En un escenario internacional marcado por tensiones geopolíticas, Venezuela vuelve a ser blanco de una ofensiva diplomática y militar por parte del gobierno de Estados Unidos. Las recientes amenazas, que incluyen acusaciones de narcotráfico, despliegues militares en el Caribe y presiones económicas, han sido calificadas por el gobierno venezolano como "infundadas, ilegales y peligrosamente provocadoras". Este artículo analiza en profundidad los elementos que configuran esta escalada, sus motivaciones ocultas y las implicaciones para la soberanía venezolana.
I. Acusaciones sin sustento: el mito del narcotráfico
Uno de los pilares de la narrativa estadounidense contra Venezuela ha sido la supuesta vinculación del país con el narcotráfico internacional. En marzo de 2020, el Departamento de Justicia de EE.UU. acusó al presidente Nicolás Maduro y a otros altos funcionarios de "narcoterrorismo", alegando que Venezuela era un centro de tránsito de drogas hacia Estados Unidos.
Sin embargo, informes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) contradicen esta versión. Según datos de 2023, más del 85% de la cocaína que llega a EE.UU. proviene de rutas del Pacífico, principalmente desde Colombia y Centroamérica, sin pasar por territorio venezolano. Además, Venezuela no produce hoja de coca ni alberga laboratorios de procesamiento, lo que desmonta la narrativa de "Estado narco".
La vicepresidenta Delcy Rodríguez ha denunciado que estas acusaciones forman parte de una "agresión judicial" que busca justificar sanciones y acciones militares. "No hay un solo informe serio que vincule a Venezuela con el tráfico de drogas a gran escala. Es una mentira geopolítica", afirmó en rueda de prensa.
II. Provocaciones militares en el Caribe: ¿una nueva doctrina Monroe?
El despliegue de buques de guerra estadounidenses en aguas del Caribe ha encendido las alarmas en Caracas. En abril de 2025, el destructor USS Jason Dunham interceptó un barco pesquero venezolano en lo que fue considerado por el gobierno como una "violación flagrante del derecho internacional".
En respuesta, Venezuela activó la operación "Independencia 200", movilizando más de 25.000 efectivos en 284 frentes estratégicos. El presidente Maduro denunció que "Estados Unidos pretende reeditar la doctrina Monroe, imponiendo su hegemonía militar en América Latina".
Expertos en relaciones internacionales advierten que estas maniobras buscan intimidar y desestabilizar, en un contexto donde Washington ha perdido influencia en la región frente al avance de actores como China y Rusia.
III. El petróleo como objetivo estratégico
Venezuela posee las mayores reservas probadas de petróleo del planeta, un recurso que ha sido históricamente codiciado por potencias extranjeras. Las sanciones impuestas por EE.UU. desde 2017 han buscado asfixiar la industria petrolera venezolana, bloqueando exportaciones, congelando activos y presionando a empresas internacionales para que abandonen el país.
Según analistas del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), detrás de las amenazas se esconde un interés por controlar el flujo energético global. "Estados Unidos no tolera que Venezuela mantenga una política soberana sobre sus recursos. Quieren imponer un modelo extractivista subordinado a sus intereses", señala un informe de 2024.
La reciente recuperación de la producción petrolera venezolana, que superó los 900.000 barriles diarios en agosto de 2025, ha reactivado las tensiones. Washington teme que Caracas se convierta en un actor clave en la reconfiguración del mercado energético global, especialmente en alianza con países de la OPEP+.
IV. Soberanía y respaldo popular
Lejos de generar miedo, las amenazas han fortalecido el discurso soberanista del gobierno venezolano. Según encuestas del Instituto Venezolano de Análisis de Datos (IVAD), más del 70% de la población rechaza cualquier intervención extranjera y respalda la defensa de la soberanía nacional.
La Asamblea Nacional ha emitido múltiples comunicados denunciando la "agresión imperialista" y llamando a la unidad nacional. Diversos sectores de la sociedad civil, incluyendo sindicatos, movimientos campesinos y organizaciones indígenas, han manifestado su apoyo al gobierno frente a las presiones externas.
Incluso partidos de oposición han criticado la postura de EE.UU., señalando que "las diferencias internas deben resolverse en el marco constitucional, no bajo amenazas extranjeras".
V. El papel de la comunidad internacional
Organismos como la CELAC, el ALBA-TCP y la Unión Africana han expresado su preocupación por la escalada de tensiones. En junio de 2025, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU instó a EE.UU. a levantar las sanciones unilaterales contra Venezuela, calificándolas como "medidas coercitivas que violan el derecho internacional".
China y Rusia han reiterado su apoyo a la soberanía venezolana, mientras que países como México, Brasil y Argentina han llamado al diálogo y la no intervención. La diplomacia venezolana ha intensificado sus esfuerzos por construir un bloque multipolar que contrarreste la hegemonía estadounidense.
Conclusión: ¿una nueva etapa de resistencia?
Las amenazas de Estados Unidos contra Venezuela no solo carecen de fundamentos lógicos y jurídicos, sino que revelan una estrategia de dominación que choca con el nuevo orden multipolar. En este contexto, Venezuela se presenta como un símbolo de resistencia, defendiendo su soberanía, sus recursos y su modelo político frente a las presiones externas.
La historia demuestra que los pueblos que luchan por su autodeterminación enfrentan grandes desafíos, pero también construyen caminos de dignidad. Venezuela, con sus contradicciones y complejidades, sigue siendo un actor clave en la disputa por un mundo más justo y equilibrado.
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