o estuvieron en altos cargos políticos, deshuesando a la patria (aunque éstos entonen el Patria, Patria, Patria Querida), sin sentirla realmente y sin respetarla con el menor pudor, aplicaron el alicate al proceso bolivariano. Eso es un hecho.

Otros que sentimos en las fibras de nuestro corazón esa misma rabia e impotencia, fuimos a votar por los candidatos de Maduro tapándonos la nariz por lo que representaban. Candidatos rojos rojitos que son abiertamente corruptos corruptitos aspirando a ser mayoría en la Asamblea Nacional. Bueno, ahí está el resultado. Se perdió la batalla, Presidente Maduro, porque nadie quería sumarle a sus carencias materiales la trampa mental y espiritual de votar por candidatos del Psuv corruptos. Por suerte ganaron los que tenemos ahí en la Asamblea Nacional conformando el Polo Patriótico. Sin embargo, justo al frente está planteada una pelea a muerte: Sacar al Presidente de la República mediante referendo, a través de una enmienda o por medio de una Asamblea Nacional Constituyente. Más del fondo de las miserias sale un eco, una voz de ultratumba, una aspiración canallesca y solapada que pide a Maduro que renuncie. Pues el pueblo es claro: Ni renuncia ni lo renuncian. Olvídense de eso. ¿Y el golpe de estado? Ah bueno, eso se lo dejo a otros analistas. De momento los opositores niegan esa aventura y la revolución no puede, ni debe ni quiere darse un autogolpe. La revolución no se golpea.

Suponiendo que prosperaran las fantasías de la derecha de sacar a Maduro Moros de Miraflores, la derecha no tiene a quien montar en su lugar; menos que cuenten con un candidato encubierto, un sin cara, un nadie sabe quién puede ser. Si por el contrario, lanzan a Ramos Allud, pasaría lo de Carmona Estanga: se convertiría en "Henry el breve", al mejor estilo de "Pedro el breve". Yo no tengo la menor la duda. Si prosperara la aventura, repito, me inclino a suponer que la Asamblea Nacional Constituyente es la vía más expedita para resolver este enigma. Ahora, ¿esa Constituyente supone elecciones para restituir a la misma Asamblea Nacional y al resto de los poderes constituidos, incluyendo por su puesto una reforma a la Constitución para modificar el lapso de ejercicio de la presidencia de la república? Si así fuera, en ese proceso la revolución se jugaría todas sus cartas, por cuanto ésta devino de una asamblea nacional constituyente. Y yo apuesto a que la derecha no la gana. Si quieren que se lancen al ruedo. Por otra parte, el impacto de las nuevas medidas económicas anunciadas este 17 de febrero tiene en el mediano plazo más perspectivas a favor del gobierno que de la oposición. Sin embargo, ambas partes deben ponerse de acuerdo en tres asuntos centrales del país antes de que ocurra cualesquiera de las opciones políticas planteadas en el escenario:

Hay que atacar la corrupción en todos sus órdenes, empezando por los jerarcas del gobierno sin pelar uno, por mucho que se venda como honesto, leal, transparente, eficiente y bla bla bla, sea militar o civil; segundo, entrarle al tema de los alimentos, rompiendo las cadenas que vician el acceso de los productos al pueblo, incluyendo medicinas y demás bienes, especialmente los que afectan al sector automotriz y la construcción, puesto que resultan esenciales para el comercio; y por último, meterle mano de plomo a la inseguridad pública, empezando por los pranes y sus acólitos en los barrios, quienes representan efectivas empresas del crimen y el terror de los pueblos. Hecho así, tal vez empecemos a tener otra patria.

Esa otra patria es posible con nuestro mismo Presidente Constitucional, y es posible igualmente con una derecha racional que legisle con inteligencia no con pedantería, también sin odio sin libretos imperiales, que ayude a corregir no a empeorar; que se suma al estado de derecho no que lo vulnere, ni aniquile. Ambas fuerzan intégrense al sector privado productivo, canalicen la disposición de materia prima indispensable, ataquen la hambruna que nos mata, y diriman sus asuntos con altura, de un modo civilizado. ¿Tanto les cuesta demostrarse a sí mismos que son venezolanos? Si así lo hicieren la Patria y el pueblo os lo agradecerá. Si no, ay papá, como dice María Pérez.



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José del Carmen Pérez


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