El mundo se calienta

En los últimos tres años, el planeta ha conocido las mayores temperaturas de las que se tiene registro en 176 años. Los glaciares se derriten y en general, el hielo retrocede en todo el globo. Por el contrario, las sequías y las inundaciones crecen mientras la desertificación avanza; el reino de España se halla en una zona crítica de la emergencia climática como los incendios de este verano y la DANA de 2024 han demostrado.

La causa principal de esta crisis se encuentra en la manera en la que los seres humanos nos relacionamos con la naturaleza. Una manera que no siempre fue la misma, pero que desde hace más de 200 años tiene un nombre: capitalismo. Este posee una lógica que supedita todo a un único fin: garantizar la rentabilidad de los dueños del capital (la clase capitalista). La forma en la que se materializa ese hecho es a través de la explotación de todas las fuentes de riqueza susceptibles de transformarse en capital y de la mano de obra que lo hace posible. Es decir, nosotros. Ese es todo su "plan".

La comunidad científica, presente en la COP-30 celebrada en Belem (Brasil), ha alertado de nuevo que la acumulación de efectos que está provocando la contaminación en la atmósfera, el suelo y el agua nos obliga a cambios en todos los órdenes de nuestras vidas. La "cantidad hace ya tiempo que se ha transformado en calidad", a la vez que el maltrato del planeta sigue señalando hacia puntos de no retorno. Hay que reducir drásticamente los combustibles fósiles y revisar seriamente toda la producción.

Nadie duda que a los grandes capitalistas y a sus gobiernos les preocupa la marcha ambiental del planeta. Ahora bien, como demuestra el nuevo fracaso de la COP-30, lo que les ocupa (ganar dinero) no es lo mismo que lo que les preocupa. En 2023, los gobiernos gastaron en subvenciones directas al negocio de los combustibles fósiles 956 mil millones de dólares, mientras prometían (pero no daban) tres veces menos (300 mil millones) en apoyo a los países más vulnerables en su transición a un supuesto mundo sin carbono, metano y plásticos.

El importantísimo crecimiento de las energías limpias no puede esconder que el programa económico marcado por las grandes economías y empresas supone un aumento de la extracción de petróleo, gas y carbón hasta por lo menos 2050. Su planteamiento, forzado por la condición de la relación del capitalismo con la naturaleza y el trabajo, supera las mejores voluntades y constituye la causa del fracaso año tras año de la COP y sus objetivos. Quien marca el mundo son las necesidades del capital y éste solo muta por razones de rentabilidad, no de responsabilidad ecológica o de respeto de los derechos de pueblos y tierras.

Buena prueba de ello son las tensiones geopolíticas y las guerras que estamos viviendo. Guerras por el control de recursos esenciales para la marcha del mundo capitalista, así como de las rutas de circulación de materias primas.

Trump amenaza a Venezuela, la mayor reserva de crudo del mundo. Quiere su petróleo y está dispuesto a apartar todo lo que estorbe a ese objetivo. 15 mil hombres armados, 14 buques de guerra, entre ellos el mayor portaviones del planeta, el cierre ilegal de su espacio aéreo y 80 muertos a causa del bombardeo de pequeñas embarcaciones dan fe de ello.

Trump con Netanyahu, ahora además con la bendición de la ONU gracias a la vergonzosa resolución 2803, continúan desangrando a la población palestina. Su plan colonial niega a Palestina como nación y persigue crear un protectorado en Gaza a cargo de fuerzas internacionales de la mano de los EEUU. Mantiene el plan sionista en Cisjordania y en la propia Gaza en medio de la muerte, el frío y la impunidad.

Trump y Putin persiguen blindar el saqueo de las riquezas y tierras de Ucrania a través del supuesto plan de paz que ahora perfilan. Un plan opresor e imperial que niega los derechos nacionales de su pueblo.

No habrá paz justa para nosotros, ni respiro para la vida en la Tierra mientras la explotación de los recursos por una minoría ultra rica que persigue la acumulación de capital represente la medida de todo.



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