La agresividad del imperio es tal, que no están soplando bombitas para el carnaval. Es la misma estrategia aplicada en Siria y especialmente en Libia. Montan gobiernos en Exilio que respondan a sus intereses imperiales. Ya cumplieron el primer paso: Nombraron un presidente títere, sin la experiencia política, no es lo importante, necesitaban un tonto útil y se llama Guaidó. Ahora le armaran un gabinete, militares bonachones, que disfrutan la dolce vita en el exterior, se uniformaran ilegalmente y orquestaran un programa de reclutas de venezolanos y extranjeros para enseñarles como se mata un compatriota y cuanto deben cobrar por ello; cuantos desmanes pueden hacer contra la población civil, violaciones, torturas y asesinatos en masas, en nombre de un puñado de dólares.
Así las cosas, el dinero represado por el gobierno de Trump, y quienes se creen tener el poder, irán recibiendo las facturas de gastos en armamentos, jugos, cachitos, agua mineral y papel toalet. Verán pronto que no tienen poder decisión y que les será muy difícil gobernar un país inexistente, pero tendrán un montón de disociados alabándolos y considerándolo, al señor diputado Guaidó, el mesías salvador de esta alocada aventura, que seguramente tendrá sus consecuencias para quienes se creyeron lideres de un país en el exilio.
Por lo demás, Venezuela sufrirá agresiones de todo tipo, más bloqueo, terrorismo interno, saboteos de servicios públicos, asesinatos selectivos de lideres sociales para cundir de pánico las bases sociales, expandir las mentiras de una represión alocada, y posicionar la caída del gobierno mediante montajes ya conocidos.
Frente a este guión ya conocido,