Trump declaró haber autorizado el ataque contra la lancha que supuestamente transportaba drogas asesinando a 11 personas en el Caribe. La voladura del pequeño bote aconteció en una ruta que si bien suele ser de tráfico de drogas de bajo nivel, es muy usual también de pescadores, de migrantes, de comerciantes irregulares y de trata. Un miserable crimen a mansalva que debe ser condenado.
Donald Trump hasta llegó macabramente a bromear, afirmando que no solo los narcotraficantes, sino también los pescadores, podrían ahora pensarlo dos veces antes de salir al mar en la región. "Creo que cualquiera que haya visto eso dirá: ’No voy a subirme al barco’", dijo. "Ni siquiera sé qué pensarán los pescadores. Quizás digan: ’No me subiré al barco. No voy a arriesgarme’".
El asesino Trump no se equivoca con esta miserable afirmación al imponer su terror en el Caribe. El presidente de la Asociación de Pescadores de la isla de Tobago, Curtis Douglas, advirtió que los pescadores locales temen que puedan ser confundidos con traficantes cuando salga a alta mar a trabajar. Douglas fue el que confirmó que los pescadores encontraron los restos: "Es cierto. No es una historia inventada. Son los pescadores quienes la descubren", dijo.
La destrucción de la lancha, con las personas incluidas, por parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos, tuvo lugar el pasado 2 de septiembre en el Caribe sur. Trump afirmó que la pequeña embarcación transportaba drogas y estaba vinculado al denominado "Tren de Aragua". El vil argumento: el uso de fuerza militar letal estaba permitido bajo las leyes de conflicto armado para defender al país, y así fueron aniquilados como si fueran combatientes de guerra.
Así lo declaró también Anna Kelly, portavoz de la Casa Blanca: Trump "actuó conforme a las leyes de los conflictos armados para proteger a nuestro país" de "narcoterroristas malvados que intentan envenenar nuestra patria".
The New York Times, a través de especialistas militares familiarizados con el asunto, ha revelado que la embarcación que el ejército estadounidense destruyó había alterado su rumbo y aparentemente había dado la vuelta antes de que comenzara el ataque porque las personas a bordo aparentemente habían visto un avión militar acechándolo. Al retirarse y no representar ningún conflicto, no debió ser atacado sostienen.
Se trata de un grave crimen, una violación de derechos humanos y de la más brutal violencia militar imperialista, al asesinar a sangre fría a varias personas, sin que mediara ningún enfrentamiento armado y que, así como podrían ser traficantes de drogas, podrían ser también migrantes, comerciantes, víctimas de trata de personas, etc. La bravuconada prepotencia imperialista de posicionar buques de guerra ante Venezuela es hacerse ver como la fuerza imperialista dominante, esgrimiendo su fuerza bélica buscando hacer valer su poder en su patio trasero más directo. El retorno de la "diplomacia de las cañoneras".
La primera ministra de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar apoyó la acción de los estadounidenses, diciendo: "No tengo ninguna simpatía por los traficantes; el ejército estadounidense debería matarlos a todos violentamente". Una afirmación criminal repudiada por la Asociación de Pescadores de la isla de Tobago que ahora temen por sus vidas, pues, según afirman, los restos de la embarcación destruida han aparecido en aguas de Tobago. "Nuestros pescadores navegan a 40 y 50 millas, a mucha profundidad, y fácilmente podrían ser confundidos con personas que están haciendo cualquier cosa, drogas o lo que sea, y ser arrastrados al agua", dijo.
Pero el profundo impacto por el asesinato se hace sentir en la población de San Juan de Unare, en el estado Sucre, desde donde habría partido la lancha con las 11 personas a bordo. A través de redes sociales, los habitantes han expresado su dolor por la pérdida de los tripulantes, descritos por muchos como "padres de familia que entraron a ese mundo por necesidad". Afirmaciones como "Aquí vas a hacer demasiada falta", reflejan el luto de una comunidad que, más allá de las acusaciones, llora a sus seres queridos. Hay que condenar con fuerza estos asesinatos a manos de la potencia imperialista estadounidense.
Los anuncios de Trump y el despliegue militar en el Caribe, vuelven a poner en evidencia que bajo el ropaje de la "lucha contra el narcotráfico", lo que se esconde es una política de saqueo, dominación y control geopolítico. El imperialismo estadounidense busca reforzar su dominio en la región, y la sumisión, mediante el uso de la fuerza, y avanzar sobre los recursos de Venezuela.
Condenamos la prepotencia imperialista con la que Estados Unidos busca imponer sus propios fines políticos. Frente al despliegue militar imperialista, es necesario levantar una voz unificada en toda América Latina que rechace la injerencia, denuncie las operaciones militares y enfrente la presencia del Comando Sur y de las bases norteamericanas. Fuera los marines y buques estadounidenses del Caribe y de las costas de Venezuela.