Alerta: 80% de la Tropas de Trump en el Caribe son latinos

La reciente escalada militar de la administración Trump en el Caribe, disfrazada bajo el pretexto de una "lucha contra el narcotráfico", es mucho más que una simple maniobra diplomática o de seguridad. Es una cortina de humo, una táctica de moralización interna cuyo verdadero objetivo no es convencer al Congreso, sino preparar el terreno para una nueva intervención. Para la élite guerrerista del Estado Profundo de los Estados Unidos, se está agotando el tiempo y el terreno.

Las cifras que emergen desde el corazón de esta movilización son profundamente reveladoras y éticamente condenables. Fuentes indican que una aplastante mayoría de los uniformados movilizados, hasta un 80%, provienen de familias latinas, y de ellos, se estima que la mitad adquirió la ciudadanía estadounidense hace menos de cinco años.

Esto desmantela la narrativa del "soldado americano" y nos confronta con una realidad cruda: no son solo hombres uniformados; son latinos, hermanos de sangre y cultura, siendo utilizados como peones de carne y hueso. La lucha contra el narcotráfico es, en este contexto, un mecanismo cínico para inyectar un propósito a estas tropas de origen humilde, haciéndolas partícipes del mismo establishment que históricamente ha intervenido nuestros países. La bandera de EE. UU. ondea hoy sobre la vida de aquellos que apenas ayer buscaban un mejor futuro dentro de sus fronteras.

El establishment de Washington está operando desde el pánico. La agresividad de estos "halcones" no es señal de fortaleza, sino el último estertor de un imperio en declive. Han visto cómo las presiones económicas, los aranceles y el chantaje financiero no han logrado someter al mundo a su voluntad. El sueño MAGA fue traicionado por su propia élite que siempre supo que la verdadera subordinación solo se logra a punta de cañón.

Este ataque, casi imposible de detener en su inercia, representa para ellos el oxígeno de una década más de hegemonía o, quizá, el final inexorable que se viene gestando desde la crisis de 2008.

Ante esta amenaza existencial, Venezuela, su gobierno y su pueblo, debemos estar a la altura de esta dura batalla. No se trata solo de resistir; se trata de atacar los centros de poder y las narrativas del enemigo de manera estratégica para disminuir su impacto.

El diálogo, si bien es una herramienta, no basta cuando se confronta al fascismo en su forma más pura. Debemos enfrentarlo con nuestra verdadera cara, con la firmeza y la alegría inquebrantable del Caribe. Es hora de que el mundo vea la dignidad de un pueblo que se niega a ser subalterno.

Nuestra tarea es doble: librar la batalla en el campo de la resistencia y, más importante aún, encargarnos de quienes sugirieron y propiciaron estos escenarios de guerra. No podemos permitir que la impunidad dicte el futuro de nuestra región.

Como dice el dicho, quien perdona es Dios. Nuestra tarea es defender la soberanía y la paz.

 

*Analista Político e internacional / Docente Universitario

 

albarranjuan1@gmail.com



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