El coronavirius y la estupidez imperial

El sentido común sigue perdiendo la batalla ante la desfachatez y la ignominia imperial. El Covid 19 sigue haciendo desastres y los gobiernos neoliberales y pro imperialistas le suman a esta pandemia otros tipos de Covid19 en lo social, lo político, lo económico y lo jurídico. El amor por la muerte y la opresión vencen, en algunas batallas, a la vida y la paz.

El micro mundos imperiales tiene una larga historia de estupidez, recordando a Paul Tabori, en obra de su autoría: "la historia de la estupidez humana". El orgullo y la vanidad, la credulidad y el temor, los perjuicios y los miedos infundados; "los payasos y los simplotes, los badulaques y papanatas, los peleles y los zotes, los bodoques y pazguatos, los zopencos y los estólidos, los majaderos y los energúmenos de ayer y de hoy" constituyen algunos de los ejes fundamentales del trama de la vida que se reproducen sin parámetros de contención; y la estupidez se convierte en el arma humana más letal y en la más desbastadora epidemia; divide e hiere, justifica la injusticia e imaginariamente acusa a todos de ser también proxenetas de la vida.

Vivimos en un mundo de epidemias, producidas por la mente abominable de quienes conciben y asumen el poder en todas sus variedades en medios de control, dominio, expansionismo, explotación y vasallaje. Las pandemias imperiales de las guerras y bloqueos, de despojos y asesinatos selectivos suelen ser más atroces en producción de víctimas humanas y de ruina a la naturaleza, que las sanitarias.

El Coronavirus no logró inhibir a los locos de la guerra, ni los sedó, ni los atemorizó, por el contrario los envalentonó. La sensibilidad para ellos es una palabra de galería, y la humanidad un adorno que se usa para demostrar en apariencia un algo que no se tiene. Su naturaleza genocida e imperial no le da cabida a la fe y la esperanza que se sustenta en la concreción de la justicia y el Bien Común como vivencia de la civilización hasta siempre.

El Coronavirus ha mellado y sigue mellando la tranquilidad de millones de familias. De los casi 10 millones de infectados difícil pronosticar cuántos de ellos sobrevivirán. No hay medida para determinar cuánto dolor acumulará los hogares trastocados por la invasión del virus; cuánta cantidad de huérfanos surgirán en el último año de la segunda década del siglo XXI, por perdida irreversible de los progenitores; cuántas familias vivirán la amenaza de los acreedores por deudas contraídas, debido a la muerte de quien llevaba en sus hombros la carga de los pagos, y aseguraba cierta estabilidad en el ámbito familiar; cuántas centenares de miles de personas vivirán el decaimientos rápido y feroz del nivel económico, y cuanto volumen de lágrimas que salen de las nacientes del alma se desparramarán por los rostros de los seres humanos ocasionada por la enfermedad y el cambio de paisaje de uno o varios seres queridos; no hay termómetro para medir los gritos de dolor y de impotencia que salieron y siguen saliendo de las entrañas de la naturaleza humana; ni el número de cuántos millones de personas echaran la culpa al virus invisible, y no al sistema- mundo imperial, actor intelectual y material de las pandemias en épocas pasadas y presente.

El saldo final negativo mundial no es fácil pronosticarlo. Y aun así, los locos no se frenan, por el contrario potencian su locura. Lo sucedido y lo que sucede en época de Coronavirus afianza la hipótesis que fue maliciosamente creado para promover el expansionismo y subyugar más a los pueblos del mundo, por parte de quienes promueven acciones a espaldas de los principios y valores, del derecho internacional, la ética y la paz.

En época de coronavirus el gobierno y Estado de Israel arrebató al Estado de Palestina territorios que históricamente y legalmente le pertenecen; acciones al margen del derecho internacional, a la constitución y leyes de Palestina.

En época de Coronavirus la Corte Internacional de Justicia tiró al piso los procedimientos, el debido proceso, el derecho a la defensa, la Tutela Judicial Efectiva todas las conquistas logradas por la humanidad después de largas y sangrientas luchas, sólo con el único propósito de despojar a Venezuela del Esequibo, inventó e impuso un proceso a la medida de la concreción del robo de terrenos a Venezuela. El Reino Unido y EEUU saben que más fácil para sus planes expansionistas el Esequibo no esté en poder de Venezuela, sino en manos de los más débiles, para luego aguardar, "en espera paciente", hasta que surja la ocasión para arrebatar dicho territorio y anexarlo de manera definitiva a sus Estados.

En época de Coronavirus, un tribunal británico trabajó a prisa, violentando todo el proceso judicial para despojar a Venezuela las reservas de oro que está en situación de depósito en el Reino Unido.

En época de Coronavirus un Tribunal Superior de Justicia del Reino Unido reconoce a Juan Guaido presidente de Venezuela para sustentar "legalmente" el robo de lingotes de oro valorados por más de 800 millones de euros, depositados en Banco de Inglaterra, cuando las relaciones diplomáticas en la actualidad se sostienen entre el gobierno británico y el presidente Nicolás Maduro Moros.

