El circo imperial y sus actos suicidas

El circo imperial es ejemplo de constancia. Su permanencia en el mundo del espectáculo político mundial sólo puede explicarse por la puesta en escena de suertes cada vez más audaces y mortíferas. Su máximo logro lo constituye cambiar todo: el escenario, los actores, las técnicas circenses sin abandonar su esencia, destruir a sus espectadores mientras estos se divierten. Dependiendo de cada país, el circo imperial, escoge los actos más adecuados para su realidad política, cultural, económica, religiosa o cualquier especificidad que requiera especial atención.

A veces, sin embargo, los dueños del circo deciden poner en escena algún número que ,retocados algunos detallitos, pueda divertir y matar con igual eficiencia, a distintos tipos de público. Es así como por ejemplo, el circo imperial obtuvo pingües beneficios con un numerito bien chévere: el de las “revoluciones de colores” como la revolución de terciopelo(Serbia, 2000), la revolución rosa(Georgia, 2003), la revolución naranja(Ucrania, 2004), la revolución de los tulipanes( Kirguistán, 2005). Ese numerito no tuvo, extrañamente el mismo éxito en Bielorrusia, Irán y en Moldavia, donde los payasitos locales decidieron llamarla revolución del “twitter”. No obstante, los jefes del circo imperial no han descartado del todo algunos de los personajes de estas revoluciones. Es así como en Venezuela, se ha entrenado a un grupo de jovencitos llamados “manitas blancas”, que a pesar de no haber logrado ningún éxito, siguen echándole piernas. Otro de los actos del circo imperial, de gran experticia técnica y complejidad, es la construcción de expedientes de terrorismo, violación a derechos humanos, narcotráfico, restricciones a la libertad de prensa y censura a cualquier medio de comunicación y ataques a la sacrosanta propiedad privada.

Este acto requiere de un elevado nivel de alienación del público y consiste en que los propios ciudadanos de una nación la denuncien en todos los organismos internacionales controlados por los propios dueños del circo, para luego zassss!! Lanzarle el zarpazo y acabar la función con público y todo. El riesgo que tiene este número es el tiempo que requiere y el hecho de que el país al que se le quiera aplicar la función haya cumplido con todos los tratados internacionales en cualquier área (caso Venezuela). Dentro de los numeritos callejeros, que siguen la tradición de los circos del Oriente Medio (3000 A.C apróx), y que el circo imperial ha puesto en escena en Venezuela, está el que se inspira en los troupés, grupos de malabaristas viajeros muy hábiles en el lanzamiento de cualquier clase de objetos, como palos, lanzas y piedras, al que los dueños del circo han incorporado sillas y paquetes de arroz.

El problema de este número radica en que debe ser ejecutado por guerreros valerosos, mientras que en Venezuela sólo se han podido reclutar malabaristas bastante torpes y superlativamente cobardes como Julio Borges, Leopoldo López, Ismael García y Alfonso Marquina. Especial mención merecen los números pirotécnicos, inspirados en el Emperador romano Nerón. En nuestro país se presentaron al público números memorables como la quema de chaguaramos, dirigida con precisión de circo chino por Yongo, la pira con cuadernos de votación, obra maestra de la malabarista electoral Teresa Albanes , la demostración de arte circense griego de exhibición de fuerza física , con el acto de destrucción de carros de embajadas, y como una muestra de las innovaciones que trajo al circo el Renacimiento, la incorporación de los títeres, con la puesta en escena de los estudiantes manitas blancas en la AN. El circo imperial no descansa y debido a que el público venezolano no muestra el interés que se desearía y no se deja divertir, o sea “matar”, se siguen ensayando números cada vez más elaborados. Un ejemplo de cómo el circo imperial no abandona su tradición de ofrecer a los espectadores del mundo actos de gran dramatismo y angustia, lo constituye su acto maestro de ilusionismo parlamentario. En Paraguay y Honduras la función alcanzó niveles sublimes. La calidad de los actores del circo es innegable .Aunque a decir verdad, difícilmente bajo la carpa global imperial, se alcance iguales resultados, debido principalmente a que en otros países ( Venezuela entre ellos) el público ha recibido muchos videos y los trucos son ya conocidos.

Aquí, por ejemplo, el ilusionismo parlamentario no le llega ni por las patas al viejo truco del periódico con las tres chapitas. Pero el circo no baja la guardia de vez en cuando mata algún tigrito a ver quién quita que alguien caiga. Es así como se presentan bufones chillones y dantescos como Leopoldo Castillo, Carla, Kiko o Roland, que han adquirido un manejo del guión de su comedia, realmente demencial. Ellos son la delicia de aquellos a los que les gusta escarbar en las profundidades de la miseria humana. Por allí también se acerca el Chuo Torrealba, escogido por el circo imperial como la estrella del Freak Show o espectáculo mórbido con personajes o animales con grandes deformidades. Este fenómeno del circo criollo ( no me refiero al circo gauchesco argentino), sino a la escuela circense imperial local, es un inocuo segundón encargado de lavar los interiores de un ex dueño de Globovisión. Por supuesto, y como colofón de esta nota, debía dejar al más siniestro payaso de le nómina imperial. Ese ante el cual el guasón es un pobre pendejo y el acertijo queda como no es más que un idiota balbuceante , es HENRIQUE CAPRILES..!!. Su nivel de maldad es sólo superado por su exasperante torpeza.

Es el escapista , funambulista, estrella del péndulo de la muerte, tragafuegos, maestro del vodevil, del circo local imperial. La carpa está bajo su responsabilidad en Venezuela, pero últimamente está de malas, hasta los enanos le crecen y el megáfono convocador de la arrechera parece quedarse sin baterías o el público comienza a escucharle con desgano. Dentro de la carpa se escuchan gritos y maldiciones y los dueños de la franquicia imperial circense piensan ya en el próximo acto, tal vez sin su presencia. La lista de personajes del circo imperial es larga, su arsenal de números es extenso y seguirán los ensayos hasta tener un acto que logre meter en su carpa de muerte a toda Venezuela. Toca entonces a quienes apreciamos al buen circo, ese que nos ofrece diversión sana y arte milenario en cada malabarismo, en cada acto de magia, en cada ocurrencia de los payasos, en cada zanquero, mantener a raya a estos farsantes que andan por nuestros pueblos escondiendo en sus carpas de rayas y estrellas a un ejército de payasos, bufones, saltimbanquis y malabaristas entrenados por el mismísimo demonio, dispuestos a iniciar ,en cualquier momento, la función definitiva…

*LIC. EN EDUCACIÓN

Jorgeochoa004@gmail.com


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Jorge Ochoa

Licenciado en Educación

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