En época de Coronavirus se modifican las reglas de juego convenidas para afianzar la paz, la estabilidad económica y política, bajo la mirada de impotencia de los gobiernos y de los pueblos que ven a la ONU y demás entes corporativos internacionales, cruzadas de brazo, mirando la violación de los derechos humanos, desde las barreras, con miedo de intervenir, para no ser hostigados como lo fue a los magistrados de la Corte Internacional Penal (C.P.I), le quiten el presupuesto, y le despojen parte de su patrimonio guardado en instituciones bancarias.

La ciencia de los gobiernos agresores marcha con una lentitud morrocoy para hallar la cura definitiva del Covid19, pareciera sucede por orden superiores, para permitir que los planes de despojos se concreten y pasen a formar parte de los activos de la elite de multimillonarios corporativistas del planeta.

El Coronavirus a pesar de los millones de infectados, de los centenares de miles de muertos, con la economía mundial golpeada severamente y en estado de recesión, hechos esperados por los criminales que crearon el monstruo invisible, de mil manos y cabezas, de manera intencional, para hacer del escenario mundial un espacio ideal para despojar a los pueblos de amplios territorios y de bienes codiciados; así mismo, tapar sus debilidades y el decaimiento veloz de sus economías; ocultar la crisis enquistada en todos los lugares, y "afianzar" un poderío sustentado en la expansión de sus territorios, consumados por vulgares actuaciones y justificaciones absurdas y aviesas. El Coronavirus-despojos fue convertido en yunta, en un binomio que viene haciendo otros tipos de estragos, a los pueblos del mundo.

Venezuela vive en tiempo real un incremento vertiginoso de este extraño contagio, a pesar de estar picando adelante en la defensa de los venezolanos y venezolanos por el ataque implacable del virus; educando a las comunidades ante el pase rápido y vertiginoso del huracán-pandemia; acumulando medicamentos y equipos para atender las emergencias que se presenten; incorporando organizadamente a las comunidades en la atención de la emergencia, organizando los PASIS para favorecer a los connacionales que huyen de la enfermedad, como desplazados de la guerra desde los países donde vivieron, huyendo aprisa hacia puerto seguro: Venezuela.

Miles de personas han pasado y siguen pasando por el largo territorio de nuestra frontera. Temor por los que entran y temor por lo que estamos son los sentimientos que albergan las mayorías. Los que han llegado, unos hicieron ejercicio de los valores de responsabilidad, de la recomendable y prudente paciencia y cumplieron cabalmente los protocolos sanitarios; otros, no pocos, incumplen la normativa sanitaria y ética, por miedo a ser contagiados. Están acostumbrados a jugar con sus vidas y la de los demás; algunos por la prisa de encontrarse con su familia, pasar la página rápido ante la siniestra pesadilla de haber vivido en carne propia la xenofobia, el mar de la pobreza y miseria, la exclusión y la explotación, y decidieron pasar a través de una red de personas dedicadas a las practicas facinerosas, víctimas de las patologías sociales, que engendra la economía del dolor y del despedazamiento del ser, que induce a dar más importancia al dinero que a la vida, y fomenta a ganar dinero para el sobrevivir y ensanchar el patrimonio a los grupos criminales que hacen uso de los medios de la ilicitud de múltiples maneras, entre ellos, pasar de un país a otro a venezolanos contagiados, algunos sin sintomatologías, otros teniéndola, evitan la cuarentena obligatoria, exigencia de una nación responsable que evita el incremento exponencial de la enfermedad.

Sin vida no hay futuro. A todas y todos nos falta mucho por andar. Muchas tareas están inconclusas, muchos sueños están en proceso de construcción, muchas personas esperan más de los que estamos vivos. Cada quien espera más de sí mismo. Necesario revisar el concepto de amistad y vecinos. No podemos hacernos los ciegos y los sordos cuando sabemos que en nuestro entorno hay personas que conocemos y apreciamos están actuando irresponsablemente con sus vidas, la de sus familias y la comunidad; y guardamos silencio para evitar inconvenientes y poner en peligro la relación de estima.

Estamos éticamente obligados a actuar y hablar. De no encontrar solución, la denuncia es la vía más expedita y segura. Esa manera es también demostración de aprecio y de lealtad. Los temores no pueden facilitar la agudización de la crisis que la pandemia puede ocasionar.

Venezuela inició el lunes 06 de julio la cuarentena radical. La ciencia, el gobierno, el Estado y pueblo deben actuar de manera sincronizada y con corresponsabilidad. Salir lo mejor posible en esta y compleja y difícil batalla es un deseo de todas y todos. Sólo la unión y el empeño de vencer, permitirá obtener resultados satisfactorios. Lo hasta ahora hecho nos coloca como país modelo en la lucha contra la Pandemia. Debemos mejorar. Tenemos con que vencer. Tributar a ese logro es una obligación ética, social y política.

Venceremos.

fparada valero@gmail.com



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